jueves, 31 de enero de 2013

Silencios y significados: una referencia a Bassols

Hace poco llegó a mis manos un libro que me fue prestado por un amigo, debido a la combinación de psicoanálisis y música, dos temas despiertan mi interés. El libro se titula Polifonías en psicoanálisis, y consta de varios ensayos que unen ambos tópicos de diversas maneras, casi siempre predominando la postura psicoanalítica de orientación lacaniana, obviamente debido a que los ensayos fueron escritos por psicoanalistas, y no por músicos (aunque muchos de ellos manifiestan ser aficionados o cercanos al mundo musical).

Advertiré que no soy muy letrada en psicoanálisis. Leí algunas obras de Freud, y por ahí llegué a leer algo de la Escuela de Frankfurt, pero de Lacan sólo tengo referencias ajenas, como el libro que comento acá, y una recopilación de Jacques Alain Miller.

El primero de los ensayos fue uno de los que más me impresionó. Aborda un tema de suma importancia para la música: el silencio. Una clásica, pero vacía (a mi parecer) definición de música sería: arte de combinar los sonidos según determinadas reglas preestablecidas. Vacía por faltarle muchas dimensiones de la música en sí, por dar demasiado relieve a las reglas (cuando muchos de los grandes músicos se han dispuesto a dedicarse a romperlas), y porque descarta la mitad de la materia prima musical: el silencio, o la contraparte del sonido. Sin silencio no hay música, de eso ningún músico tiene duda.

El ensayo del que hago mención es de Miquel Bassols, de quien recientemente descubrí que lleva un blog personal, y se titula Cinco variaciones sobre "In a silent way". En su blog encontré fragmentos de lo referido en el libro, incluso hay un post que lleva el mismo título, pero no conseguí el material completo. Pueden consultarlo si les interesa leer el texto.

De este ensayo me llamaron la atención dos ideas fundamentales:

  1. La inexistencia de silencio absoluto, y el planteamiento de que los silencios pueden carecer o no de significado.
  2. El hecho de que aparentemente la música surja siempre del silencio profundo, o del deseo de acallar las voces del inconsciente.
En primer lugar, se cita un suceso bien conocido: la experiencia de John Cage en la cámara anecoica. La expectativa de Cage era escuchar el silencio absoluto, conocerlo. Pero para su sorpresa, sí escuchó algo: los sonidos de su cuerpo. Así llegó a la desilusionadora conclusión de que el silencio absoluto no existe, y tendrá que "reformular el concepto mismo de silencio, no como la ausencia de sonido, sino como la ausencia de toda intención de escuchar"*. El silencio pasa a ser aquel conjunto de ruidos que no escuchamos conscientemente. Hablamos de sonido en un sentido sensorial, no físico: las ondas mecánicas producidas por la materia evidentemente existen sin que algo o alguien las perciba y las interprete como "sonido".

En la música, el silencio forma parte de la materia prima para la construcción del discurso. El silencio musical es intencionado, requiere de la voluntad para existir, existir como ausencia de sonido. El silencio pasa a ser entonces algo "simbólico". Una aproximación interesante que nos señala el autor, la cual toma de Lacan, es la existencia de dos tipos de silencio: taceo y sileo (términos tomados del latín).

"El primer silencio, «taceo», es un silencio significante, es el silencio convertido en un sonido que puede ponerse en serie con los otros y que puede escribirse con un símbolo, diferenciarse incluso con diversos símbolos según su duración entre los sonidos, tal como hace la escritura musical. El segundo silencio, «sileo», es el silencio previo o posterior a cualquier sonido y se iguala así al silencio de la pulsión de muerte."**
Así hay una distinción entre el sonido con significado e intencional, que puede formar parte de un discurso, y el sonido absoluto, que no lleva en sí significado alguno (lo de absoluto ya se observó que es imposible, al menos para un ser vivo). El autor hace ver que en la música el sonido significante es utilizado todo el tiempo, pero se limita a los sonidos como duraciones (a las figuras de silencio: silencio de blanca, silencio de negra...), mas no profundiza en este sentido.

Los símbolos no solo pueden cambiar la duración de un silencio, también pueden cambiar la intención. Así, un símbolo anotado a una figura de silencio (como una fermata) puede afectar el comportamiento del intérprete en dicho espacio. La fermata no es simplemente para alargar la duración a placer, este alargamiento hace que necesariamente exista una incertidumbre, que no solo existe en quien interpreta, sino en quien escucha. También existe el silencio de la anacrusa. No la anacrusa como tal, sino la necesaria reflexión del intérprete de sentir dentro de sí la pulsación general de la obra, y entonces proceder a ejecutar las notas precedentes a la primera acentuación. Esta reflexión existe incluso si no hay anacrusa.

Así el sileo en la ejecución musical propiamente dicha, no acaba en el momento en que la música empieza a sonar, sino probablemente en el momento en el cual el cuerpo del intérprete comunica la intención de sonido. Dicha intención puede vivirse primero desde la mente del intérprete, y luego desde la perspectiva del público. Pero dicha intención no solo se imagina, se comunica con la actitud, con el movimiento corporal y con la respiración. 

Sería interesante estudiar el caso concreto del director coral u orquestal. El director permanece en silencio, pero en su silencio, y simplemente con su gestualidad, debe transmitir un plan de ejecución sonora, debe "hacer sonar" a la agrupación musical de una manera u otra, debe ser la "mente maestra" y silenciosa que da vida a la intención de lo que harán sonar los otros.

El sileo vendría a ser ese mar, ese lienzo vacío sobre el cual se construye, no el sonido, sino la intención sonora. Se anularía tal vez con la intención, más que con el sonido como tal. Y un ejemplo citado por el autor de ese silencio intencionado es la obra 4'33'', la cual consiste en 4 minutos y 33 segundos de silencio, del intérprete montado en escena en absoluto silencio. Un artículo interesante de esta obra lo pueden encontrar en este enlace.


El segundo punto es abordado desde la historia de la obra In a silent way (que diera el nombre al artículo), de Miles Davis. Se supone que el autor a través de ella quiere aproximarse al silencio, y no sería el único que buscase tal empresa. Hay una actitud algo obsesiva del músico hacia el silencio, como si éste fuese el sonido magnánimo, el dios solemne del discurso sonoro. El autor nos habla de la anécdota del compositor, y se apresura a decir que éste estaría componiendo sobre la ausencia de un gemelo perdido.

Lo interesante es el hecho de escribir desde la ausencia, hacer música para ofuscar el silencio o la ausencia del objeto deseado o añorado. Recuerdo que yo decía en Twitter que más hacen escribir los amores platónicos que los amores reales, y esto tiene mucho sentido. Poniendo las cosas desde una prespectiva muy personal, es desde la ausencia que se hace la mejor música. La música empezó a interesarme a partir de una gran frustración, y no dudo que haya sido así en muchos casos.

Sonar, hacer ruido, es un acto en el cual se acallan los pensamientos y sentimientos. ¿Surge la música del ruido insoportable de la ausencia, del ruido insoportable del silencio? Es una afirmación imposible de universalizar, pero no deja de ser plausible.

Pinturas blancas de Robert Rauschenberg.
Podría decirse que constituyen un equivalente pictórico de 4'33''

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* Autores varios. Polifonías en psicoanálisis. Editorial Ponaire. Caracas, 2010. p 13
** Ob. cit. p 16
Blog de Miquel Bassols.
Entrada publicada también en Panfleto Negro.

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domingo, 20 de enero de 2013

El caso Abreu: censura e incoherencia

Comunicado, tomado de Facebook. La publicación es de acceso público, pero por no haber pedido el permiso debido, censuro los nombres de quien publicó, y por supuesto, de quienes están etiquetados. El que guste, puede verla en Facebook, y de paso, deleitarse con los comentarios también.

Es increíble lo fácil que es pasar de ser un líder, un ejemplo de la "revolución" socialista bolivariana, a ser un traidor, posible desestabilizador, en fin, alguien que por hacer algo que no gusta a los seguidores del proceso, merece cuanta crítica, y peor, cuanto insulto se les ocurre a dichos seguidores. En Venezuela se vive un clima de polarización política lamentable, y no son las figuras públicas opositoras las únicas que sufren este tipo de trato, los que participan de los actos políticos rojos, también son fuertemente atacados por el bando popular opositor radical (que existe, ahora no nos hagamos que no).

Pero quiero especialmente traer a colación un caso que es a mi parecer bastante especial, por tratarse de una figura que para la propaganda del movimiento chavista ha sido clave, y es uno de los pocos que merece realmente este trato, puesto que ha llevado adelante una obra digna: se trata del señor José Antonio Abreu, y de su Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles, rebautizado recientemente como Fundación Musical Simón Bolívar (en adelante, el Sistema). En este caso, yo no podría permanecer callada con tanta facilidad, por tratarse de mi ámbito profesional, y confesaré antes que nada que trabajo para el Sistema, conozco al monstruo desde las entrañas, y más allá de todas las críticas que pueda hacer a esta institución (y que las hago cuando lo considero debido, puesto que como dije formo parte de ella, y en ella llevo a cabo actividades cotidianamente), ésta ha tenido logros sin precedentes en el beneficio social de niños y jóvenes a través de la música, aunque en cuanto a la formación aún hay mucho por mejorar. Pero no vine aquí a estar hablando paja del Sistema, dentro del cual en mi entorno local intentamos hacer un trabajo lo más digno posible, y en el cual hay figuras respetables y niños que llevan a cabo una vida musical. No es momento de estar escupiendo pa'rriba, más bien, considero pertinente hacer una defensa al señor Abreu.

El alboroto se ha armado porque el señor se ha reunido con dos figuras internacionales de la música pop, abiertamente opuestas al régimen de Hugo, Juanes y Miguel Bosé. Los considero artistas respetables a ambos, aunque considere que la luna, lunita, lunera es un bodrio de canción; ambos han realizado producciones de calidad, y merecen sus aplausos (ni hablar del lío que le tienen montado a Willie Colón, este sí, uno de los hombres más respetables del mundo de la música latina, un maestro, que sin lugar a dudas merece esa titularidad). Lo que quiero dejar en claro, es que no soy fangirl de ninguna de las figuras en cuestión, ni siquiera de Abreu (bueno de Willie sí, pero él no está en este lío). La reunión de estos tres músicos, ha generado toda clase de reacciones en contra de Abreu por parte del sector chavista.

En primer lugar, soy partidaria de la libertad de expresión. Libertad de expresión quiere decir, que cualquiera puede emitir su opinión acerca de cualquier tema de interés público (opinión que puede o no estar bien fundamentada), sea uno una figura pública o no, sin que haya consecuencias de castigo y censura. Uno puede opinar sobre lo que pasa en cualquier parte del mundo, y sino pregúntenle a los chavistas, ellos son los primeros que hablan de los problemas del primer mundo y del imperio, para defender su revolución. Entonces, cualquier extranjero puede emitir una opinión sobre lo que pasa en Venezuela, sin que esto suponga que no lo vamos a dejar entrar al país, o que, tratándose de un artista, no lo vamos a dejar hacer un concierto. Cultura es cultura, sea gratis o de pago, sea pública o privada, la cultura no debe frenarse por motivos de censura, pues se traba el libre flujo de ideas y por lo tanto, la libertad de pensamiento y opinión. El arte es rebelde por naturaleza, y para mí, el artista que se arrodilla, ya ha perdido toda esencia y posibilidad de llenar al mundo de nuevas interpretaciones y perspectivas, por lo tanto, de arte de calidad.

Se supone que el señor Abreu se reunió con estos dos cantantes para planificar un "concierto por la paz", y uno de los puntos principales del comunicado que puse más arriba es que en Venezuela hay suficiente paz, como para que vengan artistas de fuera, y de paso, opositores a Chávez, a hacer ningún concierto por la paz. Disculpen, yo creí que la paz consistía en eso de que tú y yo podemos pensar distinto, dialogar y debatir, sin que haya censura ni recurrencia a la violencia por parte de ninguno. Y eso de que en Venezuela hay paz no sé de dónde lo sacaron, cuando el año pasado hubo 21.000 asesinatos violentos entre civiles (sí, lo repito, como todo el mundo, porque esta gente aparentemente desconoce que haya violencia en el país). Que yo sepa Juanes y Bosé declararon estar en contra del gobierno de Hugo (hasta los insultos llegaron), pero ¿eso hace a alguien "enemigo declarado de un país"? Me imagino entonces que todos los opositores que vivimos en este suelo somos también "enemigos declarados". Además de esto hablan de que estas dos personas pertenecen a la "industria cultural capitalista alienante", pero supongo que con el reggeaton del Potro, el merengue de Omar Enrique, y las películas de Sean Penn ellos no tienen ningún problema, porque apoyan abiertamente a Chávez, entonces qué importa, con tal y se declaren "revolucionarios", ellos hacen caso omiso de que pertenecen a la misma industria. Además como que se les olvida que Gustavo Dudamel, es director de una orquesta en Los Ángeles, allá en el imperio; y que la música que se aprende y ejecuta en el Sistema es de Europa, de allá del imperio, con formaciones musicales (coros y orquestas), que son un invento del imperio.

Hasta cuándo tanta incoherencia, y que de paso sea defendida por cultores y artistas adeptos al bando de Chávez. Es que ni su dignidad como artistas es suficiente como para ver que se atacan a sí mismos, que supongo que ninguno de ellos va y toca en ningún país capitalista por dinero (sí, claro). Y me limito a poner este comunicado, pero por ahí a Abreu ya lo llamaron traidor, pesetero, y hasta le dijeron esnob mientras le reprochaban estarse comiendo los dólares del país mientras no hacía mención del verdadero líder. Ah perdón, creí que los dólares eran para una obra social, no para la propaganda política de ése que sí tiene "feligreses" que jode, Hugo Chávez; más aún, siendo Abreu una figura de talla internacional, y habiendo recibido múltiples reconocimientos a este nivel.

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Artículo publicado también en Panfleto Negro.

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viernes, 18 de enero de 2013

Por la ventana santiaguina

Dicen que es un buen ejercicio visitar otros países, viajar, conocer. Desde hace mucho tiempo, no he pasado un año sin agarrar aunque sea una hora de carretera. Su olor, su vivencia, son una experiencia digna de extrañar, y de revivir con frecuencia. Pero ya salir del país, solo lo he hecho un par de veces, las dos al mismo lugar. Yo me considero una persona apegada a mi tierra, que no es lo mismo que a mi "patria". La tierra es eso que uno vive todos los días, de un modo tangible: Maracaibo, el calor, el lago, cerro El Milagro, la avenida Universidad, Ruta 6, la gente de la universidad, del grupo, del Sistema, los compañeros de entrenamiento, etcétera. Soy de extrañarlos en mi propia ausencia.

Sin embargo, irse a otro lugar es darse cuenta, es entrar en consciencia de que las cosas podrían hacerse mejor. Claro, depende del lugar al que uno vaya. Santiago, particularmente, es un lugar agradable, una ciudad de gran urbanidad y urbanismo, y de paso, una ciudad latinoamericana. Allá la gente te habla en castellano, con su canta'o particular, y pueden ser tanto amables como odiosos. Si me piden una descripción del lugar, diría que es una ciudad hermosa. Con sus altos y bajos como cualquier ciudad. Es un verdadero placer mirar desde un punto alto la inmensidad santiaguina, con sus edificios, con la cordillera nevada por todos los flancos, y con el tenue manto gris que cubre perennemente la ciudad.

Caminarla es todavía más placentero, más aún, si vienes de Maracaibo, una ciudad anti-peatonal por excelencia. Las aceras son amplias, al más puro estilo del "Boulevard" 5 de julio, pero así en toda la ciudad. Está todo muy arborizado, muy limpio, no hay vehículos mal estacionados, y el transporte público es una vaina eficiente. De paso, puedes sentir el extraño placer de poner un pie en la calle, y que cualquier vehículo que venga circulando (y si estás atravesando por el lugar indicado), se detenga y te dé paso, porque tú eres el respetable peatón. Por esas calles caminan ríos de gente todo el tiempo en todos los sectores, incluso de noche.

Tanto la primera vez que fui, en 2009, como esta vez, hace tres meses, estuvimos hospedados en apartamentos, destinados a alquilarlos a los turistas, estilo hotel. Las dos veces, teníamos un espacio público enorme destinado a la recreación muy cerca. La primera vez estábamos frente a un parque inmenso, al que salíamos con frecuencia a entrenar. Ahora estuvimos a unas tres cuadras de otro parque, que bordeaba un río y era atravesado por numerosas avenidas. Corrimos unos dos kilómetros bordeándolo, y aún no se veía el final. La importancia que se da en aquella ciudad al espacio público me impresionó. Acá solo hay Vereda del Lago, y ya se nos quedó pequeñita. La cantidad de gente que hay en ella un día cualquiera a las siete de la noche, demuestra que el marabino está ávido de espacio público. Tiene que haber como cinco veredas más. 

El primer día, llegamos al apartamento aproximadamente a las seis de la mañana, hora local de allá. Habíamos estado unas 24 horas, entre madrugar, vuelo nacional, espera en el aeropuerto, vuelo, escala, vuelo, espera en el aeropuerto de Santiago por el transporte, búsqueda de la dirección del edificio. Estábamos agotados, y esa mañana hizo bastante frío. Entre echarnos un baño, comer y dormir se nos fue ese día. Lo más surrealista fue ver el sol, ya pasadas demasiadas horas, y preguntarme por qué aquel día había sido tan extremadamente largo. Miré el reloj: eran las siete y media de la noche. ¡Válgame! Y eso que apenas acababa de pasar el equinoccio de primavera, no me imagino en estos días. El color de atardecer apenas lo veíamos como a las ocho y media de la noche, y la oscuridad más o menos a las nueve. Y no amanecía tarde, a las seis de la mañana había claridad.

Un día que íbamos a las afueras a conocer un centro comercial, vi un letrero que decía "Observatorio Nacional de Santiago". Y se  veía por un lado un cerro no muy alto, y las cúpulas características de cualquier observatorio. Apenas llegué al apartamento, busqué el lugar en la web, y me percaté de que había horario de visita al día siguiente. Enseguida bajé a buscar un teléfono, cuando me atienden y me dicen que ya todas las visitas estaban reservadas hasta diciembre. No pude evitar pensar en el pobre y abandonado Planetario Simón Bolívar, donde nadie hace trabajos científicos, y muy pocos lo visitan alguna vez.

Allá conocimos a unos marabinos, que conocían gente que yo conozco, porque Maracaibo "es un trapo", incluso en Chile. Fue interesante escuchar su historia, de decepción y valentía en primer lugar, y cómo en relativamente poco tiempo levantaron cabeza en aquel lugar, y llevaban una vida digna, aún siendo muy jóvenes.

No todo es color de rosa, claro está. Mientras estuvimos allá, sentimos uno de esos temblores que con frecuencia azotan a esa zona geográfica. También tuvimos problemas para trasladarnos una tarde, debido a una manifestación estudiantil, y padecimos alergias debido a la cercanía del gas lacrimógeno. Y también fuimos estafados por un taxista con un taxímetro "pulla'o", que nos quitó mucho dinero, una tarde agotadora y lluviosa. Los dos días de la competencia a la que fuimos, fueron de lluvia incesante, no paraba de llover.

Sentada frente a la ventana del apartamento, una extraña ventana sin rejas, tuve sentimientos encontrados. Tan hermosa aquella ciudad, tanto extraño a la mía. Mientras estuvimos allá fueron las elecciones presidenciales. Tanta decepción, a pesar de estar tan lejos.

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martes, 15 de enero de 2013

A mis maestros

Profesores he tenido muchos, maestros muy pocos. Los maestros van más allá de impartir el conocimiento y la técnica, más allá de la rutina educativa sistemática, ellos son mentores. No quiere decir que quienes hayan sido mis profesores no tengan el potencial de ser maestros. Los maestros de cada quien son como los amores de cada quien. Hay una conexión especial que hace que alguien pueda ser nuestro mentor, y que más allá de enseñarnos, logren guiarnos y hacer de nosotros un ser humano que antes de ellos, no éramos. Para ser un maestro, ni siquiera es necesario tener un título de educador.

Aún así, el profesor es absolutamente necesario. No sería lo que soy sin mis maestros, pero no sabría lo que sé, ni habría tenido millones de vivencias, sin mis profesores. El día de hoy es para todos, claro. Pero yo lo quería dedicar especialmente a mis maestros.

Maestro y niño. Jan Amos Comenio
Tomado de: La tinta invisible

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sábado, 12 de enero de 2013

Y yo, creyendo que tengo algo que decir

Pasó el 10 de enero, pero nada pasó. El tipo está muy enfermo, nadie lo ha visto, está más ausente que nunca, y a la vez más beatificado que nunca. Que si él es nuestro corazón, que si él vive en nosotros, que si cualquier cosa pseudo religiosa. Y uno se mete con ellos y todavía quieren defenderse diciendo que los estamos discriminando, cuando se han autotitulado "el pueblo", así sin más. No he visto yo "revolucionarios" más postrados en mi vida. Por otro lado, están los supuestos líderes que nos representan, y que en su mayoría siguen jugando a la resignación. Mientras tanto, juzgan a quienes protestan de delincuentes, y siguen insultando a medio país, con el argumento de que ellos son mayoría. Y si son mayoría, no me importa, porque eso no es argumento para nada.

Y mientras tanto, todas las instituciones funcionan en función del ausente. Y ya me frustra tanto comentario. Tanto cinismo de la izquierda internacional. Tantos poderes extranjeros cómplices. Tanta campaña política con fondos públicos.

Y mientras tanto, todos los días seguimos en lo mismo: haciendo colas interminables para conseguir productos de la cesta básica (en estos días la cosa ha estado intensa con la escasez de pollo, harina de maíz, arroz, aceite y papel higiénico), mientras le enseñan a la gente los galpones llenos de comida (producción industrial normal) aduciendo que hay "acaparamiento", mientras los buhoneros revenden al triple del precio y no les hacen nada; colas interminables para el combustible; los delincuentes haciendo fiesta; el transporte público no sirve para nada, etcétera. Y en medio de todo este clima, los mismos vivos de siempre, o sea, casi todo el mundo, aprovechando situaciones y queriendo pasar por encima de los demás.

Y yo, todavía creyendo que tengo algo que decir al respecto.

Dispensen, todavía guardo la etiqueta de "blog personal".

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sábado, 5 de enero de 2013

Política y culto


El venezolano es muy religioso. Y no solamente es religiosamente muy religioso, sino que políticamente también lo es. No soy ni remotamente la primera en decir que el régimen que estamos viviendo se basa en un culto a un solo hombre, y más que nunca, lo estamos observando, cuando este hombre no puede estar presente, y sin embargo es adorado, justificado desde todo punto de vista, y el vacío de poder es negado una y otra vez. Varias son las veces que él ha pasado por encima de la Ley (con su método de modificarla a su antojo, para que nada sea realmente "ilegal") para mantenerse en la Presidencia.

Y sus seguidores no hacen más que repetir su discurso, aunque éste no tenga nada que ver con la realidad. Estamos ante un culto, donde un hombre es elevado por encima de la común humanidad, sin siquiera haber hecho nada sobrehumano jamás. Sirviéndose de los más variados íconos, "héroes" y dogmas que no tienen nada que ver, ha construido su propio dogma, y ha logrado que miles de venezolanos le adoren ciegamente, tal como pasa en el fenómeno religioso. No hay realidad, no hay hechos, ésta es negada todo el tiempo. Sólo hay fe ciega y la promesa vacía de un mundo mejor. Y aún 14 años después, muchos siguen creyendo. Y si muchos han creído por más de 2000 años, qué podemos esperar. 

El que sabe apelar a la fe de la muchedumbre, ya hizo la mitad del trabajo, la otra mitad es callar o ridiculizar al que piensa diferente, al que no creyó, al que denuncia los hechos. Y hemos visto cómo hacen eso todos los días. 

Recordé todo esto leyendo un libro de Cristopher Hitchens, Dios no es bueno, que nos muestra cómo la religión no es ni ética ni amoral, sino cómo ha sido profundamente inmoral durante la historia. Un fragmento interesante me llevó a pensar en mi país. 

Cualquier parecido con la realidad venezolana, no es mera coincidencia. 

En unas sociedades que ellos consideran saturadas de fe y superstición, los absolutistas comunistas no negaban tanto la religión cuanto pretendían sustituirla. Esta elevación de líderes infalibles que eran una fuente de infinita munificencia y bendición; la búsqueda permanente de individuos herejes y cismáticos; la momificación de dirigentes fallecidos como iconos y reliquias; los morbosos juicios públicos que provocaban confesiones increíbles sirviéndose de la tortura... nada de esto era muy difícil de interpretar en términos tradicionales. Ni tampoco la histera durante las épocas de epidemias y hambrunas en las que las autoridades desplegaban una búsqueda enloquecida de cualquier culpable menos el verdadero (...) Ni tampoco la incesante evocación de un «Futuro Luminoso», cuya llegada justificaría algún día todos los delitos y disolvería todas las pequeñas dudas. «Extra ecclesiam,nulla salus», como solía decir la antigua fe. «Dentro de la revolución, todo. Fuera de la revolución, nada», como le gustaba subrayar a Fidel Castro. De hecho, en las proximidades de Castro apareció una singular mutación conocida como «teología de la liberación», un oxímoron, según la cual los sacerdotes e incluso algunos obispos adoptaron liturgias «alternativas»; que consagraban la absurda idea de que Jesús de Nazaret era en realidad un socialista al corriente del pago de sus cuotas. (...)
En los primeros meses de este siglo hice una visita a Corea del Norte. Allí, contenida en un cuadrilátero de territorio hermético cercado por el mar o por unas fronteras casi impenetrables, hay una tierra absolutamente entregada a la adulación. Todos y cada uno de los instantes conscientes del ciudadano (el súbdito) están consagrados a ensalzar al Ser Supremo y a su Padre. En todas las escuelas resuena eso mismo; todas las películas, óperas y obras teatrales están dedicadas a ello; todos los programas de radio y emisiones televisivas se han rendido a ello. También sucede eso con los libros, revistas y los artículos periodísticos, en todos los acontecimientos deportivos y en todos los centros de trabajo (...) Tampoco se ha olvidado al diablo: el siempre vigilante mal de los extranjeros y los no creyentes es rechazado con una atención perpetua, que incluye momentos diarios dedicados a los rituales en el lugar de trabajo donde se inculca el odio al «otro».

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viernes, 4 de enero de 2013

Comeos los unos a los otros

Si una deidad hubiera sido la responsable de la aparición de la vida en la Tierra, éste habría sido su designio primario: "comeos los unos a los otros". Algunos, atrapados en cierto negacionismo infantil, parecen no poder superarlo. En estos días vi una imagen en Facebook, que me hizo pensar definitivamente en escribir algo en contra del vegetarianismo como doctrina. La imagen es la siguiente.


Defender los derechos de los demás seres vivos está muy bien, tanta en un sentido estrictamente ético, como en un sentido práctico: nuestra supervivencia como especie depende de las demás. No somos nada sin los otros seres vivos, por muchas razones. Una de ellas, la que titula este escrito. La imagen nos muestra una serie de animales humanizados, con caras de dolor, mostrando carteles con causas en contra del maltrato animal. Estar en contra de cosas como la tauromaquia, los circos, las jaulas está bien, puesto que en estas prácticas, se tortura al animal o se menoscaba su calidad de vida hasta el punto de poder considerársele una tortura. Estar en contra de la domesticación de animales para usos de carga, está bien para nuestra época, en la que podemos decir que es algo prescindible gracias a la tecnología. Pero no olvidemos que la domesticación para usos de carga, fuerza y transporte permitió en gran medida el desarrollo de nuestra civilización, y los animales no siempre son sometidos a malos tratos. Además no veo cuál es la diferencia entre domesticar a un animal para cualquiera de estos propósitos o para mera compañía, igual los tenemos con nosotros y les hacemos dependientes de nosotros.

En esta clase de temas podría extenderme luego. Lo que me pareció realmente ridículo de esta imagen, fue que una de las causas fuese "no somos comida". ¿Es en serio? Por favor, ¡todos los seres vivos somos comida! No hay otra manera de sobrevivir que comiéndonos los unos a los otros. Un ser vivo necesita alimentarse para sobrevivir. La alimentación constituye una de las fases principales del proceso conocido como metabolismo. El metabolismo, en palabras de Capra, es el constante intercambio de materia y energía con el entorno. Es lo que diferencia las cosas vivas de las cosas inertes, aunque estas últimas pudieran estar constituidas de materia orgánica. Un ser vivo deja de vivir cuando su metabolismo cesa por completo, y aunque su cuerpo sigue existiendo, está muerto.


No sé si se acuerdan de las clases de biología del bachillerato, cuando nos dijeron que existen dos clases de seres vivos, en cuanto a la manera cómo se alimentan: autotrofos y heterotrofos. Los seres autotrofos son capaces de producir su propio alimento a partir de la materia inerte. Los únicos seres vivos en la Tierra capaces de hacer esto son las plantas y algunos microorganismos. Los demás seres, los heterotrofos, tenemos que comernos a otros seres vivos, o su materia residual para poder obtener nutrientes y sobrevivir. Así funcionamos, no hay otra manera. No tengo que hacer aquí una descripción exhaustiva de la pirámide alimentaria, pero a resumidas cuentas, hay heterotrofos que se alimentan de autotrofos (los herbívoros), y hay heterotrofos que se alimentan de otros heterotrofos (carnívoros, carroñeros). Otras especies, como la humana, han tenido que adaptarse a múltiples entornos, lo que los ha llevado a ser omnívoros: los homo sapiens podemos comer prácticamente lo que sea (orgánico, claro). Así lo prueba nuestra dieta alrededor del globo y a través de la historia, así lo prueba nuestra necesidad de los más variados nutrientes para estar saludables y así lo prueba nuestra dentadura.

Entonces, todos los seres vivos somos comida. Somos de hecho, la única comida posible. No entiendo la insistencia de poner de un mismo lado la defensa de los "derechos animales" y el vegetarianismo. Para empezar, el mismo vegetarianismo se basa en argumentos absurdos y pseudocientíficos bien conocidos por todos. No comer carne es cuestión de elegir, pero esta decisión puede tener un costo muy alto para la buena nutrición de la persona, puesto que hay proteínas y aminoácidos esenciales que no se consiguen con tanta facilidad en las plantas. Además, los vegetales también son seres vivos, y los matamos para comérnoslos, no en el caso de las frutas y las flores, pero sí en el caso de los bulbos, tubérculos (raíces), y plantas enteras que son parte de nuestra dieta básica. Incluso, hay estudios que sugieren que las plantas sienten; y si esto se confirma ¿de qué nos alimentamos entonces? El vegetarianismo pseudoeticista es una negación de la naturaleza y de su funcionamiento.


Con la evolución de nuestra civilización nuestros métodos para obtener comida han cambiado radicalmente. Ya no somos los cazadores-recolectores de antes, hoy en día hay todo un despliegue industrial de producción de alimentos, y en este proceso se cometen muchas barbaridades, no solamente contra los animales, sino también contra las plantas, contra los suelos, contra el medio ambiente en general y contra nosotros mismos. Quien vea documentales como Food, Inc. probablemente no tendrá ganas de comer más nada nunca en su vida. En los países subdesarrollados como el nuestro, la producción no llega a esa escala, por lo que muchos de estos problemas no alcanzan semejantes magnitudes, pero estamos en ese camino. El problema no está en comerse a otro ser vivo, sino en maltratarle, contaminarle y extinguirle en dicho proceso (aunque la extinción no es algo malo per se). Comer no puede ser considerado inmoral, porque no podemos sobrevivir sin hacerlo (ninguna especie puede), y hasta ahora no podemos alimentarnos solo de sustancias sintéticamente producidas porque sería nocivo para nuestro organismo.



Lo que sí puede hacerse un poco más ético son los métodos para obtener la comida, pero como dije, esto es un problema no sólo del trato de los animales, sino del trato al medio ambiente en general. Y aunque lo que estés criando esté destinado a ser asesinado, se puede procurar una calidad de vida, que en resumidas cuentas afecta la calidad del alimento. Es lo mínimo que podemos hacer por ellos, como diría Temple Grandin.

En mi opinión, las organizaciones que defienden los derechos de los animales pierden totalmente su seriedad al defender el vegetarianismo. Se dicen amantes de la naturaleza, pero la niegan todo el tiempo. En lugar de perder el tiempo haciendo comelonas vegetarianas, deberían dedicarse a otras causas más importantes, entre ellas, la defensa de la crianza ética de animales, en lugar de simplemente decir "cómelos tú si quieres, yo no los como, y por lo tanto, no soy responsable". Es una postura cómoda porque la humanidad no dejará de consumir carne, así de sencillo.

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