martes, 8 de diciembre de 2015

A los exiliados

Las actitudes con respecto al fenómeno de la emigración venezolana muchas veces son lamentables. Lamentables a veces desde quienes deciden irse, a veces desde quienes se quedan y miran a los que se van. El éxodo venezolano es un fenómeno social del momento, y al igual que todas las emigraciones masivas se da en el marco de una crisis que llega a ser insoportable, sea por una guerra, por una debacle económica (que se parece más a lo que vivimos aquí)...

Emigrar no es fácil. No lo he hecho, pero he enfrentado ese dilema al menos durante los últimos 3 años. Soy una persona muy amarrada a mi tierra, me identifico con muchas cosas de ella, he amado sus lugares, su idioma, sus manifestaciones, y desde siempre, no es nada nuevo que me haya salido ahora que enfrento la posibilidad de irme por razones prácticas. 

Siempre me han gustado las canciones que hablan del lago, cuando estaba en la universidad escribía textos cómicos sobre el transporte público de Maracaibo, me gusta como hablan los marabinos decentes, me gusta incluir influencias venezolanas en mi música, me gusta la comida de aquí, y me parece altamente interesante conocer la historia de mi región, mi país, y hasta de mi familia.

Eso no quita que yo quiera salir y explorar y conocer. Pero jamás he pretendido romper el vínculo que me une a mi tierra natal, es más, romper ese vínculo me parece una tragedia. En estos 3 años me levanté muchas mañanas como con una resaca emocional, un yo dividido entre amar no solo su tierra, sino el camino que he logrado forjar en ella, y la realidad que aparentemente te cierra las puertas por todos lados, el yo que a pesar de tanto trabajo no ha podido ser independiente. Y eso es duro. El romanticismo que no es secundado por una base de realización práctica, tarde o temprano muere.

Tal vez si yo no hubiera logrado realizar algunas metas, si no tuviera algunos vínculos personales que me ataran, tal vez si fuera más fría, si hubiera visto las cosas venir desde antes, si hubiera actuado con más decisión, si no hubieran pasado determinadas cosas, tal vez, yo no estuviera ya aquí, tal vez hubiera sido una emigrante más.

Con el tiempo he entendido que el amor a la tierra, el nacionalismo, el etnocentrismo, es en parte algo natural, algo genético, quiero decir. No lo digo yo ni mi experiencia, lo dice la ciencia. Eso no es bueno ni malo. Es. Y es bueno o malo en la medida en que sea tomado con exageración, con falsedad, o cómo ello nos haga actuar en determinadas circunstancias. He pensado por ejemplo, que no saldremos de esta crisis si no tenemos ese nacionalismo presente, el de verdad.

Y a todas estas, me he fijado mucho en cómo actúan los grupos de exiliados que viven en nuestro país. La comunidad italiana, portuguesa, árabe... ellos se reúnen con los suyos aquí, cada vez que pueden viajan a sus tierras sea a verlas o a reunirse con familiares, preservan lo que pueden de sus costumbres y cultura, y a la vez han dejado lo mejor de sí en Venezuela, y no tienen ningún problema con eso. Así mismo, si esas personas llegasen a necesitar algo de sus países, no les será negado, creo que nadie los llama "traidores" por haber abandonado su suelo en el momento que lo sintieron necesario como individuos.

No entiendo las dos actitudes enfermas que han nacido acá: primero, la del emigrante que dice que no quiere encontrarse con venezolanos, ni saber nada de venezolanos en la tierra que ahora tienen, y hablan mal de sus compatriotas desde fuera; y segundo, la del que se queda, que constantemente está condenando al que se fue, por "abandonarnos" o "traicionarnos". Emigrar es una decisión práctica. No tiene nada que ver con sentirse venezolano o no. Y sentirse venezolano tampoco perturba la adaptación a un nuevo hogar. Capaz te enamoras más de la tierra a la que vas, como le ha pasado a muchos inmigrantes acá, que tampoco niegan sus orígenes, ¿y?

Venezuela es una comunidad que va más allá de una frontera, somos un país y un grupo cultural. Y debemos ser medianamente solidarios (lo dice una persona que es altamente egoísta) en esta crisis, que nos ha trastocado a todos, dentro y fuera del territorio. Nos ha cambiado y ahora vamos a un nuevo estadio en nuestra historia. Y vamos a construirla juntos, queramos o no.

No lo sabemos, pero hay mucha gente que se ha ido con la plena esperanza de volver, muchos por fuerza mayor van a tener que volver, y otros, aunque estemos bien, se van a querer ir o decidirán irse por nuevas oportunidades. Es algo que pasa todo el tiempo. Y pasa, porque al mismo tiempo estamos altamente determinados por nuestro grupo humano de origen, pero somos individuos autónomos. Ambas cosas tenemos que aceptarlas.

El piso cinetista de Maiquetía, incluso el meme de nuestros exiliados es hermoso.
Fuente: https://www.flickr.com/photos/elexpatriado/2452714784/in/photostream/

domingo, 15 de noviembre de 2015

Nadie puede discriminarte por lo que no eliges... ni por lo que eliges

Últimamente he leído un argumento que me parece un poco inválido con respecto a la discriminación o no de las personas. Muchos aducen que no se debe discriminar a alguien por su orientación sexual o su raza, porque es algo con lo que se nace, no se elige. Más adelante, decía el mismo texto, que no se puede así mismo discriminar a alguien por su cuerpo, pues éste no se elige.

Aquí hay un error. Es verdad que tenemos genes que van a determinar la forma general de nuestro cuerpo: el color de los ojos, el ancho de las caderas, las piernas gruesas o flacas, las proporciones generales, etc., pero sí que tenemos gran responsabilidad en cómo decidimos lucir. Nuestras decisiones afectan directamente si estamos obesos o delgados, si modificamos algo mediante cirugía, si tenemos tatuajes, perforaciones, etc. El hecho de que esas cosas se elijan, ¿te da el derecho de discriminar a alguien entonces sí?

No. Ahí está el error de este argumento. De hecho, hay personas que cambian su orientación sexual a lo largo de sus vidas (aunque para ellos existe el término "bisexual"), quizás en un momento u otro deciden con quién quieren estar, y de qué sexo. Así mismo, aunque nos sintamos hetero u homosexuales desde que nacimos, elegimos cómo vivir y desarrollar esa sexualidad. ¿Alguien puede discriminarnos por ello?

Nuestra cultura, en parte no la elegimos, y en parte sí, al elegir en la madurez seguir sus costumbres y preceptos o no. Igualmente, nadie puede discriminarnos por ella. Ni tampoco por nuestras creencias, que también elegimos.

Es importante por ello, saber diferenciar el debate de la discriminación. Es ahí donde está la diferencia entre atacar a la persona y atacar a las ideas. Las ideas pueden ser atacadas, todas, no importa de qué se traten, o si tocan "fibras sensibles" de ciertas personas. Si al fin y al cabo, no se está atacando a la persona en sí, no hay discriminación.

Tampoco se pueden pretender privilegios en nombre de la no discriminación. Cosa que también pasa hoy. Si una persona comete un crimen o un acto ilegal, debe ser tratada como persona y procesada como tal, sin importar si pertenece a un grupo específico, sea sexual, religioso, cultural, etc.

En fin, nadie puede discriminarte, ni por lo que no eliges, ni por lo que eliges tampoco.

Photo credit: ervega / Foter.com / CC BY-NC-ND
--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

domingo, 23 de agosto de 2015

Un lustro

Hablando de todo un poco, y teniendo una alta actividad en estos días en las redes sociales, días en que el gobierno bolivariano juega a la xenofobia definitivamente, nos encierra, nos reprime, días duros para nuestro país, hoy es 23 de agosto.

Muy mal cumplidos, hoy mi blog cumple 5 años.

5 años es un buen hito, es un lustro, y me hubiera gustado preparar algo especial para celebrarlo, pero no hay ánimos, ni por la situación general, ni por la situación personal. Solo esperemos que mejores tiempos vengan. Aparte de ello, mi blog acaba de tener tres meses de cero actividad, y estoy tratando de que no muera. A pesar de que este año hasta me dieron un premio.

Pero hagamos lo mejor que podamos, sigamos reflexionando, y expresándonos mientras podamos.


--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

domingo, 16 de agosto de 2015

El arte como psicología al revés

Siempre he estado algo obsesionada con el autoconocimiento y la autoexpresion, ambas cosas supremamente dificiles. Comprender la individualidad y trascenderla son verdaderas osadías, o tal vez, francamente, quimeras imposibles.

Dentro de un mundo lleno de ciencia y de pretensiones de que los procesadores alcancen a nuestros cerebros, cabe la pregunta: ¿qué es el arte?

Ya hay testimonios de que han puesto a robots a pintar o a combinar notas musicales. ¿Pero el mero hecho de hacerlo, de echar colores o combinar sonidos armónicos es arte? De hecho cabe cuestionar si toda la música o la plástica o el diseño que hacen los seres humanos podría llamarse arte.

Una vez el pana John Manuel Silva dijo algo que me iluminó un poco: "la malintensidad fuera de la vida, mejor guardémosla toda para el arte". El arte intenso, ese que exacerba nuestros conflictos es tal vez el mejor. No el arte comercial que solo busca ser "nice", por mucha técnica que este pueda requerir.

A través del arte viajamos a nosotros mismos y a través del lenguaje que prefiramos, sacamos tanta mierda que hay en nosotros, la dejamos escapar, la liberamos, y exploramos nuestro propio conflicto, cuestionamos nuestra propia existencia y esencia.

Es como hacer el trabajo del psicólogo, pero al revés: nadie viene a intentar leer nuestro subconsciente, sino que nosotros mismos intentamos sacarlo, contemplarlo, comprenderlo, y lo más desquiciado quizás, compartirlo.

Por eso el artista peca de ególatra. Que puede ser mas ególatra que pretender que todo el mundo contemple tus emociones, intensidades y conflictos. Sin embargo, es posible, porque hay quienes al final son capaces de verse reflejados en esa emoción. Al fin y al cabo todos somos humanos.

Por eso no creo mucho en el arte doctrinario, o en el arte comercial adrede, a menos que genuinamente representen al individuo y al final resultan ser tomados como bandera o ser un gran éxito debido a lo que reflejan de nosotros mismos. Igual, podríamos decir que ésta es una de las tantas funciones del arte.

Photo credit: Kerri Lee Smith / Foter / CC BY-NC-SA
--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

martes, 11 de agosto de 2015

Debates ideológicos estériles

Hace unos días escuchaba un conversatorio por Zello con Julio Jiménez, mejor conocido como @Juliococo, actual líder político 2.0

Básicamente Julio hablaba de la situación actual y de la urgencia de la organización ciudadana. Pero al venir la ronda de preguntas había dos insistencias: la primera, que la salida de la ciudadanía en 2014 (mejor conocidas como "guarimbas"), realmente sí había tenido efecto; y la segunda, el cuestionamiento de la ideología política del señor Julio.

No voy a extenderme con la primera, sencillamente hay muchas sensibilidades involucradas en el asunto. Pero la segunda llamó especialmente mi atención. Obviamente el cuestionamiento viene dado porque el señor Julio tiene en la bio de sus redes sociales que es de "formación izquierda". De hecho perteneció al partido Bandera Roja. Cuando empecé a seguirlo, hace unos 4 años, cuando no era famoso, aún era militante.

Es sano, sobre todo hoy en día, develar la ideología de quien pretendemos seguir. Con eso más o menos podemos saber a qué dirigirá los recursos del Estado, y de dónde los sacará. También más o menos podemos deducir qué avances en materia de derechos civiles puede haber. Pero hablando de la urgencia de la salida de un régimen dictatorial que tenemos en Venezuela, ponernos a pelear entre nosotros por nuestras ideologías es a veces un poco absurdo.

Yo fui marxista mucho tiempo, y hasta chavista fui. Hoy tengo coqueteos con el liberalismo y con el libertarismo (que pueden verse como lo mismo, pero no). Quiero aclarar esto, porque de hecho me la paso debatiendo conmigo misma y con la gente en las redes el asunto.

Pero tal como afirmé en estos días, las ideologías del venezolano no son tan radicalmente distantes. A menos de que hablemos de defensores de Pérez Jiménez, o de stalinistas en todo el sentido, el resto del espectro ideológico ciudadano (al menos económicamente hablando), se mueve en un paréntesis alrededor del centro, que va desde la socialdemocracia hasta el liberalismo clásico.

Normalmente veo en las redes a la gente atacándose, y acusándose, como si los socialdemócratas fueran personas que defienden el asalto a la propiedad privada, o como si los liberales defendieran el dominio de las corporaciones sobre la vida de los ciudadanos (cosa que solo es posible con amiguismo del Estado).

Ni una cosa ni la otra. Los socialdemócratas de aquí son fans, de hecho, de las socialdemocracias europeas, que son muy respetuosas de la libertad y la propiedad de los ciudadanos, y que además están sustentadas en un mercado fuerte y productivo, del cual salen los altísimos impuestos que logran financiar la salud, la educación, las jubilaciones, etc. Dicho sea de paso, sus modelos son más inteligentes y descentralizados que los nuestros.

Por otro lado, ser liberal no es defender amiguismos corporaciones-Estado, ni explotación al trabajador, ni mucho menos defender la pobreza. El liberalismo de mercado está sustentado en la demostración de que es la mejor vía para alcanzar la prosperidad (y la justicia social): un mercado libre (realmente libre), garantías a la propiedad, igualdad de oportunidades, competencia que garantice la elevación de los estándares y la calidad, meritocracia.

Deben dejar el drama y de mirarse como enemigos. Las tensiones entre una cosa y otra son perfectamente reconciliables, y de hecho, al salir el régimen chavista del país, lo que va a tocar es sentarnos a hablar, porque ni becas pa' todo el mundo en un país quebrado, ni liberación brusca con tanta población vulnerable, van a ser efectivos.

Nos toca ser pragmáticos. Mirar con cuidado las consecuencias de cada cosa, de cada medida que se pida y que se tome, y al final aspirar a un mercado fuerte y a una inversión social inteligente. No hay otra salida.


--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

domingo, 9 de agosto de 2015

Nuestra extremidad smartphone

"Las partes del cuerpo humano son:
Cabeza
Tronco
Extremidades
Teléfono"


Hoy en día la gente se queja todo el tiempo de que los seres humanos hoy parecemos vivir pegados al teléfono inteligente. Este súper dispositivo, increíble, y que hemos asimilado increíblemente es demasiado nuevo para creerlo cierto. Viendo las cosas en retrospectiva, en 50 años pasamos de una computadora del tamaño de un cuarto a un teléfono inteligente, del tamano de la palma de tu mano y mil veces más potente.

La gente se queja de que el otro vive pegado a la pantalla, que es triste ver en las reuniones sociales cómo estando alrededor de la misma mesa, la gente está pegada a sus iPhone, Galaxy, etc. y no presta mucha atención al interlocutor con el que comparte en tiempo real.

En verdad puede ser un espectáculo patético, y sobre todo un acto de mala educación. Pero hay un trasfondo ahí: en ese momento, la persona prefiere interactuar con quienes lo hace por Whatsapp, Instagram, Twitter, Facebook, etc., que con quien tienen enfrente. Yo les diría: no es que esto sea malo, es que no sé para qué diablos entonces concretaste esa reunión.

La gente pegada a las pantallas nos trae ideas distópicas como la planteada en la película Wall-e de Disney Pixar. Un montón de obesos, interactuando solo a través de las pantallas. Hace poco leí un artículo que al respecto, me hace ser más optimista. Pueden encontrarlo acá, pero se los advierto, es bien largo y está en inglés. Aún así mis referencias a él serán limitadas, y si les interesa les recomiendo su lectura.

En este artículo se hace referencia a científicos que plantean que el ser humano y la computadora con el tiempo se harán uno, y es la idea que considero más lógica (más allá del avance de la inteligencia artificial por sí misma, y teniendo en cuenta nuestra supervivencia a un potencial cataclismo por culpa de ella).

En estos días desayunaba con mi abuelo y bromeaba con él diciendo que como ya tiene dos rodillas de titanio y lentes intraoculares, era todo un androide. Y véanlo de esta forma: en nuestro smartphone están nuestras memorias más detalladas que nunca antes en la historia, tiene toda clase de aplicaciones que facilitan nuestras tareas cotidianas, en él tenemos acceso a toda clase de información, y a compartir nuestros momentos instantáneamente con el mundo entero; todo al alcance de nuestra mano.

El futuro tal vez está en cosas más osadas como las Google Glass, un dispositivo que está más integrado a nuestro cuerpo en cierta forma, y que nos permite, ahí sí, interactuar con la red y con nuestro mundo y nuestros interlocutores al mismo tiempo.

El caso es que en el futuro podríamos estar hablando de una verdadera integración corpórea con la computadora, acceso a la información desde nuestra propia cabeza (en estos días me encontré con esto), y sustitución progresiva de nuestros órganos o mejoramiento de los mismos a través de la inserción de dispositivos. Tal vez, como dice el artículo, hasta lleguemos a vencer la muerte.

Entonces, como dijo el pana Luis Carlos, sí, el teléfono inteligente podría ser nuestra primera y efectiva "extremidad biónica".

Photo credit: HamburgerJung / Foter / CC BY-NC-SA

--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

Retomando

Hace como tres meses que no escribo nada en este, mi querido blog. Parece que la cosa se aguó un poco, y eso que a principios de este año recibí el primer reconocimiento público por mantener este sitio y los muchos escritos que aquí se guardan.

Creo que el conflicto conmigo misma y con la escritura en este blog comenzó por el hecho de que se estaba convirtiendo en algo monotemático. Sí, adivinen, la patria. Antes solía escribir de los más variados asuntos "trascendentales", qué sé yo, música, ateísmo, ética, etc., pero mi país atraviesa un momento nefasto, lo cual acapara toda nuestra energía, y al ver tanta injusticia alrededor, pareciera que no queda nada más de qué hablar.

Pero lo he pensado, y tal como dicen muchos en la 2.0, nosotros y nadie más que nosotros somos los testimonios de este desastre, y no podemos dejar de serlo, con nuestras perspectivas y muy a nuestro pesar. Hay que dejar registro e impresiones frescas y en vivo de lo que está pasando. Para análisis históricos tendremos mucho tiempo después, y mientras más material dejemos, mejor.

No pretendo convertir este espacio en un blog político. Trataré de combinar, como venía haciendo, apuntes sobre cosas que leo, sobre experiencias personales, y claro, también sobre la situación de mi país, que inevitablemente permea todo.

Disculpas a mis lectores por mi larga ausencia. Sigamos reflexionando.

P.D.: A punto de arribar ya a los 5 años de Reflexiones Apresuradas.

--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

domingo, 29 de marzo de 2015

Cercos y muros

En la ciudad venezolana hay muchos símbolos. Símbolos que hablan casi siempre de nuestros modos de vida, del absoluto caos urbanístico en el que vivimos, y de nuestras crisis económicas.

Este gobierno, que ya lleva unos dieciséis años de duración, se ha jactado públicamente de haber reducido la brecha de clases en Venezuela. Sin embargo, el panorama urbano parece indicar lo contrario. Particularmente en Maracaibo las zonas / clases sociales son bien distinguibles, y durante este gobierno se han diferenciado aún más.

Aparte del clásico barrio (zona de clase media baja o baja) con casas de bloques, han aparecido zonas nuevas de miseria gracias a las invasiones, propiciadas y apoyadas por el ex presidente Chávez. Así, existen inmensos terrenos (antes propiedad privada, o incluso pública, como el caso de los terrenos de la universidad), llenos de ranchos improvisados de lata y cartón, con afiches alusivos a la revolución bolivariana por doquier.

Esto en las zonas de clase baja. Pero en las zonas de clase media y media alta el cambio también ha sido radical. Primero estuvo el "éxito" de las villas o pequeñas urbanizaciones cerradas. Caseríos de grandes quintas, cercadas por un gran muro alrededor, con una pequeña plaza y a veces una cancha, con un portón principal y una garita de vigilancia que controla el acceso de visitantes.

En las urbanizaciones clásicas de clase media, la gente se vio azotada por una insoportable inseguridad, que incluía robos en la calle y atracos a mano armada dentro de las mismas casas, por lo cual se decidió imitar a aquellas vías cerradas. Se han cerrado calles, vías públicas de bajo tráfico por todos lados de la ciudad. Si su cuadra no es avenida principal, se colocan dos portones en las esquinas, y una garita de vigilancia utilizando algún espacio de la acera.

Así mismo, en toda quinta, villa, construcción pública, local... se ha colocado el popular cerco eléctrico. Aparte de las ya acostumbradas rejas en cada puerta y ventana, ahora los muros han subido, las pérgolas se han multiplicado, y el que tenga algo de dinero, se atrinchera en su propiedad para salvaguardarla.

Nuestra ciudad está pues absolutamente fragmentada, y de hecho, las clases sociales están cada día más aisladas. La clase media, cuyo poder adquisitivo ha mermado considerablemente, aún invierte un poco en su atrincheramiento y deja claro que no está dispuesta a perder el poco espacio que le queda. La clase baja cada día toma más espacios no dispuestos para la habitabilidad, y se improvisan urbanizaciones y barrios enteros.

La crisis habitacional no ha sido resuelta. El urbanismo cada día es peor. Las clases cada día se aíslan más.

--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

jueves, 26 de marzo de 2015

Whiplash y el despotismo musical


En estos días vi esta película, muy musical, que por supuesto me recomendaron muchas personas. La banda sonora es una exquisitez en verdad. Y aunque me pareció ver ciertas exageraciones musicales (¿en serio alguien puede saber el tempo exacto de una indicación metronómica de una vez?), me gustó en general, por lo que creo que retrata principalmente.

En eso de ser director musical hay siempre una carga de poder. Eso no lo podemos negar. Mientras vi Whiplash, vi en el personaje del maestro Terrence Fletcher cosas que de hecho ya he visto en la vida real: la figura del director despótico y que piensa que la mejor manera de hacer responder a sus músicos es a través de una disciplina humillante, efectivamente existe.

La música necesita disciplina, y mucha. Ningún gran ejecutante lo es por casualidad o por mero talento, y esto lo creo muy profundamente. Aún hay gente que cree en el "niño genio", en el "prodigio", pero yo creo que siempre hacen falta factores ambientales, un buen mentor (padre o maestro), y una práctica insaciable y a veces obsesiva.

Pero creo que a pesar de ello, la música por ser arte, debe basar más su disciplina en la comprensión. Me explico. La disciplina en la ejecución, más allá de pretender tocar más rápido, más notas, y hacer acrobacias con el instrumento, por así decirlo, tiene que buscar una comprensión cada vez más profunda, tanto de sí mismo, como del instrumento y de la música.

Esta comprensión debe inducirse por la fuerza en muy contadas ocasiones, y cuando efectivamente la persona está preparada para ello. El maestro o director debe ser pues muy sensible en este sentido. De resto, creo que la búsqueda de esa comprensión es interna, meditativa, reflexiva, y claro, también necesita de la repetición mecánica que muchas veces nos lleva a escuchar las cosas de otra manera.

Debo confesar que una vez fui víctima de un comentario de una persona predominantemente despótica. Y afectó profundamente mi vida en ese momento, al punto de plantearme si continuar con mi carrera musical o no. Soy testigo de que esta persona logra resultados musicales increíbles, pero también ha tenido muchos problemas en relaciones interpersonales.

Un estudiante al momento de intentar hacer música con sus aún limitados recursos (o cualquier persona, como seres limitados y eternos aprendices que somos), y entregar sin embargo toda su sensibilidad, puede entrar fácilmente en un estado de vulnerabilidad que debe ser utilizado positivamente, y superado en lo posible en pro de la construcción del ego artístico.

Así que mejor guardemos la actitud despótica. Y de encontrar a un gran maestro así, pues bien hay que aprovechar sus conocimientos, sin permitir ser humillado.

--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

martes, 24 de marzo de 2015

Señalar al "raspacupo"

En Venezuela hay un sistema cambiario un tanto difícil de explicar, y más aún de justificar. En primer lugar, digamos que tenemos un sistema de bandas, es decir, hay diferentes tipos de cambio para el dólar.

Estos precios tienen diferencia considerable en la actualidad. Las tasas que se manejan son 6,30 Bs/$ (preferencial, "solo" para productos de primera necesidad como alimentos y medicinas); 12 Bs/$ (para cupos de viajero y compras por internet, cantidad limitada por el gobierno según el destino y tiempo de viaje, y un cupo de escasos 300$ para compras electrónicas); y la nueva "tasa de mercado" o Simadi, que hoy se ubica en 190 Bs/$.

Un sistema con tasas tan disímiles (la máxima siendo 30 veces mayor que la mínima) no puede sino generar fuertes distorsiones. A esto sumemos que es muy difícil obtener divisas preferenciales, no se consiguen las divisas a precio Simadi en las casas de cambio, y la tasa de dólar viajero solo se puede conseguir viajando (y hoy día, si acaso), por lo que el mentado mercado negro no ha dejado de existir, al día de hoy con un cambio de 251,57 Bs/$ (casi 40 veces el dólar preferencial, 20 veces el dólar viajero, y aproximadamente 30% más caro que el dólar Simadi).

Aquí, nada más viendo a vuelo de pájaro, hay una oportunidad de negocios increíble: conseguir divisas a los precios más baratos y venderlas al precio del mercado negro. Pero ya dijimos que de estas, las más accesibles son las de viajero, cualquiera puede comprar un pasaje (bueno, ya no tanto), pedir su "cupo" correspondiente, traerlo en efectivo, y ¡listo!, hasta recupera lo que gastó en viajar y aún gana una barbaridad.

Este sistema lo explico sobre todo para gente no venezolana, que a lo mejor no comprende lo que sucede acá con los tipos de cambio. Obviamente, este fenómeno conocido como "raspar el cupo" está trayendo graves problemas a la economía, y hasta a la economía de los países destino, que están empezando a manifestarse al respecto.

Pero esto, amigos míos, no pasaría si en primer lugar no existiera un cupo limitado de dólares para cada quien, de paso, baratos hasta el absurdo.

Señalar al "raspacupo" no es el deber ser. Muchos hacen esto como negocio, pagan a terceros por su "cupo" y raspan su tarjeta de crédito en el exterior para traer las divisas, cosa que claramente no sería posible si no hubiese quienes se prestaran a pasar tarjetas a cambio de efectivo, quedándose con una comisión en el extranjero. Esto es una práctica criminal (eso de pasar tarjetas de crédito de terceros, ¿ok?)

Pero la persona que viaja con su cupo particular y trae dólares en efectivo o mercancía para la venta a los precios de mercado (mucho más altos que calculados al dólar viajero), ¿por qué es criminal? ¿No son esos los dólares a los que le da "derecho" el Estado?

El problema está en el sistema en sí mismo.

No hay justificación para la existencia de tasas de cambio tan disímiles, ni tampoco para que el Estado controle a cuántos dólares tiene "derecho" cada venezolano. Menos aún recibiendo ingresos en divisas del petróleo todos los días. Pero así es.

Aparte de esto, la desastrosa política económica del gobierno chavista (altísimo gasto público, altísimo gasto en propaganda, control estatal y destrucción del aparato productivo, impresión de dinero inorgánico, trabas para conseguir divisas para importaciones...), ha ocasionado una hiper inflación y una escasez que hacen que el venezolano literalmente se arrastre por unos pocos dólares.

Entonces, ¿hay que pedir represalias para los "raspacupos"? ¿Hay que apoyar que nos deporten de otros países por esta práctica? No. Hay que exigir el desmantelamiento del sistema cambiario actual que es un cáncer para la economía. Debemos exigir libre acceso a las divisas del país, a un precio real, como ocurre en cualquier economía normal; y debemos pedir explicaciones de por qué, aún habiendo un "cupo" cerrado y control de cambio, han desaparecido millones de dólares de las arcas de la nación.

Photo credit: frankieleon / Foter / CC BY
--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

domingo, 15 de marzo de 2015

La banalización del exilio

Nuestra situación no es normal. No es normal que un alto porcentaje de la población de un país tenga tantos deseos de dejarlo, de buscar una vida mejor en otras latitudes, no es lo más común que una persona rebusque en las opciones de otros lugares, y sin necesariamente enamorarse de otra tierra, simplemente se vaya ante la primera opción viable, y a veces no tanto.

La cantidad de venezolanos que están abandonando el país me preocupa en lo profundo. Con esta crisis económica, con la inseguridad que amenaza constantemente la propiedad y la vida, y con el comportamiento dictatorial del gobierno actual que cada día viola más derechos civiles, en verdad uno piensa muy seguido que lo que quiere es salir corriendo.

Uno tiene la esperanza (en realidad la certeza) de que esto va a acabar. El problema es cuándo. Y uno tiene la esperanza de formar parte de una reconstrucción, de una nueva salida a la prosperidad, pero cuándo, y a qué precio.

No es fácil dejar la tierra, y tampoco es fácil ser un extranjero en otro lugar. Esto es algo que hoy pocos mencionan. Ante lo feo de nuestra vida cotidiana, aquello parece empequeñecer.

Algunos pregonan "la patria no existe". Pero el terruño existe, y aunque le dejemos va con nosotros a todos lados. No en vano el exilio y la tierra son de los temas más recurrentes de la literatura y las artes. El exilio es una tragedia, y nos estamos acostumbrando a minimizarla.

Por otro lado, se tiende a tildar de héroe a aquel que se ha ido y ha logrado hacer una vida en el exterior. En cierto modo lo es, porque como dije, ser un extraño en otro lugar no es sencillo. El extranjero siempre genera desconfianza, es una cosa casi de instinto.

Pero el que se queda también es un héroe en cierto modo. Construir una vida aquí, contra la corriente de la crisis cotidianamente, a merced de un estado de ánimo colectivo nada saludable que se mueve entre la ira y la depresión, y con un salario paupérrimo; así decidimos quedarnos muchos. Mucho peor, a veces parecemos despertar con una terrible dualidad en el alma: una parte de nosotros quiere largarse y se siente mal por estar aquí aún, y otra quiere quedarse bien sea por pelear, bien sea por un simple apego.

Desde el gobierno se grita muy a la ligera "si no te gusta el país, pues vete". ¿Qué gobierno le grita a sus ciudadanos que si disienten lo mejor es que se vayan? ¿Qué gobierno se ahoga mandando al exilio a la mayor riqueza de un territorio: su gente?

Entre la condena al exilio del gobierno, y el pensamiento generalizado del ciudadano de que la única salida es la frontera, hemos banalizado esa tragedia. Esta tragedia de país, de la cual probablemente no escapamos ni largándonos.

cishore™ / Foter / CC BY-NC-ND

--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

viernes, 13 de marzo de 2015

Y cómo suena tu cabeza

Si de algo estamos inundados en Venezuela es de balas. Viene un diplomático a pretender hablarnos de balas, de balas "que no distinguen" pero que "suenan diferente".

Creo que él mismo se dio cuenta que hablar de balas que no distinguen no le convenía. Porque las balas del hampa en Venezuela se llevan veinte mil cabezas al año, sin distinción de pensamiento.

Entonces quiso hacer un chiste, o algo, para dar a entender que de algún modo las balas en las cabezas opositoras tienen menos importancia. "Hacen un chasquido. La cavidad craneal es hueca".

Una increíble exposición de odio y de la acostumbrada apuesta a la segregación del chavismo, de parte de alguien que nos representa en el exterior. Y ahora pretende separarnos "biológicamente".

Y la verdad es que el gobierno demuestra eso, por ejemplo, cuando el año pasado en medio de las protestas de principios de año hubo muertos, y ellos solo conmemoraron a aquellos que les simpatizaban. Los otros de algún modo se lo merecían, o "quién los mandaba".

Lo más espantoso es ver semejantes comentarios incluso con niños, como el que fue asesinado hace pocos días en Táchira, por cierto, de un tiro en la cabeza.

La verdad es que las balas aquí no distinguen, señor Chaderton. Y créame, que aquí ninguna cabeza es hueca, por más adoctrinada que esté, ninguna cabeza vale menos por las ideas que contenga.

Ni siquiera la cabeza suya.

--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

miércoles, 11 de marzo de 2015

Mención Honorífica para Reflexiones Apresuradas en #VersionaTuBlog

Como les había comentado, este blog estaba en un Concurso que abrió el Diario Versión Final, "Versiona tu blog", para bloggers jóvenes del Zulia. Los premios fueron otorgados por votos del público y por decisión del jurado en tres categorías por edades.

Reflexiones Apresuradas recibió mención honorífica del jurado en la categoría de 26 a 30 años (la de los mayorcitos), así es que, oficialmente, este blog tiene un premio :-)

Con mi certificado :-)

Como reseña la web del diario:

El lunes en la tarde se clausuró la primera edición del concurso Versiona tu blog. Se diseñó para tres categorías, dos ganadores en cada una, pero el jurado calificador, integrado por los profesores Jesús Urbina y Diana Fuenmayor y los periodistas David Padilla y Daniela Rincón (directora web de Versión Final) ideó las menciones honoríficas debido el talento juvenil.
Las vidas de Gabriela (categoría de 14 a 20 años), a Ser feliz o al menos parecerlo (de 21 a 25) y a Cavernas y sombras (de 26 a 30). María Gabriela Infante, Marlyns Jovanna Valecillos y Víctor Solís son las caras de estos proyectos. Además de un certificado y sus tabletas digitales, tendrán un link permanente por un año- en la página www.versionfinal.com.ve (...)
Reconocieron con mención de honor el trabajo de Elaine Uzcátegui y Osmely Piña, autores de “Huyendo entre libros” y “We’ll Always Have Movies”, respectivamente. Y así siguió la lectura: “Premio del Jurado para Marlyns Valecillos, autora del blog ‘Ser feliz o al menos parecerlo’, por ofrecer una mirada íntima y original de su universo personal”. Las menciones honoríficas fueron para Fabiana Parra -“Mod.Arquitectura”- y a Handry Flores -“Moda en un link”-.
Las características que hicieron ganador a Cavernas y sombras, espacio de Víctor Solís, fueron las siguientes: abrió “un espacio para la reflexión sobre la literatura, el cine y sus creadores desde una perspectiva original y abarcadora”. Vanesa Pérez y Moisés Delgado, autores respectivamente de los blogs “Reflexiones apresuradas” y “Moisés Delgado”, se alzaron con menciones especiales.
El público con sus votaciones hicieron popular a Osmely Piña –We’ll always have movies- Helder Godoy -365 micrfocuentos- y Édgar Gómez- Neouomo-.

La ceremonia fue agradable, y un gusto conocer a jóvenes creativos más allá de la web. Estoy agradecida con la gente de Versión Final, y espero se sigan haciendo eventos para compartir entre blogueros, sea a modo de concurso o a modo de reunión. También agradezco a todos los seguidores y amigos que me apoyaron con sus votos en el concurso.

¡Felicidades a los ganadores!


--
Recibe las entradas en tu email:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

domingo, 1 de marzo de 2015

Hace un mes

Cada vez que anochece, que es hora de ir a la cama, no puedo evitar mirar la ventana. Mi cuarto era casi contiguo al tuyo, y las ventanas se miran. Además nunca he puesto cortina mientras he vivido en tu casa, y confieso que tengo un extraño gusto porque entren las escasas luces nocturnas y la luz del día en la mañana, así que para mí no es cosa seria eso de buscarse una cortina.

A través del vidrio escarchado, siempre me daba cuenta si ya te habías acostado o no, no porque hubieras apagado la luz (que nunca te quedabas a oscuras del todo), sino porque distinguía cuándo estaba encendida la luz del techo y cuándo la lámpara de tu mesa de noche. Y casi siempre te acostabas mucho más tarde que yo, aunque me distanciabas por dos generaciones. Eras una ama de casa nocturna.

En cierto modo tu presencia y tu (mucho y a veces atorrante) bullicio, con la música y con los programas de TV medio tontos que gustabas, me daba cierta tranquilidad a la hora de dormir. Sí, siguen habiendo cinco personas más en esta casa, pero ya sentir a una para acá y para allá es de repente tranquilizador.

Ahora no hay nada a través del vidrio escarchado. Ausencia y a veces oscuridad total. Creo que quiero una cortina. Pensando por las noches a veces te recuerdo con nostalgia, otras con tranquilidad, otras me aterrorizo, y otras no puedo sacar de la mente tu inmerecida agonía.

De todos mis abuelos, eras la más joven, y sin duda la más saludable, aunque con esas obsesiones que te mortificaban tanto, eras la única que aún caminaba erguida, con tacones hasta para andar por casa, te arreglabas y bañabas antes de salir todos los días, a manejar sin necesidad de anteojos y de pronto llegabas con la suficiente energía para maldecir a todo pulmón al gobierno. Lucías mejor que muchas cincuentonas.

Aunque más de siete décadas ya contabas, nunca creyó nadie que te vería desfallecer así de repentinamente, aún contigo pude constatar la fragilidad de la vida. Quizás, comentan todos, que tu amor de madre fue el que te ausentó, porque no hay dolor más grande que perder un hijo, dicen.

En los días en que te veía desvanecerte, y aún después que te fuiste, casualmente el día en que tu hija ya no cumpliría más años; no podía yo más que acordarme de cosas increíbles, cosas buenas y maravillosas que en su mayoría no recordaba hace mucho tiempo.

Un amigo se antojó de escuchar el álbum Clásicos de la Provincia, de Carlos Vives en esos días, y sonreí y lloré acordándome de esos días por el año 95 en que te encantaban esas canciones, y Carlitos también con lo bello que estaba, y Chayanne, y Juan Gabriel, y Marco Antonio... Me acordé de la época en que nos llevabas a la librería y comprabas para nosotras (mis hermanas y yo) todo el tiempo blocks de hojas blancas y portaminas de esos de puntitas cambiables que tenían olores... hasta los olí.

Me acordé de los días en que vivíamos fuera de la ciudad y nos quedábamos a dormir en tu cuarto en colchones improvisados y veíamos comiquitas en tu televisor todas las mañanas; me acordé de los ángeles de colores que tenías tejidos en tu cuarto; de tu metafísica; de tu librería, todo un mundo lleno de recetas y de revistas fashion y faranduleras, de los librillos de cruzaletras y del café con leche que nos hacías; de tus cuentos de club y de gimnasio, cuentos al estilo señora burguesa de los 50's. Me acordé cuando hace unos años atrás nos llevabas todos los sábados a desayunar tortas y café con mi mamá, o mejor aún, de cuando hacías tus tortas; y también de la mucha ira que sentí cuando tuvimos que venir a vivir a tu casa.

Me acordé mucho de tu voz, en estos días soñé con ella: de pronto te oí y conscientemente fui a verte, porque hacía tiempo que no te veía. Me acordé también de las canciones que me cantabas de niña. Había una que hablaba de una barca que se iba que me gustaba mucho, y la he buscado por internet, pues no me acordaba de toda la letra... Tal vez si el cielo fuera tinta y el suelo fuera papel podría enviarte esta carta.

A mi abuela Lucrita (1940 - 2015)


sábado, 28 de febrero de 2015

Odiseas en el supermercado (II)

Foto: La Patilla

Sábado por la mañana (o no tan mañana). Estaba sentada en la mesa comiendo unas galletas con café con leche, esa cosa que cada día se nos hace más difícil poder disfrutar. De pronto recibo una llamada de mi padre. Estaban haciendo el mercado, y ¡oh sorpresa!, había harina de maíz, jabón de baño, arroz, desodorante y azúcar. Todos ellos productos regulados en precio por el actual gobierno, y todos ellos consecuentemente muy escasos.

Como de costumbre, una unidad por persona, y por eso solicitaban mi presencia. Para facturar tres veces, y pasar tres unidades de los productos que hacía tiempo no veíamos, y que en el caso del jabón de baño y el desodorante ya habíamos tenido que recurrir al mercado negro. Sí, como lee, mercado negro de productos de higiene personal.

Al llegar, había un gentío por supuesto. Las colas en cada caja daban hasta más de la mitad de los pasillos del inmenso local. Adentro, la gente que iba a hacer una compra de más de 500 bolívares, afuera otra cola de quienes solo iban a comprar regulados, o debo decirles escasos, más bien. Adentro del supermercado había guardias armados, vigilando que nadie robara nada, y claro, que nadie llevara más escasos que lo que le correspondía.

Mientras mi mamá y yo terminábamos de agarrar los enseres, mi padre hacía la interminable cola de la caja, que caminaba a paso de vencedores, que digo, de tortuga. Terminamos de explorar y recontra explorar el supermercado, pillando lo que llevaban los otros en los carritos, no fuera a ser que se nos quedara alguno de esos regulados desaparecidos.

Todavía así, ya llenado el respectivo carrito, estuvimos más o menos una hora en cola antes de llegar a la caja. Resultaba que cada cola se dividía entre dos cajas, y aún así se tardaba uno esa eternidad. Al llegar nuestro turno, todo se volvía más claro con respecto a la tardanza.

En primer lugar, y como yo ya habría acotado, por cada familia iban en promedio tres personas a comprar, para aplicar lo del "truco" de los escasos. Por lo tanto, por cada carrito se hacían dos o tres facturas, y se pagaba dos o tres veces, muchas de ellas por punto de venta, con las mentadas tarjetas de alimentación, lo cual hacía aún más lento el proceso.

Mientras estaban los de adelante de nosotros, entre las facturas de uno y otro de la pareja, la cajera se puso a hacer corte de caja. Sí, en ese momento. Ellos estuvieron al menos 20 minutos pagando. Cuando nos tocó a nosotros, pasa la primera factura. Luego, ¡oh!, tocaba el cambio de turno de la cajera. Sí, sin haber terminado de pasar todo lo de nuestro carrito, pero claro, dejó una factura pagada y cerrada. Mientras ella recogía sus cosas y apagaba el sistema y que sé yo, pasarían como 10 minutos. La otra cajera aún tardó en llegar.

Cuando al fin llega, toca pasar la segunda factura. Mi turno. Voy a pagar con mi tarjeta de alimentación, y ¡oh!, esa tarjeta, precisamente esa, había que pasarla por un punto de venta que estaba en la parte de atrás del local, después de todas las cajas. Me fui, llegué, había dos personas con la misma tarjeta delante de mi que iban a pagar entre ambos una misma factura. En aquel proceso de repartir montos se irían 10 minutos más. Mi turno. Una señora que estaba atrás intento colarse, y yo aún forzando la sonrisa le dije que mi tarjeta también aguardaba allí desde antes. Pasé y pagué.

Finalmente terminamos de chequear toda la compra, que durará como mucho dos semanas (sin incluir la mayor parte de carnes y embutidos), y superó en el total al salario mínimo. Al salir, te revisan las facturas, lo que llevas en las bolsas, y hasta te hacen abrir la cartera "por si acaso".

El sol estridente de la tarde fue toda una bendición.
--

Enumeremos las humillaciones de este relato:

  • Que el Estado regula los precios de productos de primera necesidad, muy por debajo de los precios de producción, llevando a la quiebra a innumerables empresas, expropiando a otras y produciendo a subsidio (es decir, igual disponiendo de nuestros recursos para vendernoslos a un "menor precio"), llevando a una escasez de los mismos y privando a la población de ellos.
  • Que, por tanto, con cierta regularidad uno debe recurrir al mercado negro de productos básicos, como si de sustancias ilegales se tratara, y pagar un precio mayor a un buhonero que no cumple las condiciones de almacenamiento mínimas de los productos y que se lucra a costa de la escasez. Sin mencionar que este mercado opera a plena luz del día en total impunidad.
  • Que debes comprar un mínimo en monto, porque si quieres solo regulados, te toca hacer cola bajo el sol. Brecha de clases, ¿dónde?
  • Que el Estado tiene autoridades armadas en un contexto completamente cotidiano y "normal", dentro de establecimientos privados, para mantener a raya a la población.
  • Que debes perder 3 y 4 horas de tu tiempo, con varios miembros de tu familia, para hacer algo tan simple como un mercado (¿y el trabajo?, ¿y el producir más para el progreso?)
  • Que la misma empresa hace insoportablemente engorrosa una transacción cotidiana (cambiar de turnos en mitad de una facturación, poner colas aquí y allá, puntos de venta al otro lado del local...)
  • Que al salir te revisan las bolsas llenas de productos que ya son tuyos, y la empresa se puede tomar la libertad de revisar tu bolso con la venia de autoridades presentes. Es decir, que aparte de que se violan tus derechos de propiedad, eres culpable hasta que se demuestre lo contrario.
--
Puedes leer el primer post Odiseas en el supermercado. También puedes compartir tu anécdota en los comentarios, pues me gustaría reseñar más de estos trajines humillantes.

--
Recibe las entradas en tu email:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

martes, 17 de febrero de 2015

¡Vota por Reflexiones Apresuradas en el concurso #VersionaTuBlog!

Saludos a todos.

El diario zuliano Versión Final ha abierto un concurso para blogs, y ya que tengo varios años actualizando esta modesta bitácora he decidido entrar en él, buscando algo de difusión, y claro ¡buscando ganar también!

Como siempre, necesitaré de la ayuda de mis seguidores. En el enlace de abajo, podrán ver la reseña del blog, tal como la envié, y podrán dar un voto en forma de estrellas (de 1 a 5):

http://versionfinal.com.ve/concursosvf/versiona-tu-blog-reflexiones-apresuradas

Así mismo, hay botones para compartir, que como siempre, si los usan estaría agradecida.

Las votaciones son desde hoy hasta el 1° de marzo, así que si les gustan mis escritos, pueden votarme, y animar a otros a que lo hagan :-)


sábado, 14 de febrero de 2015

El amor y el individualismo

A finales del año pasado leí dos famosas obras con un contenido, digamos, parecido. Explorando un poco en textos que ayuden a ver en nuestro realidad política, en la vivencia del autoritarismo y en la impotencia del individuo en semejante sociedad, leí dos muy mencionadas recomendaciones de muchas personas: 1984, de George Orwell; y Un mundo feliz, de Aldous Huxley.

Las leí en ese orden, y creo que fue el orden correcto. Leyendo 1984, me sorprendía de la intuición del autor en el funcionamiento de regímenes autoritarios, del culto a la personalidad, del uso contradictorio del lenguaje y de la utilización de la tecnología para el control total de la vida privada del ser humano.

Pero en cierto modo, había algo predecible: el control era ejercido por medio de la represión total de todo atisbo de pensamiento autónomo o de sentimiento muy personal. La sociedad vivía en un engaño masivo constante, que permitía una perenne manipulación por parte del tirano, que era incluso un hombre de dudosa existencia. El gran hermano podía fácilmente estar muerto o no haber existido jamás, era una especie de dios.

Ahora bien, en Un mundo feliz la cosa es totalmente sorprendente. La gente es absolutamente desprovista de su individualidad mediante un sistema que aparentemente les da libertad y placer sin límites. Aunque por un lado, los seres humanos son creados en castas manipuladas genéticamente, y cuidadosamente educados según la labor que se espera de ellos; se vive en una ideología que fácilmente pudiera confundirse con un hedonismo moderno: las castas tenían su razón de existir para que todos fuesen felices haciendo el trabajo que les tocaba; la sexualidad era totalmente libre, es más, lo normal era que todos tuvieran sexo con la mayor cantidad posible de personas, compartieran sus experiencias, y nada de amor ni familia, la reproducción corría por cuenta de la ciencia; y el Estado proveía a todos de una ración de droga semanal: para que fueran felices y olvidasen cualquier posible pasión o profundidad.

La trampa de Huxley es impresionante: el placer también puede ser peligroso, por medio de la aparente alegría y la perenne satisfacción también puede desaparecer nuestra individualidad, aunque aparentemente eso es lo que todos queremos. En el mundo feliz, nadie se enamora, nadie llora la muerte, nadie sufre por otro ser humano.
________________________________________________

Al adentrarme en la lectura de la segunda novela, algo me estaba pareciendo muy interesante: a pesar de que se presentan distopías, aparentemente llevadas por la sumisión del individuo por métodos diametralmente opuestos, ambas tenían un punto en común: en una sociedad donde el individuo es anulado, el amor es subversivo.

¿Ser amante es subversivo? ¿Qué más subversivo que eso? Nuestras mentes jóvenes parecen intuirlo, pero uno se anda con cuidado: en nombre del amor romántico también se defienden cosas de lo más conservadoras y reaccionarias.

Esto llamó mucho mi atención. Toda la segunda parte de 1984 esta prácticamente dedicada al amor clandestino que mantenía Winston con una muchacha. Tenían que verse a escondidas, en las afueras de la ciudad, y luego escondidos en un cuarto alquilado que acabó siendo su trampa. En Un mundo feliz, la entrada de un personaje "salvaje", limpio de civilización, y que se enamora de una de las féminas " alfa", pero no quiere simplemente "saciar su deseo por ella" (y que de hecho prefiere no hacer nada con esa "puta"), viene a poner el cuestionamiento de todo el sistema.

Es en esta última novela que hay una frase avasallante en este sentido: el amor es darle demasiada importancia a otro individuo.

¿Es el amor romántico un acto individualista? No se debe confundir individualismo con egoísmo, es un error común, y no es lo mismo. Individualismo es la filosofía según la cual la sociedad se construye a partir de la acción individual y la libre asociación de individuos en instituciones (en contraste con en colectivismo que pretende que el individuo sea moldeado por y para la sociedad); y el egoísmo es actuar por intereses propios y listo. Un individuo puede ser egoísta y altruista, y creo que de hecho todos tenemos un poco de ambas dimensiones.

Me refiero aquí entonces al amor como ese sentimiento de que el otro es un ser único e inigualable y eso le hace especial y adorable para nosotros; el amor libre, que incluso nos lleva a aparentemente anularnos a nosotros mismos, o sentir que el otro es lo más importante del mundo. Sin importar si esto es pasajero, durable, o si conlleva a alguna institución con condiciones determinadas (matrimonio, etc.)

Quizás en un entorno colectivista el amor tiene poco sentido, pues es una vivencia profundamente individual. También pienso que curiosamente, una de las épocas más individualistas en el arte, el romanticismo, fue también la de los amores suicidas.

Pero quizás cometo un error, quizás el amor es algo demasiado biológico para darle dimensiones ideológicas. O cabe preguntarse, ¿qué tanto dependerán nuestras convicciones ideológicas de nuestra biología?


--
Recibe las entradas en tu email:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

sábado, 31 de enero de 2015

En la parada de Los Robles

Sí, otra anécdota de paradas en Maracaibo. Es que nuestro transporte alcanza para mil crónicas. Me tocaba ir al sur, y sin la posibilidad de carro prestado que a veces tengo por fortuna. No quería gastar la ganancia del día en taxis, así que me lancé al punto de articulación entre el norte y el sur: el Centro, y sus paradas de transporte salvajes.

El sol estaba picante. Como siempre atravesar la calle mirando por los cinco flancos que no sabías que tenías, y allá se veía la cola, no muy larga, unas treinta personas en la parada de Los Robles.

Esta parada es muy particular. Nunca quiero tener que recurrir a esta ruta y menos desde el Centro. Si acaso el diez por ciento de las unidades (carros por puesto), recogen a los pasajeros de la cola. Los restantes, recogen gente antes o después de la parada, cobrando el pasaje al doble del costo.

La situación es sumamente injusta, pero irónicamente, está perfectamente justificada. Una demanda que supera por mucho la oferta de transporte, un sistema por demás ineficiente y un pasaje que a duras penas alcanza a los choferes para una ganancia decente. Por otro lado, unos pasajeros a quienes aún pagando ese pasaje barato, les pesa en el bolsillo. Sino, simplemente no hubiera gente en la cola.

Esta situación es vieja. He presenciado mototaxistas ofreciendo carreras baratas, intervenciones de la policía, pero la cosa ayer se convirtió en protesta. Los pasajeros de la cola se pararon en medio de la calle a no dejar pasar a los carritos que venían ya llenos de pasajeros "dobles". Retuvieron a dos unidades por unos quince minutos, pero los choferes alegaban que estaban trabajando, y los pasajeros llamaban a los otros "bobos" por no pagar sus veinte bolos para irse más rápido.

Una señora alegaba que estaba bien, que ellos pagaban más, que entendían la queja de los choferes, pero que se llegaran a la cola y respetasen el orden de llegada. Por supuesto los pasajeros tomados fuera de cola, agarran los carros en total anarquía, sin respetar si el señor de al lado estaba primero. Porque somos así, los vivitos.

Ayer no tardé mucho en irme porque llegó un pequeño bus ofreciendo la ruta, a precio de pasaje largo. No estaba mal. Cabían todos los pasajeros de la cola, y ellos ganaban porque metían más gente. Eficiencia, aunque "ilegal".

Esta realidad, esta desesperación, se vive día tras día en las paradas de toda la ciudad. Y no a todas llega algún compasivo bus a recoger a los pasajeros. Volvemos a lo mismo. Sistemas ineficientes, economía regulada, todo turbio, pierden los más débiles, en el sistema de transporte público: esa cosa que deberíamos tener todos bien asegurada todos los días.

Es un círculo vicioso, porque las solas molestias del transporte, hacen que a uno se le quiten las ganas de salir a trabajar. Pero como ven, el mercado gana.


--
Recibe las entradas en tu correo eletrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

miércoles, 21 de enero de 2015

El bolívar es un fastidio

"El dólar ha subido Bs 53.66 en 38 días, si continua a ese ritmo llegará a Bs 200 justamente el 31 de diciembre."
@ChristophDM

"Llegamos a un extraño momento de la economía:
Sumas un billete de 100, 50, 20, 10, 5 y 2, una moneda de 1, 0,50, 0,25, 0,125, 0,10, 0,05 y 0,01.
Es decir, sumas todo el "cono monetario".
Y no compras 1 euro."
@LuisCarlos

En eso se ha convertido nuestra moneda, en un verdadero fastidio, en una cosa que aunque usamos todos los días, nos da cada vez más la sensación de no servir para nada, de valer cada día menos. La irresponsabilidad de la política económica de nuestro Gobierno nos ha llevado a estos límites insospechados. El heredero de Hugo es mucho más que inútil.

En estos días andaba con mi padre haciendo unas diligencias, y él fue a comprar cuatro resmas de papel tipo carta. El total de aquella transacción hizo poco más de 1.400 Bs. Él disponía de unos cuantos billetes de 20 Bs., algunos de 50 y unos pocos de 100 (el de más alta denominación). Recuerdo la escena, y debimos haber pagado con entre 40 y 50 billetes. ¡50 billetes para pagar cuatro resmas de papel! Aquella escena fue un poco surrealista.

En cualquier "tigre vaca flaca", a mi me pagan entre 8 y 15 billetes, y hablamos de billetes de las dos más altas denominaciones existentes en Venezuela. Dar propina con el billete más pequeño (el de 2 bolívares) me parece últimamente un real ejercicio de miseria; prefiero no dar nada, eso no paga ni un pasaje de bus (de hecho está en 11 Bs.)

Así vemos esta escena todos los días, tenemos en las manos, en la cartera, un montón, literalmente, un montón de billetes que no compran prácticamente nada.

Hace poco más de un mes, presenciamos todos que el precio de 1 dólar sobrepasaba la barrera (ilusoria) de los 100 Bs. Veíamos todos cómo nuestro más alto billete compraba sólo un miserable dólar, y nuestra unidad monetaria (1 bolívar), pasaba a valer el equivalente a un centavo. Hoy vale menos que eso.

Los expertos desde hace mucho tiempo están advirtiendo al Gobierno que debe sacar billetes de 500 y de 1000 bolívares para la comodidad de las transacciones. Hoy día todos los billetes venezolanos son "sencillo".

Hoy en Venezuela hay más bolívares circulando que nunca, y menos dólares para la gente que nunca. Quizás no se comprenda a primera vista, pero todo este dinero inorgánico circulando por nuestras manos no hace sino generar más inflación cada día. Y no solo no hay dólares, cada día hay más escasez, es decir, menos cosas que comprar con los bolívares.

--
Recibe las entradas en tu correo eletrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

lunes, 19 de enero de 2015

"Colaboracionistas"

En Venezuela estamos inmersos en un sistema viciado, en una economía viciada. La economía lo permea todo, todas las actividades cotidianas que llevamos a cabo todos los que vivimos en este pedazo de tierra, administrado por un montón de inútiles, o eso parece.

He visto en los últimos días una tendencia en las redes, de culpar al ciudadano por ser colaborador de este sistema económico. Que si tú haces la cola, que si igual andas esperando nada más a que te activen el cupo electrónico, que si revendes los productos de la cesta básica, que si trabajas para el gobierno, etc.

Es imposible no formar parte de este círculo vicioso que es nuestra economía llena de controles. No hay libertad de mercado, no hay divisas disponibles, los productos no se consiguen, porque para empezar aquí en el país no se produce prácticamente nada, y para importar volvemos a lo de las divisas, sí, los controles y para colmo una inflación desbocada. Consecuencia de todo esto, no hay mercado laboral para los venezolanos, y el gobierno, directa o indirectamente, acapara todos los procesos.

Pero el control total es imposible. Y sin trabajo, sin disponibilidad de productos ni divisas, con unos billetes que no valen nada, la gente va a buscar la manera de sobrevivir.

Sobrevivir implica buscar la comida. No hay comida. No hay muchas cosas: productos de higiene, pañales, medicinas... Pero son urgentemente necesarios. ¿Vas a culpar a la señora que va y hace la cola por los pañales y la leche para sus hijos? ¿Vas a culpar al que hace la cola para poder conseguir pollo?

Sobrevivir implica conseguir los reales. No hay trabajo. ¿Vas a decirle a alguien que no acepte una oferta posible porque le paga el gobierno? ¿O que no se cale la cola por ti para comprar los productos y te cobre algo a cambio de eso? De más está decir que quien trabaja para el gobierno trabaja en realidad para ti, para todos, piensa que al menos ese salario se lo está ganando un ciudadano y no se lo está robando ningún funcionario. El problema es qué ponen a producir a ese empleado, ¿propaganda?, ¿calentar la silla?, ¿nada? Ahí viene la cuestión.

El problema aquí es que el capitalismo continúa, porque el mercado continúa, y no puede ser de otra manera. Ojo, el problema no es el mercado ni el capitalismo, sino que no se admite que igual éste va a seguir funcionando. Los controles no son más que una absurda ilusión, que tiene toda mierda distorsionada, y hace todos los procesos innecesariamente difíciles.

¿Y cómo se manifiesta la dificultad de esos procesos? Hambre, desidia, miseria, humillación...

Pero no le diga al ciudadano que no continúe con el ciclo económico, o ¿es que Ud, que se jacta de no calarse ni una cola no se traslada todos los días en su carro o en el trasporte con la gasolina más subsidiada del planeta? ¿O es que Ud. que se jacta de no usar ni un solo dólar de su tarjeta de crédito no ha comprado divisas al mercado paralelo jamás, o al menos subastado en los sistemas Sicad?

Nadie se salva de participar en esto. Yo particularmente no hago ni una cola, no me he inscrito en una captahuella, no me callo por ser empleada pública... pero, ¿y si algún día tengo la necesidad? Eso: la necesidad.

Es en nosotros que está la respuesta: acusar a este gobierno de lo que es, un corrupto que nos hace la vida innecesariamente difícil y precaria, y que con sus sistemas y controles no hacen más que llenarse los bolsillos, con valores paralelos, mercados negros, tráfico de mercancías, etc.

Puede acusar a la gente de pasividad, de facilismo, pero cuidado, que en este peo estamos todos bien metidos.



--
Recibe las entradas en tu correo eletrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...