martes, 30 de diciembre de 2014

Los 10 más leídos de 2014

Este año que estamos por despedir ha sido un tanto intenso, en lo bueno y en lo malo, en lo personal y en lo social. Si hay algo que no me llena mucho de orgullo, es que al revisar las estadísticas, me percaté de que los 10 posts más leídos de 2014 son, por primera vez, todos relacionados con el tema de la realidad de Venezuela.

No me siento orgullosa porque no es la temática principal del blog (o esa no era la idea), y porque nuestra realidad es en verdad agobiante.

Este rincón personal este año refleja lo que hemos pasado este año: protestas, inseguridad. injusticia, escasez, discursos políticos ridículos... He ahí lo que ustedes mismos más leyeron y compartieron:

1. ¿Y por qué tengo que dejarme robar? Repetitivamente, cuando alguien es asesinado víctima del hampa en Venezuela, se le hecha la culpa al asesinado "por dejarse robar". No solo el derecho a la vida, sino también el derecho a la propiedad, es violentado constante e impunemente en nuestro país.

2. Me tienen harta. En medio de la situación de protestas de febrero de este año, la actitud del gobierno fue de hacerse oídos sordos, hablar de cualquier otra cosa y reprimir en la calle. Aún los problemas no han sido siquiera admitidos.

3. Una protesta, una feria del libro y una triste demostración de "cultura". Una protesta en un mal lugar ocurrió a finales de noviembre. Pero lo peor fue que llevó a una serie de personalidades y de "intelectuales" a hacer una gala de soberbia.

4. Cuando el problema se convierte en xenofobia. Nuestro país está invadido de gente de otras latitudes que de uno u otro modo aprovechan diferenciales cambiarios y crisis, lo cual ha llevado a una preocupante actitud xenofóbica en muchos venezolanos. Nada deseable.

5. Revender no es malo. Mil veces se le quiere echar la culpa a revendedores, buhoneros y contrabandistas de la crisis de los productos de la cesta básica, cuando la raíz es la raíz: el control de precios. De uno u otro modo, todo venezolano ha llegado a criminalizar el libre comercio.

6. La ineficiencia en atención al cliente en Venezuela. La crisis, la escasez y los malos salarios hacen de cualquier salida a comprar cualquier cosa una tortura en el país. La calidad en el servicio al cliente ha decaído con ello, y su perenne necesidad lo lleva a no exigir un mejor trato.

7. Líbranos del Chávez Nuestro. Una versión del Padre Nuestro, dedicada al difunto Chávez, fue pronunciada en cadena nacional. Nada de extrañar en cuanto a comportamientos comunistas casi religiosos.

8. Marcha pacífica ayer #16F en Maracaibo. Una reseña personal de uno de los pocos eventos de febrero en los que participé activamente.

9. Luna roja, no nos mires con tanto desdén. En abril de este año hubo un eclipse lunar. Aparte de las metáforas astrológicas, hubo unos cuantos comentarios políticos sobre la sombra de la Tierra en el satélite. Deléitese con nuestra demostración de irracionalidad y pseudociencia.

10. Un momento orwelliano en la Unefa. Un día que fui a tocar en la Unefa, escuché por primera vez el himno cantado por Chávez, vi afiches de Chávez por todas partes y escuché cómo le llamaban "comandante supremo". Ya he tenido otras experiencias de este tipo.


Si bien todos estos posts hablan de los mismo, escribí sobre otras cosas, y estos los quiero recordar personalmente, y recomendarlos a ustedes, si no los han leído:

1. Compartir con el barrio. Este post, a pesar de no ser de los más visitados, recibió buenas críticas, y fue republicado en el SIC semanal del Centro Gumilla. Gracias, Luis Carlos.

2. La inteligencia holística y la práctica musical. Este post, escrito en 3 partes, habla sobre las múltiples facetas de la inteligencia, y su aplicación en la ejecución musical.

3. Los niños de clase media. Ser de clase media parece ser un estigma hoy en Venezuela. Desde el gobierno se nos tilda de "ricos", cuando la realidad, es que cada día somos más pobres.

4. La experiencia religiosa como experiencia estética. Asistir a un ritual religioso, más allá de una experiencia espiritual, puede ser una experiencia estética, pues la religión se vale de las múltiples artes para poner a tono la sensibilidad del feligrés.

5. La extinción y los juicios morales. ¿La extinción de una especie es mala? Depende. La biodiversidad es algo que hay que defender a toda costa, pero ojo si estamos desperdiciando demasiada energía en un proceso que es natural.

6. Ateos "muy religiosos". A los ateos se nos tilda muchas veces de más religiosos que los mismos religiosos. Y a lo mejor es verdad...

7. Aires de feria y chikungunya. Este año cerró con broche de oro en casa. La fiebre chikungunya nos dio a todos, en medio de los festejos de noviembre. Un mal que desde mediados de año ha azotado a Venezuela.

Se viene un crítico 2015. Sigamos reflexionando ;-)


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domingo, 21 de diciembre de 2014

Las dos caras del artista


wolfgangfoto / iW / CC BY-ND


La música es un arte de escena. La escena para mi es como otra dimensión, de espacio, de tiempo y de la psiquis: todo se percibe de un modo distinto.

En cuanto al tiempo, en la música los cambios de percepción de él son literales: todos hemos corrido o nos hemos quedado sin darnos cuenta. Entrar en una consciencia suficiente del propio tiempo es todo un reto técnico musical.

La percepción del propio cuerpo es otra cosa. Hay quienes sienten frío, hay quienes sudan, hay quienes sienten que les falta el aire y quienes perciben su respiración exageradamente; hay quienes sienten una percepción mayor y hay quienes se adormecen.

No solo es el nervio, el reto de enfrentarse a un público, el miedo escénico. Es también el papel que uno está jugando, de pronto una responsabilidad infinita y a la vez una libertad infinita: si meto la pata, todos lo notarán y habré echado a perder todo el acto y tal vez mi reputación, soy un payaso que debe satisfacer la trama planteada y tras una careta complacer a gente que ni siquiera conozco; pero a la vez soy un ser que se ha parado aquí enfrente de todos a hacer lo que le ha dado la puta gana de hacer por simple placer y satisfacción personal, soy lo que quiero y expreso lo que quiero a través de mi interpretación.

Esta sensación ambigua, la he experimentado sobre todo cuando estoy en uno de mis escenarios habituales: la iglesia. Sea tocando en una ceremonia a cambio de un pago, o acompañando a algún coro o cantante en la temporada sacra (también por lo general a cambio de dinero o de mi salario habitual), la iglesia es uno de mis teatros más utilizados.

Y en eso la he convertido interiormente: en un teatro, donde yo soy las dos caras del artista, del actor.
Por un lado soy como el payaso que se ha puesto la careta para servir a rituales con los que no me identifico en absoluto. Mientras ellos rezan el Señor ten piedad o el Credo, yo me quedo sentada y luego les secundo las ideas con la música que toco. Soy en ese momento una sirvienta de una institución que aborrezco y soy protagonista del ritual.

Por otro lado, soy como una infiltrada rebelde. Por dentro soy la atea que escucha y desmecha los sermones sacerdotales, mira toda la malicia del adoctrinamiento infantil, ve mil cabezas en medio de un trance religioso; no responde en toda la misa frente a sus caras, y luego vengo a mi blog a seguirme cagando en Dios.

A lo mejor, no estoy jugando ninguno de los dos papeles extremos. Pero dentro de mi, los he jugado ambos todo el tiempo.

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domingo, 30 de noviembre de 2014

Armonía en el caos



Hace un par de días, saliendo del gimnasio y disfrutando de un mocaccino caminando por plena avenida en hora pico, con muchas estruendosas cornetas sonando por aquí y por allá, me encontré a mi misma haciendo una especie de dictado de intervalos con las mismas. Recordé este viejo escrito que comparto hoy.

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Vaya habilidad que poseemos los seres humanos de encontrar armonía en un caos. Sí, y es que eso parece darnos nuestra capacidad de contemplar y abstraer... nada parece estar sumiso a reglas “preestablecidas”, y acabamos concluyendo que el caos en sus procesos interactivos y creadores, fatales y aniquiladores, o sean de transformación de absolutamente todo, acaba por construir una armonía, un equilibrio, una neutralidad en oposición a la confrontación anárquica. La verdad es que aún no estoy segura en cuál de las tres instancias está nuestra preciada “belleza”, o cuál de las tres admiramos más: el caos, la armonía, o la transición implícita en dicha transformación.

Y vaya caos en el que pareciésemos vivir donde las concentraciones de nosotros mismos ya se nos hacen insoportables, donde nuestras creaciones han aturdido a nuestros sentidos y parecen confrontarse desatando al caos, aunque todo, cada cosa, tiene su fin, su intención pragmática, el valor de una idea, es decir, de pronto parecería armónico... o será que los conceptos de “armonía” o “caos” están determinados de acuerdo a lo que nuestros sentidos son capaces de tolerar... en fin, aquella civilización caótica, exacerbadamente desordenada, es la ciudad... y Maracaibo es una.

Me dirigía de mi casa, en el originario este, hasta la universidad, en el moderno oeste... El “por puesto” iba por toda Dr. Portillo. Era “hora pico”, aquella es una de las calles más transitadas de la ciudad y el tránsito estaba intolerable. Pues entonces, como los maracuchos solemos ser atora’os y escandalosos, en esas horas parece que nadie respeta los semáforos ni las señales, y los que se quedan sin la posibilidad de finalmente pasar, se dedican a lucir sus estridentes cornetas.

Pero en aquella cola escuché algo curioso... había un camión que tenía una corneta que sonaba en dos notas a la vez, dos alturas, dos longitudes diferentes de onda... y mi oído entrenado descifró el inquietante intervalo, en nuestro sistema occidental, una tercera menor... pero más adelante sonó otra corneta, de mayor altura que la nota más alta del acorde que mencioné, más específicamente, una segunda mayor por encima de ésta... ¡qué lindo! ¡qué armónico! Según esa distribución, sonaba un acorde de séptima, sin tercera y con el bajo en la quinta; o un acorde menor con onceava, pero sin quinta... ahora que lo pienso, correspondía a los intervalos de lo que Sagredo Araya, musicólogo venezolano, denominó “el núcleo melódico”: una cuarta justa dividida exactamente en su mitad aritmética, correspondiendo la división a una tercera menor y una segunda mayor, digamos Do – Mi bemol – Sol, o Mi – Sol – La, o Fa – Si bemol – Do, o Re – Fa – Sol; y que, según él, aquella agradable sucesión sería el origen de todos nuestros modos y escalas...

¡Guao! He hallado armonía en el caos. Saco mi diapasón, afinado al La 440, y me doy cuenta que aquellas cornetas sonaban aproximadamente en Mi bemol, Sol bemol y La bemol, pero su sonar simultáneo me resultaba tan placentero que me había olvidado incluso del sofocante calor. Pensé que así se debió haber sentido Pitágoras al descubrir las relaciones matemáticas de los intervalos sonoros en los martillos de los trabajadores... y hoy descubrimos que nuestros oídos es tan perfecto que es sensible a armónicos y a dichas relaciones matemáticas, y que sólo aquellas relaciones nos parecen armónicas... octava 2:1, quinta 3:2, cuarta 4:3... ¡Nuestro oído es capaz de percibir proporciones! Y hasta de distinguir las más exactas, que son las más estables y armónicas.

Y es que el ser humano hace arte con todo cuanto percibe. El día que percibamos algo nuevo, nacerá un arte nuevo... el percibir es finalmente la fusión con el entorno y es por ello que la sensación es tan placentera, porque eso buscamos, ser parte armónica, o a lo mejor caótica, del todo.

Se me ocurre una idea absurda... ¿qué tal si fabricamos cornetas afinadas y jugamos con ellas?

Texto escrito originalmente el 10 de junio de 2006

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lunes, 24 de noviembre de 2014

¡Feliz Día del Orgullo Primate!


En este blog sí que descendemos del mono (sí, es un blog unipersonal). Y no es casualidad que el personaje que lo acompaña en el encabezado sea una versión colorida del famoso mono pensante, es lo que yo misma me considero: descendiente de alguna especie extinta de primates, que tiene la capacidad del pensamiento abstracto.

Desde el año 2010, el Blog sin dioses, decidió conmemorar todos los 24 de noviembre el Día del Orgullo Primate. Ello porque en esta fecha, en 1859, Charles Darwin publica El origen de las especies, libro que revolucionaría la ciencia y el pensamiento en general; y en 1974, se descubre el fósil de "Lucy", ejemplar de la especie Australopithecus afarensis, según se cree, uno de los ancestros del género Homo.

La evolución biológica y la selección natural, es algo que hay que poner de relieve, en un mundo donde ciertas filosofías de orden religioso pretenden imponerse a su divulgación, o poner como iguales en rango de teoría a ésta y a sus fábulas de la creación por mano divina. 

Aún hoy, increíblemente, hay gente adulta que me ha dicho "no sé tú, pero yo no vengo de ningún mono", como si de una ofensa se tratase. La evolución es una teoría que cambió para siempre nuestra visión del mundo y de la vida, y por primera vez comprobamos que todos los seres vivos de este planeta están profundamente conectados entre sí: somos parte de la misma lucha por adaptarnos y perfeccionarnos, y de un modo u otro, somos de la misma familia.

Si estás de acuerdo con la divulgación de la teoría de la evolución biológica, haz resaltar esta celebración, por medio de enlaces, imágenes, o compartiendo el Manifiesto del blog sin dioses, que copio a continuación:

1. Nos sentimos orgullosos de ser miembros del orden de los primates. La inclusión en el grupo de los primates no es solo un aspecto taxonómico sino que revela también el parentesco evolutivo que tenemos con los demás primates.
2. Nos sentimos orgullosos de "descender de un simio". No de una especie de simio actual, sino de un simio extinto, pero simio al fin y al cabo. No nos avergüenza nuestro origen evolutivo.
3. Queremos hacer un reconocimiento al trabajo de los paleontólogos que han ayudado a descifrar nuestros orígenes evolutivos y deseamos que se siga desarrollando el trabajo de los paleontólogos, así como la divulgación de sus investigaciones.
4. Queremos hacer un reconocimiento a todos los biólogos y conservacionistas que trabajan para ayudar a conservar las especies de primates actuales.
5. Queremos declarar que los seres humanos no estamos separados de la naturaleza, sino que somos parte de la naturaleza, ya que nos relacionamos con ella en las interacciones ecológicas y por nuestro origen evolutivo.
6. Manifestamos que nos sentimos orgullosos de ser homínidos y de que nuestros parientes más cercanos sean los simios africanos. La anatomía comparada y la genética nos muestra esta relación filogenética y tal hecho no nos hace menos como seres humanos.
7. Queremos que el conocimiento de los orígenes humanos que nos revela la ciencia esté disponible en todas las escuelas y denunciamos el bloqueo que hacen de ello los grupos fundamentalistas religiosos.
8. Manifestamos que la oposición que hacen los creacionistas respecto al parentesco de los humanos con los demás primates y de nuestra evolución es científicamente deshonesta y responde solamente a intereses doctrinales. Los creacionistas tienen derecho a creer lo que deseen pero no pueden pretender pasar por alto el testimonio fósil, ni del ADN, ni de hacer pasar sus convicciones religiosas como una explicación al mismo nivel de la ciencia.
También les enlazo a su reseña del día de hoy, que habla de la evolución y las teorías del "diseño inteligente". ¡Feliz día, mis monos amigos! ;)


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domingo, 23 de noviembre de 2014

Una protesta, una feria del libro y una triste demostración de "cultura"

Empecemos diciendo que no soy de Caracas. Vivo en Maracaibo, pero evidentemente soy venezolana. Quiero decir con esto que lo que percibí de los hechos de esta tarde, lo hice de manera lejana e indirecta. Sin embargo, no creo que esto imposibilite manifestar mi opinión sobre ciertas cosas que pude apreciar a través de las redes sociales sobre todo.

No vengo a hablar del hecho como tal. Lo que pude saber, por noticias y testimonios, es que hoy se celebraba el cierre del Festilectura 2014, una feria de libros que se realiza en Caracas y que la misma estaba teniendo lugar en la Plaza Altamira, habiendo tenido hoy más concurrencia que los anteriores días, según algunos testigos.

En la zona, cerca de horas del mediodía, se conglomeró un pequeño grupo de jóvenes a protestar. Parece que las actividades de protesta no fueron muchas ni muy contundentes, hicieron cadenas humanas, trancaron una avenida que daba paso a la Plaza, y por lo tanto, al evento, y al parecer, algunos cuerpos de seguridad aparecieron, sin llegar a enfrentamientos. Debido a la atmósfera que estaba habiendo en el lugar, los organizadores del Festilectura decidieron cerrar el evento por seguridad.

Aclaremos: los manifestantes supuestamente manifestaban en memoria de los estudiantes caídos en las protestas de febrero. Sea quien sea que organizó esta manifestación, fue bastante escueta y fracasada, y estorbó en un importante evento cultural: vamos bien. Sin embargo, protestar en un evento cultural, con afluencia de gente no es del todo descabellado: se busca visibilidad. Así mismo, la Plaza Altamira es un lugar según tengo entendido, relativamente seguro en la capital, y un punto ya prácticamente obligatorio en las manifestaciones opositoras.

Lo lamentable de todo esto, no fue que la protesta tuviera poco impacto y sentido, ni que el Festilectura cerrara parcialmente (al par de horas algunos stands reabrieron, pero muchas actividades se suspendieron); sino la demostración que dieron los "amantes de la cultura y de los libros" en las redes sociales.

Los muchachos que manifestaban fueron calificados de guarimberos (sí, la palabra favorita del gobierno), oscurantistas, brutos y bárbaros, poco estudiados, iletrados, y un vergonzoso etcétera., por el hecho de haber "provocado" el cierre del festival (cosa que ellos no pedían, fue una consecuencia indirecta; se puede decir que fue una torpeza).

Una cantidad de personalidades (escritores, autores, articulistas, dueños de medios, blogueros de renombre de la escena venezolana), no dudaron en ridiculizar la acción y adelantar toda clase de conclusiones sobre la "poca cultura" de los niños enmascarados, por haberles interrumpido su festival.

Y cómo me decepcionaron, señores, porque yo sigo a muchos de ustedes. Yo soy una persona mucho más inclinada al pensamiento y la reflexión que a la acción. Yo soy una asidua lectora, soy escéptica y crítica, y me encantan los pocos espacios culturales de los que gozamos, pero eso no me hace mejor que nadie, ni me da las facultades de andar llamando "bruto" a alguien por una acción que me haya afectado, menos aún tratándose de una protesta en un país que atraviesa una situación tan crítica como la nuestra.

En Venezuela, ser un "letrado", más aún, tener una buena educación, es un lujo, como para que vengan nuestros escritores, con ese aire de divismo, a darles todo tipo de descalificaciones a estos muchachos por una simple manifestación, torpe, pero manifestación al fin.

En verdad no se debe andar actuando con poca cabeza, pero el descontento es fuerte, y últimamente nadie ha estado dispuesto o ha logrado capitalizarlo efectivamente. La espontaneidad, la improvisación son cosas que tarde o temprano pasarán.

El pensamiento sin acción no sirve de nada. Y de hecho, creo que en general, quienes llevan a cabo las dos cosas son gente diferente, debe procurarse una articulación efectiva entre las ideas y lo que se hará al respecto de la situación que vivimos. Hoy fue lamentable que mucha gente presentara la cultura y la protesta como dos cosas incompatibles, cuando definitivamente no lo son.

Les dejo con algunas de las opiniones que personalmente no secundo.






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lunes, 17 de noviembre de 2014

¿Cuál clase media?

Muchos lo han dicho, en medio del desastre económico que vive Venezuela, somos una generación aplastada, una generación que ha tenido que pasar doble trabajo para si acaso surgir o independizarse. Son muchas las variables que nos afectan, y el futuro solo se ve peor. 

Me hace gracia que desde el gobierno se haga burla de la clase media venezolana, o que para muchos se considere ilegítima su queja por la decadencia a la que ha sido sometida, hasta el punto en que no sabemos realmente si la clase media venezolana sigue existiendo en muchos estratos que, por ejemplo, en los 90's, lo eran sin duda. La generación de relevo nos hemos visto en la imposibilidad de hacer una vida como la de nuestros padres y abuelos.

Me pregunto si soy de la clase media, cuando, siendo una profesional, con título universitario, y ejerciendo mi profesión, empleada y hoy iniciándome como profesora universitaria, no me redondeo los 100 dólares al mes*.

Me pregunto si soy de la clase media, cuando en mi casa, aunque de muchos metros cuadrados (pero considerablemente vieja), convivimos tres generaciones, sin esperanzas de independencia a menos que sea saliendo por la frontera. Y cuidado un resbalón, hasta podríamos terminar siendo cuatro generaciones en un mismo lugar.

Qué clase media si casas, carros, terrenos, parecen cosas inalcanzables, y que el banco me dé créditos para ello, ni soñar. Mi patrimonio llega apenas a ciertos equipos para ejercer mi profesión, una computadora, un smartphone y un montón de libros. Los ahorros, mejor que no existan, mejor comprar artilugios tecnológicos, hacer unos cursitos, o llevar adelante proyectos personales, porque el dinero venezolano se diluye a ritmo vertiginoso.

Mis padres empezaron a trabajar alrededor de los veinte, y a los dos o tres años se casaron, con carro y casa propia. Mis abuelos igual, o aún más rápido. Uno de ellos incluso salió de la pobreza extrema, y solo con estudiar, hacer su carrera y trabajar en ello ("solo", lo que todos hemos hecho, y se suponía que hacíamos lo correcto), y edificó una casa y una familia bien acomodada.

¿Qué rayos pasa? ¿Hasta qué punto han destruido el país? Y eso que yo soy de la clase media. No me quiero imaginar los estratos más pobres. O sí, me lo imagino. Nada más en estos días escuché relatos escalofriantes de armas y drogas en los liceos públicos, y hay gente que no tiene más remedio que enviar a sus hijos allá y recibirlos entre cuatro paredes a medio construir por la noche, sin certeza de que haya algo de comer.

A todo esto, se suma una diáspora sin precedentes. Quienes más o menos tienen estudios (pregrado, posgrado, y hasta bachilleres) están estudiando seriamente sus opciones en el exterior. En un país sin meritocracia alguna, donde no hay acceso a puestos de trabajo que garanticen un mínimo nivel de vida, el capital humano, lo más valioso quizás, se está fugando y produciendo riquezas en otros lugares del mundo. Si eres pobre, esto es casi imposible, si eres rico, a lo mejor vives bien acomodado y no te pega tanto: la clase media es la que se nos va.

Somos un país pobre.

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* Según el Banco Mundial, el umbral de pobreza se ubica por debajo del ingreso de 2 dólares al día (http://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%ADnea_de_pobreza). El salario mínimo venezolano actual es de 4.251,78 VEF, al cambio en dólares en el mercado libre, 41,3 USD. Hay otras tasas de cambio reguladas por el gobierno, pero el acceso a estas divisas está restringido, y los precios de bienes y servicios se calculan al precio del mercado libre o negro.

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sábado, 15 de noviembre de 2014

Aires de feria y chikungunya

Mañaneo. Aún persisten los dolores en las manos, rodillas, cuello y pies cuando estoy recién levantada, aún cuesta caminar. Este mal que nos ha invadido viene de África, dicen. Se llama Chikungunya o Chikunguña, vocablo makonde que significa "enfermedad del hombre retorcido". Se supo de ella en nuestro país desde hace unos meses, era como un fantasma del que hablaban los del centro, y de pronto arribó a las tierras marabinas por allí en octubre.

A casa llegó un fin de semana, mi abuela fue la que empezó, con dolores en las articulaciones y sensación de fiebre. Luego de un par de días me levanté yo con dolores en ciertas articulaciones y esa semana vinieron la fiebre y las erupciones. Luego cayeron mi madre y mis dos hermanas. Cinco personas, de siete que compartimos el techo. Era de esperarse con la cantidad de zancudos que hay acá, pero la velocidad de la propagación es impresionante, nada parecido al dengue por ejemplo.

Los hogares cuentan las mismas historias: cayó la mitad, cayeron todos, raros son los casos en que un solo miembro de una familia cae enfermo. Por supuesto, todo son cuentos y anécdotas. El gobierno se pronuncia muy tardíamente sobre el problema, y cuidado y usted dice algo. Incluso sé de anécdotas de primera mano, en que la palabra "chikungunya" estaba prohibida en los ambulatorios, sobre todo al inicio del brote. Todos eran diagnosticados con "virosis", "cuadro febril", o dengue en los casos que la duda podría existir por el parecido en el cuadro sintomático. Supe de un hospital público colapsado, que no tenía ni siquiera termómetros.

Por alguna razón, se difundió la idea de que el único medicamento que se podía tomar para aliviar los síntomas era el acetaminofen o paracetamol (también se puede tomar ibuprofeno o diclofenac), y la escasez de medicamentos en el país, aunado al brote repentino y a la viveza de muchos, ha hecho que se hagan colas enteras para comprar acetaminofen; y unos muy comentados medicamentos "para subir las defensas": el ácido fólico, la vitamina C y la vitamina B12 (1, 2, 3, 4...), y que se llegue a la gravísima existencia de un mercado negro de medicamentos.

El gobierno por su lado, habla de estadísticas de "fiebre", pero no de chikungunya, o sí de ella, pero con cifras que todos sabemos que no tienen nada que ver con la realidad. ¿Y cómo?, si no hay reactivos para hacer la prueba específica para detectar el virus en sangre. Aquí todos tuvimos chikungunya, nadie tuvo su diagnóstico oficial.

La falta de información oficial provoca toda clase de especulación. Que si la enfermedad se transmite tan rápido que ese no debe ser el mosquito, que si te tienes que tomar un menjurje para que se te cure y si no te lo tomas atente a las consecuencias, o una de las más descabelladas: esto no es chikungunya, sino una intoxicación por algún metal pesado debido al bombardeo de nubes (?).

A ello se suman las compras desesperadas de medicamentos "para las defensas" como los que mencioné, que pudieran empeorar a los enfermos con su incidencia hepática. Pero ahí anda, todo el mundo especulando, todo el mundo hablando paja, super convencidos de sí.

Familias enteras, instituciones a medio funcionar por personal enfermo, gente cojeando por toda la ciudad... parece sin embargo, que las advertencias ya estaban dadas: 

En un documento que publicó la Organización Panamericana de Salud el mes de julio de 2011, titulado Preparación y respuesta ante la eventual introducción del virus Chikungunya en las Américas, ya se alertaba que los grandes brotes resultantes podrían hacer colapsar los sistemas de atención de salud existentes y la infraestructura de salud pública, además de entorpecer algunos aspectos de la organización social. También advertían allí que la tasa de ataque de las comunidades afectadas oscilaría entre el 38% y el 63% de la población expuesta. (...) 
De los casi 30 millones de habitantes de Venezuela, no menos del 70% vive en áreas de alta densidad del mosquito Aedes, por lo que la población expuesta a la enfermedad es de unos 21 millones. Si la tasa de ataque es del 38 al 63%, el número de venezolanos afectados por Chikungunya puede estar entre 8 y 13 millones de personas. (Prodavinci)
La crisis de la Chikungunya, se suma pues, a nuestra crisis general, y en estas fechas, transcurrimos aplastados entre la desesperación y el desenfreno de las fiestas, que por supuesto, no van a parar. El Halloween fue, el Encendido de la Avenida Bella Vista fue (aunque tenemos apagones para regalar), la Feria será, las Navidades "felices" serán, y para echarle combustible a la candela de la ilusión, nos aumentaron el sueldo antes del pago de utilidades, y seguirán gastando unos miles de dolarillos en espectáculo caliente para el pueblo, mientras no hay para el sector farmacéutico.

Unos cuantos debieron andar cojeando en el encendido de luces, y a unos cuantos veré cojear en los amaneceres y procesiones, y otros tantos se pasarán de alcohol después de la artritis viral. Pero todo bien, La Chinita y el Niño Jesús nos protegerán (sarcasmo, ¿ok?)

Yo llevo casi un mes con esta vaina. Sí, descansé dos semanas enteras, y luego de volver al ruedo, recaí sin más, y con afecciones gastrointestinales. No, no he tomado menjurjes, y no quiero que me recomiendes el tuyo, ni tampoco voy a torturar a mi hígado con decenas de vitaminas. Ya tengo suficiente con que tuve que suspender mi debut debido a este interminable mal, y con que el dolor en los dedos no me deje tocar piano en paz.

Un consejo: no dejen que les piquen los zancudos.



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domingo, 26 de octubre de 2014

Revender no es malo


Bienvenidos a Venezuela, el país de los vivos-bobos, el país donde el gobierno nos tiene ahogados en controles económicos, parece que no nos deja hacer nada, pero a la hora de la verdad, deja hacer a todo el mundo lo que le da la gana, eso sí, menos hablar mal de ellos.

Una economía viciada

En el desastre económico que vivimos, nos han hecho creer una serie de cosas, que la gente repite y repite, haciendo que nos olvidemos de las causas de los problemas. Así, es normal que todo el mundo hable de que especular, acaparar, revender, remarcar, son cosas malas; pero la realidad es, que en un país con una inflación oficial de más del 60% todo el mundo hace y se ve en la obligación de hacer.

El bolívar se nos diluye entre las manos, y todo el mundo con la presión inflacionaria aumenta los precios, no ahorra en moneda sino en bienes o en divisas (cuya tenencia es ilegal), compra para vender luego (no es que las cosas se "revaloricen", es que es el único modo de medio ganarle la carrera a la inflación).

A esto se suma el hecho de que el gobierno todo quiere controlarlo. Entre esas cosas que pretende "controlar" artificialmente, están los precios de los productos de la canasta básica, algo como para "salvaguardarlos de la inflación" (que es culpa de ellos y nada más que de ellos y su administración), y "proteger el alimento del pueblo".

Pero no entienden, o no dicen, que crean un círculo vicioso. Para las empresas no es rentable vender a precios artificialmente baratos, mientras toda la materia prima aumenta, los sueldos aumentan, los alquileres aumentan, todo aumenta. Así, la producción baja. Cuando no, el gobierno expropia, y a fuerza de subsidio, vende los productos baratos. ¿Y qué es el subsidio? Pues que con nuestra plata están pagando ese "excedente" de precio que no pagamos nosotros, o sea, lo pagamos nosotros igual.

Pero la escasez abunda, y como dije al principio, aquí todos hacen lo que les da la gana. ¿Entonces? Quien tiene tiempo de cazar los pocos productos que hay, va y los revende a un precio muchísimo mayor, o pasan los productos por la frontera para venderlos en moneda mucho más valiosa. Por supuesto, el gobierno quiere criminalizar esta práctica. Pero no se confunda: revender no es criminal.

Revender

En cualquier economía normal, la reventa es un proceso necesario, es parte de las fases por las que atraviesa un producto antes de llegar a manos del consumidor final. Es lo que hace cualquier comerciante: comprar para luego vender, así sean productos ya acabados. La idea para que sea rentable es que compre al mayor y venda al detal, sino no tendrá una buena oferta para el comprador.

Pero, ¿qué pasa cuándo el producto no lo hay, y de paso, es un producto de primera necesidad? Muy sencillo, el vendedor no tendrá mucho que ofrecer e intentará sacar el mayor provecho posible de todo lo que tiene, más aún sabiendo que todo el mundo lo quiere comprar. Venderá al precio que a él le parezca, o al menos a uno que lo mantenga bien cómodo a costa de ello.

Lo único que he hecho es una explicación de esas vainas que llaman oferta y demanda, y que nuestro gobierno aparentemente ignora que existen.

¡Claro!, esta práctica de vender al "precio que mi me da la gana" también puede verse como estafa o usura, pero ¿qué tal si quienes lo hacen trabajan al margen de la ley, y de paso nadie hace nada?

El comercio informal

En nuestro país el comercio informal y especialmente su subcategoría, el buhonerismo, han llegado a niveles intolerables. Basta ir a un lugar como el centro de Maracaibo. En el casco central de nuestra ciudad, hay tantos "tarantines" (techo y mesa improvisados para vender), que las aceras, el canal alterno de las avenidas donde lo hay, y la acera entre el canal alterno y el canal derecho (a veces hasta el canal derecho), están tomados por los buhoneros.

Tanto es así, que a los locales comerciales (que supongo pagan un impuesto por derecho de frente, derecho de aviso, etc.), no se les ve desde la avenida. En todo este caos, nadie reclama, pues los comerciantes informales ya son mayoría, y muchas veces la misma persona maneja locales y tarantines a la vez.

Así mismo, en cualquier acera de una avenida concurrida, en el frente de su casa, o en cualquier semáforo hay comerciantes vendiendo toda clase de productos, desde chucherías hasta ofreciendo llamadas telefónicas, y por supuesto, muchos vendiendo también productos de la cesta básica.

En un caos como éste, ¿qué se puede controlar? Al principio, los buhoneros vendían a la luz del día los productos de la cesta básica. Con las primeras prohibiciones y advertencias, los guardaron, pero igual los productos en los supermercados siguen sin cubrir la demanda de la población, por lo que han optado por tenerlos escondidos, pero ¡oh!, todo el mundo sabe que ahí están, solo pregunte discretamente qué es lo que quiere.

El gobierno con sus shows de que va a luchar contra el contrabando, el acaparamiento y la especulación en productos de la cesta básica; ha aplicado toda clase de políticas fallidas. Hace un par de días decretaron que nadie podía revender productos de la cesta básica (excepto establecimientos como supermercados, farmacias, panaderías). Quieren tener cada venta controlada y esto es en la práctica imposible. Lo peor es que en realidad se frena el comercio de los productos.

¿Y por qué los productos se van por la frontera? Porque sus precios regulados son tan irrisoriamente baratos, y el bolívar es tan barato, que pasarlos al otro lado, y venderlos a un precio de mercado en pesos colombianos o dólares es tan lucrativo, que hasta se toman el riesgo, y (creo que no hace falta decirlo), por supuesto tiene que haber autoridades implicadas en un negocio que ha adquirido dimensiones monstruosas. Entonces, sumemos a la escasez normal, todo lo que se nos va por la frontera.

El origen del mal

Entonces pretenden que con "¡mano dura a la especulación!, ¡mano dura al contrabando!" esto se va a acabar. Pues no. Ya incluso las empresas privadas están pretendiendo poner restricciones al consumo.

Aquí los males son dos: el control de precios y el comercio informal (que incluye el comercio binacional o contrabando).

Si se manejaran precios de mercado, si se respetara a la empresa privada, la producción sería suficiente para cubrir las necesidades de la población. ¿No quieren que los precios aumenten todos los meses? Pues, señores del gobierno, dejen de botar las divisas, disminuyan el gasto público innecesario, dejen de imprimir dinero inorgánico, que son algunas de las principales causas de nuestra inflación.

Y lamentablemente, aunque hoy sea una medida impopular, hay que poner freno al comercio informal. Claro, esto no se hace metiendo preso a cuanto buhonero haya en la calle, ni más faltaba. Tienen que haber planes para que estos comerciantes se registren formalmente y ejerzan su actividad comercial en lugares destinados a ello, ¿pagando un alquiler? Pues sí, ¿qué pretenden, lucro y ya? Venezuela tiene que dejar de ser el lugar del "pongo una mesita en la acera y vendo lo que sea".

Claro, todo esto suena a utopía, en un país en el que las trabas al comercio formal, y a la empresa (así sea pequeña o mediana), son cada día mayores; y donde los salarios no alcanzan para nada.

Lo importante es reclamar a quien es, por lo que es. Ya estoy harta de que la población haga el juego al discurso del gobierno, culpando al "acaparamiento", a la "especulación", llegando incluso a la xenofobia; mientras encuestas demuestran que muchos siguen apoyando el origen del mal: el control de precios, y los otros dicen que les dejen su tarantín en paz.


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jueves, 23 de octubre de 2014

Reseña: Ser gay en el islam




El día que fui a la FILVEN de este año, uno de los primeros puestos que encontré a mano izquierda tenía varios libros gay-friendly. Los amigos que andaban conmigo me empezaron a molestar porque saben que me gusta el tema y anduvimos revisando. Este libro del que les hablaré brevemente llamó mi atención instantáneamente: Amor sin nombre, de Brian Whitaker, un periodista inglés que ha dedicado gran parte de su carrera al Medio Oriente.

El primer aspecto que llamó mi atención del libro por supuesto, fue esta mezcla temática entre diversidad sexual y religión, que si quisiéramos, están muy relacionados en la mayoría de los casos. El islam es un gran desconocido para la mayoría de los occidentales, incluyéndome, y las impresiones que nos llegan de esta religión no son muy buenas. La falta de libertades, el machismo acérrimo, la violencia, la no-secularidad son realidades del mundo musulmán que no podemos ignorar. Sin embargo a veces se peca de juzgar en base a la religión a esta cultura, cuando las religiones occidentales no han sido mucho mejores.

Hubo varias perspectivas en este libro que llamaron mi atención. En primer lugar está lleno de testimonios de gente que ha "salido del closet", y los problemas que se presentan van desde la vergüenza familiar hasta la muerte. Sin embargo, el autor destaca que la ejecución por homosexualidad no es algo común en Oriente Medio, que siempre los "criminales" son acusados de otros crímenes conjuntamente (que casi siempre incluyen violación), y que muchas veces el gobierno realiza estas ejecuciones a modo de propaganda o de demostración de que son defensores de la "moral y las buenas costumbres".

A pesar de esto, hay todo un mundo gay en muchas ciudades musulmanas, que mientras se mueva en la esfera privada, no suscita escándalos, ni terminará en ejecuciones.

Muchos jóvenes sufren por el temor de ser expulsados de sus familias, e incluso de su país. A veces optan por llevar una vida clandestina, y otras optan por huir y poder ser libres. Pero la mayoría de ellos de hecho no quiere renunciar a su religión sino hacer las paces entre ella y su sexualidad.

Algo interesante es que existen variedad de posturas respecto a la homosexualidad: hay desde quienes la consideran un pecado menor, en el que la persona puede evitar las tentaciones y pedir perdón a dios, hasta quienes piensan que es una abominación inconcebible que atenta contra la naturaleza de la sexualidad humana. También me pareció interesante el hecho de que muchos de los musulmanes más conservadores en este sentido establecen alianzas con cristianos conservadores para mover sus influencias y para el movimiento anti-gay.

El autor destaca la influencia occidental en las políticas contra la homosexualidad. Muchos países árabes actuales fueron colonias de países europeos que aplicaban sus leyes en estos territorios. La tradición árabe está llena de relatos eróticos y homoeróticos, y resulta extraña en parte su actitud en la actualidad con respecto a las relaciones entre personas del mismo sexo. Incluso se habla de una época en que Occidente vio a Oriente como una tierra llena de prácticas depravadas, y hoy sucede justamente lo contrario. En todo caso, se trata también de una idealización del otro.

Una de las conclusiones más importantes del autor llama mi atención: el problema no necesariamente es la religión, sino la falta de laicismo en los países árabes. El hecho de que la religión pueda ejercerse desde el poder y tomarse como referencia para la justicia es un problema que desde hace rato estamos superando en Occidente, y esa es una diferencia fundamental a la hora de reconocer y ejercer los derechos ciudadanos.

Un libro muy recomendado para quienes les interese el tema.

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jueves, 16 de octubre de 2014

¿Prohibir el vallenato? ¡Eso es censura!


En realidad, nadie ha expresado que será literalmente prohibido. En mis redes hay un alboroto armado por el siguiente titular del diario Panorama: "Santa Lucía será zona libre de vallenato y con restricción vehicular"; y el texto de la noticia afirma:
"En el bulevar no se podrá escuchar vallenato, en esa zona turística deben prevalecer la gaita y los ritmos zulianos."
Pero en ninguna otra parte se habla del vallenato como tal. Se dice que "no se podrá", así de un modo prohibitivo, es todo. Me acordé de aquella noticia en el que prohibirían supuestamente el reggeaton en algún lugar de Latinoamérica (que no sé si sería cierta, porque no encuentro referencias). En ambos casos, lo que he encontrado es gente celebrando la medida, y lo peor, ¡músicos celebrando la medida!

En primer lugar cualquier medida que pretenda censurar un género musical es eso: una medida de censura que atenta contra las libertades del ciudadano. El Estado no puede decidir de qué manifestaciones artísticas que estén en oferta puede disfrutar o consumir cada quien. Se puede clasificar la cosa según el lenguaje y el contenido, por edades, es todo.

En segundo lugar, se parte de una falacia: que el género hace la música. La música no es buena, mala, bonita o fea por el género al que pertenezca. Los géneros son características generales de forma, ritmo, instrumentación y etnicidad de un conjunto de piezas musicales o intérpretes, y poco tiene que ver con la calidad de la música. Hay salsa buena y salsa mala, hay música "clásica" buena y música "clásica" mala, hay rock bueno y rock malo, y también hay vallenato bueno y vallenato malo.

En tercer lugar, se parte de otra falacia: que la música extranjera nos hace desvalorizar nuestra música. Cualquier apertura a la información es buena. No creo que haya necesidad de demostrar este punto. La música venezolana, dentro de todo lo que pueda sufrir, no la veo en mal momento, de hecho hay hoy día muchos artistas del mundo pop cuyas ofertas musicales están basadas en ritmos venezolanos; y en las escuelas musicales venezolanas el repertorio de acá es obligatorio, así como en las agrupaciones culturales del Estado se estila tener amplio repertorio de géneros de acá.

Creo que la ignorancia general acerca de nuestra música se debe en gran parte a malas políticas del Estado. Primero la pésima educación venezolana. Un ciudadano mejor educado optará por consumir música de mejor calidad, y comprenderá la importancia de apreciar lo local y nacional también. Segundo, la terrible situación económica del país, y los malos pagos a los cultores y músicos locales influyen directamente en que se produzca menos música venezolana, o que menos gente se vea tentada a vivir de ello. Sí, creo que una economía más liberal favorecería a TODAS las manifestaciones culturales, incluyendo las nuestras.

Por último, y como dijo un amigo, una medida así sería xenofóbica. ¿No nos sentiríamos ofendidos los venezolanos si Colombia u otro país se prohibiera un género venezolano, sólo por su fuerte penetración? Y lo más absurdo: pretenden defender "valores tradicionales" censurando un género tradicional latinoamericano.

Censurar, prohibir, no es el camino, y menos en cuanto a cultura se refiere; así que dejen de celebrar, sobre todo ustedes, colegas músicos, porque mañana podrían ser ustedes los censurados.

Ahora, les dejo un vallenato que me gusta.




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lunes, 6 de octubre de 2014

¿Los venezolanos andamos muy sensibles?

Photo credit: TarikB / Foter / CC BY-NC

Sí, claro que sí.

La sensibilidad es un aspecto humano complejo, del que no se puede hablar a la ligera. Este domingo ha ocurrido un incidente que me ha llevado a escribir y poner mi perspectiva sobre ello, sobre lo que considero un momento de hiper-sensibilidad del venezolano.

La caricatura de Weil

El caricaturista Roberto Weil, envió una caricatura para su publicación como es usual en un suplemento dominical, en la que se hace una sátira de un velorio. Muchos chavistas asociaron la caricatura directamente con el reciente asesinato del diputado oficialista Serra, y han manifestado en las redes sociales toda clase de insultos hacia Weil, e incluso han mencionado el hecho de que debe ser investigado. Weil alega que la caricatura fue hecha hace dos semanas, que no tuvo nada que ver con el lamentable suceso, y que además, la misma no circuló en la revista, por la asociación que podría haber acarreado.

Hablando en específico de este caso, diré que las cargas contra Weil son exageradas (como es costumbre desde el actual gobierno). Para mi la caricatura es genial, pues es una sátira de cómo suelen ser los funerales, en los cuales se rinden honores y casi siempre se habla bien de esa persona fallecida, cuando no necesariamente fuera así de buena. La representación de las personas como animales no es nada nuevo, y menos si se quiere hacer sátiras de políticos. Puede ser que haya herido sensibilidades sin haberlo querido, pero Weil hizo lo propio al disculparse, y estar de acuerdo con la retirada de la página en el suplemento del día de hoy.

Por otro lado, el oficialismo ha tenido una esta reacción, y se ha tomado la caricatura como algo "personal", cuando ya se afirmó que no sería así. La misma se coló en las redes sociales (no sé desde qué fuente en primer lugar), pero ha supuesto pronunciaciones de ministros y personajes importantes de la política nacional, amenazando, utilizando lenguaje soez contra un ciudadano, y atentando contra la libertad de expresión.

El fanatismo

No es la primera vez que el oficialismo exige "respeto" por la sátira realizada hacia sus símbolos y personajes. Incluso cuando la muerte del ex presidente Chávez, todo el tiempo se pedía que se dejara de hablar mal de lo que él había hecho en vida, "por respeto" a los sentimientos de sus seguidores.
En mi opinión, nada más fuera de lugar que pedir respeto hacia los sentimientos de un fanático. Todos merecemos respeto en cuanto seres humanos, pero pedir que "no se hable mal de alguien" por respeto hacia tu adoración hacia esa persona, es por lo menos ridículo. Más aún, cuando Hugo Chávez tuvo tantos detractores y no sin razones reales.

Todos tenemos nuestros seres que admiramos, pero esto no quiere decir que otros no puedan hablar mal de ellos u opinar en contra, más aún si estas opiniones se emiten con argumentos. La libertad de no estar de acuerdo con algo también existe. Digamos de paso, que el fanatismo es de los más bajos sentimientos humanos y lleva una fuerte carga de irracionalidad. No es lo mismo admirar a alguien que adorarle, y por lo general, cuando se defiende a alguien a quien se adora, se lo hace con pasiones exageradas.

El disentimiento, y más aún en la política es sano, y necesario para la existencia de la democracia y la pluralidad. Si se saca el argumento de que se "hieren sensibilidades" se está asumiendo el problema como algo personal y emocional, perspectiva totalmente errada y que ofusca contra una visión equilibrada de la realidad.

El discurso oficial

No es secreto para nadie que Hugo Chávez utilizaba un lenguaje bastante violento para referirse a la otredad política de Venezuela. Ni siquiera cuando se trataba de muertos, él "respetaba" (recuérdese el caso de la muerte de CAP: "yo no pateo perro muerto"). El ex presidente utilizó así mismo toda clase de insultos para referirse a su oposición política (incluyendo a los ciudadanos): escuálido, majunche, etc.

Los seguidores de Chávez y su gabinete político, han imitado este discurso. Y así, en sus redes sociales, responden a los ciudadanos diciendo "hijo de puta" sin siquiera tener en cuenta que ellos son funcionarios públicos. El actual Presidente, Nicolás Maduro, mostró una total indolencia ante los asesinatos en las protestas del primer trimestre de 2014, y bien se recuerda un video en el que bailó con su esposa, dando a entender que no había nada que lamentar.

En resumidas cuentas, el discurso oficial es provocador y violento. Esto no justifica que desde la oposición se responda de la misma manera, y menos aún de parte de los dirigentes de la misma. Pero la gente normalmente tiene reacciones verbales acordes a las que se están lanzando desde su propio gobierno.

Más aún, no se justifica que desde la boca de funcionarios públicos se insulte a la ciudadanía por su posición política, puesto que quien está allí, sea del partido que sea, detenta un cargo en el cual se supone que trabaja para todos los sectores del país por igual.

La realidad, la negación y la ira

Si bien existen oficialistas que andan muy sensibles por su fanatismo, y un discurso oficial que pone sensibles a muchos, también existe en Venezuela una realidad agobiante, que de paso, pretende ser negada todos los días.

El ciudadano común debe soportar largas colas para conseguir alimentos de la cesta básica, para surtir combustible, debe calarse apagones de alcance local y nacional, mala administración de los recursos hídricos, devaluación constante de la moneda y pérdida del poder adquisitivo en plazos cotidianos, falta de oferta inmobiliaria, falta de medicamentos e insumos médicos aún habiendo la existencia de epidemias, y una inseguridad que se lleva a más de 20.000 venezolanos anualmente, con una impunidad de más del 90%.

Todos estos problemas, además de tener que soportarlos, son negados constantemente por aquellos oficialistas que nos gobiernan. "El contrabando y la especulación son los que acaban con la comida y el combustible" sin admitir que los controles de precios y subsidios han influido grandemente en ello; "estamos ante una guerra bacteriológica", o el argumento más ridículo para describir las razones de la proliferación de ciertas enfermedades; "la inseguridad es una construcción mediática", o el alegato también de que las víctimas son los culpables cuando son robados o asesinados, negándose a aportar soluciones, e irrespetando cada una de las víctimas humanas que dejan este mundo todos los días por decenas.

Es normal que en esta situación se genere ira, irritabilidad y resentimiento en cualquier persona, y es fácil sentirse totalmente impotente y además burlado con el discurso oficial. Esta dimensión de la "hiper-sensibilidad" del venezolano es quizás la que más se justifica. Por ejemplo, ¿qué se le va a hablar a una madre que perdió a un hijo joven a manos del hampa, y que todos los días ve cómo desde el gobierno se niega su realidad, de "respeto" ante el asesinato de un político? ¿Qué se le dirá a padres de familia que no pueden costear la comida sobre "no herir" a quienes adoran al difunto? ¿Cómo decirle a un joven que ve mermado su futuro que "respete" y no insulte o al menos satirice al gobierno? Es absurdo.

Justificada o no, nuestra sensibilidad es un problema

Ya que estamos muy sensibles, y aunque haya razones, debo decir que esta actitud es un serio problema. Andamos muy volátiles, y con ello, el sano debate no existe.

Unos por un lado, andan dolidos todo el tiempo por las críticas a su líder, a sus gobernantes o a sus partidos. Esa no es la actitud. ¿Cómo esperamos que se construya democracia si no hay opiniones? Defender lo que piensas no puede hacerse desde la apelación constante a las emociones, porque las mismas no justifican nada.

Por otro lado, hay quienes andamos sensibles por una realidad aplastante, a la que no se le ve voluntad alguna de solución por parte de nuestros administradores. Cualquier tema relacionado con la realidad o con la política en sí, muchas veces genera reacciones de ira, y es común, ya sea en la internet o en las calles, que la gente discuta fuertemente por estos temas, algunos por el fanatismo del que ya hablé (que existe en ambos bandos), y otros por sentirse muy indignados constantemente.

Pero en todo esto hay puntos de encuentro, o mejor dicho, existe otro tipo de sensibilidad que hemos perdido y que nos convendrá desarrollar de nuevo para salir de esta crisis. Esa sensibilidad está relacionada con la empatía y la capacidad de ponernos en el lugar del otro, y me refiero a los ciudadanos, no a los políticos.

Los problemas que nos aquejan nos afectan a todos, en primer lugar, solo que se difiere en las causas de los mismos. Hay que comprender que hay causas múltiples, y que muchas veces se ve solo algunos aspectos o dimensiones (cosa que pasa preocupantemente desde el gobierno, por lo que no hay soluciones efectivas); pero entre los ciudadanos, para la discusión, para la crítica y para la construcción de una alternativa a esta crisis, hay que ver las cosas desde todos los ángulos posibles.

Otra cosa es que el fanatismo se ha construido muchas veces en base a la desesperanza, y se halla en el líder, esa promesa de un mañana mejor. Hay que bajarle dos al fanatismo por un lado, pero entender un poco en las causas del fanatismo del otro, que casi siempre se origina desde las mismas carencias, en pro de que haya una reconciliación y un posible diálogo. 

Y si hay algo que nunca dejaré de decir que necesitamos mucho es racionalidad, cosa que este gobierno se ha empeñado en dejar a un lado, siempre invocando las pasiones de la gente.


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lunes, 29 de septiembre de 2014

10 libros

Hace unos días, mi panita de internet Andreína Escorcia, me metió en uno de esos retos meméticos que hay por allí. Uno de libros para variar. Y bueno, ya que no terminé el reto de los 30, al menos poner 10 que me hayan marcado parece una cosa más fácil.

Decidí publicar una lista simple en Facebook, y por acá, hablar un poco de el por qué cada uno de estos lo recuerdo especialmente. A lo mejor en otra época hubiera dicho otros, o más adelante pondría otros, pero estos son los que se me ocurrieron, tratando de no repetir los autores porque de algunos de ellos he leído muy buenos libros que pondría por pares.

Ahí va la cosa:

1.- Cosmos, Carl Sagan.

No se lo esperaban, ¿verdad? Ya he hablado de la importancia de este libro anteriormente. No solo me introdujo a la bibliografía de Sagan, sino que constituyó un hito para mí, al enseñarme toda clase de ciencias, de un modo muy conmovedor; enriquecer mi naciente pasión por la astronomía, y darme las herramientas iniciales del pensamiento escéptico que me llevaría al ateísmo.

2.- Ficciones, Jorge Luis Borges.

Este libro lo encontré abandonado en un gabinete. Lo abrí por la curiosidad que me causó el nombre "El jardín de los senderos que se bifurcan", y después que lo leí entero, no lo pude olvidar. El juego del discurso de Borges, entre literatura, ensayo, filosofía y anécdota, lo hace fascinante. Luego leería otros cuentos increíbles como los de El Aleph.

3.- Neurosis y lucha de clases, Michael Schneider.

Una de las lecturas más apasionantes para mi. Este libro, como el título lo indica, cuenta la histora de la mezcla entre psicoanálisis y marxismo. Aunque ya yo había leído a Freud, este libro me llevó a nuevos textos de él mismo, a textos de otros psicoanalistas (Adorno, Fromm, Reich, Lacan...), y a conocer e interesarme por la teoría marxista. Una extraña época de mi vida.

4.- La trama de la vida, Fritjof Capra.

Este tampoco se lo esperaban, seguro. Capra, un físico nuclear interesado por la biología molecular, y gran divulgador de la teoría de sistemas y de la complejidad, me llevó por todo un mundo nuevo. Este libro, que es el primero que leí y el que más me gustó, nos introduce al pensamiento complejo de manera brillante, y da a conocer en él la teoría del caos, la historia de la cibernética y su posible aplicación en el origen y la explicación de la frontera entre lo vivo y lo inerte.

5.- Free play, Stephen Nachmanovitch.

Uno de música, de creatividad y de improvisación. Nachmanovitch, un gran improvisador, no solo nos explica cómo es el proceso de su arte, sino cómo los procesos de éste y de la composición pueden ser similares pero a diferente escala de tiempo. También hace descripciones increíbles de lo que es la ejecución musical, y aplica todo ello a la vida cotidiana.

6.- El contrabajo, Patrick Süskind.

Lo que más me gusta de esta novela, es el planteamiento de la ambivalencia en los sentimientos de un músico hacia su instrumento, ese amor/odio constantes, porque me identifico con ello. El protagonista cuenta toda clase de anécdotas de su vida cotidiana, y el pesado contrabajo a cuestas, siempre le acompaña.

7.- La náusea, Jean Paul Sartre.

La existencia precede a la esencia... y qué pesado puede ser existir. Una interesante perspectiva filosófica que me marcó, y que en esta novela es llevada al límite. Una de esas obras que puede afectar la percepción de la realidad.

8.- La muerte en Venecia, Thomas Mann.

Lo más raro acerca de esta lectura es que fue una tarea, pero no solo eso, sino que la profesora dijo que seguramente aquélla novela me gustaría. Sí, me gustó. Pero qué sorpresa que se trate de un amor romántico, platónico y prácticamente homoerótico. Un viejo casi agonizante enamorado de un hermoso joven que ni sabía de su existencia. Una deliciosa narración.

9.- 1984, George Orwell.

Bienvenidos a Venezuela, ¡perdón!, a Oceanía. Leí primero Rebelión en la granja, pero este libro me gustó mucho más. Y lo que más marca de esta distopía es su particular parecido con el momento político que vivimos.

10.- La máquina de follar, Charles Bukowski.

Este autor lo conocí recientemente, pero su lectura del mundo contemporáneo es fascinante. Algo oscuro, grosero y crudo, pero a la vez, de algún modo muy profundo. Leí otros, pero este libro en formato de cuentos fue el que más me gustó, aparte de que compaginó muy bien con el momento que vivía.

Pila de libros

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