lunes, 30 de septiembre de 2013

Maracaibo y la lluvia


"Muy lejos de mi ambiente pensando en mi lago
en la ciudad que un día me viera nacer
la lluvia tenaz sigue, inunda los campos
en la tarde andina sin sol y sin luz"

Lluvia. Luis Guillermo Sánchez


En este verso habla el autor de una (muy común) lluvia andina que contemplaba, mientras extrañaba el sol marabino. Escena que yo viví tal vez muchas veces por casualidad. No sé por qué he querido iniciar con este sentimentalismo, quizás por la lluvia, y por Maracaibo, de la cual uno odia pero extraña precisamente su característico sol de casi todos los días.

La lluvia, el chubasco de por estos días, unos años más intenso que otros, hace que la temperatura baje y hasta se vuelva tolerable, pero ¡oh! pequeño detalle, que la vida aparentemente se detenga. Quizás vengo a hablar de lo mismo de siempre, del transporte, de las calles, de las cañadas, de la ineficiencia.

Una manera muy eficaz de sentirse completamente atrapado es estar en una avenida principal de Maracaibo, en hora pico, a punto de caer la oscuridad, en medio de una tormenta, necesitando estar en algún lugar, y resignado a que no hay transporte público, taxis menos, y lo más probable es que llegarás con los pies mojados a casa.

Aquí la lluvia paraliza la vida. Si llueve, nadie cuenta con nadie, y por supuesto, todos tienen la excusa perfecta. Es un círculo vicioso. Lo que más me molesta, es que todos justifican a todos, hay que entender a los del transporte, sus carros son viejitos, no hay pasajeros; a los taxis, pobres, los huecos no se ven, los repuestos están muy caros; y así...

Y uno queriendo cumplir sus objetivos del día, teniendo la más sana intención de disfrutar de la lluvia, pero en camino hacia donde uno tiene que ir, tranquilo, pero tiene que acabar resignado. No hay transporte, las aceras están inundadas, el centro se pone horrible, mejor espero a que escampe... o qué remedio, me quedo en casa.

Maracaibo en la noche, con lluvia. ¡Ups! imagen repetida (para tema repetido)

--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

jueves, 26 de septiembre de 2013

¡Tómate la pastilla!

Hay una vergonzosa anécdota de mi infancia, a lo mejor tonta, pero no irrelevante, que en mi hogar gustan de recordar.

La primera vez que me tocó tomar un antibiótico en pastillas, nunca me atrevía a meterla en mi boca, y tragarla. Qué se yo, me consumía el terror de quedarme atragantada, de que se fuera esa cosa tan grande "por el camino viejo"...

Lo cierto es que yo permanecía un tiempo absurdo (hablo de media hora, quizás más), con la monstruosa pastilla en la mano, contemplándola irracionalmente, y el vaso de agua en la otra, pensando y buscando la voluntad necesaria para poner la pastilla en mi lengua y acto seguido beber agua y tragármela. A veces lloraba; tanta era la desgracia de tragarme aquel objeto que no podía masticar.

La anécdota, cosas de niño asustado, no me avergüenza por lo que fue, sino porque mi actitud ante la novedad suele ser más o menos esa. Lo cierto es que al final, al menos mil pastillas ya me habré tomado a lo largo de mi vida.

Esta historia puede parecer una redundancia del primer escrito que publiqué en este blog, y que como es de esperarse, casi nadie leyó. Pero es que acaso solemos ser estructuras basadas en patrones, y nos repetimos hasta el cansancio. ¿Cómo podría existir un individuo, ser autónomo, si no es repitiéndose, auto perpetrándose?
cora álvarez / Foter / CC BY-NC-SA
La graciosa metáfora de la pastilla, hasta me hace recordar la metáfora de Morfeo en Matrix, solo que, pequeña diferencia, Morfeo daba a escoger a Neo entre dos pastillas, una azul y una roja, yo tenía solo una en la mano, y era incapaz de tomármela. A veces pasa justo así, ni siquiera hay que elegir entre una opción u otra, sino entre tomar la única opción o no; o es que, como he visto decir, no hacer nada es también una opción, muchas veces elegida por muchos.

¿Soy una persona cómoda, perezosa, cobarde? Me gusta aplicarme esos adjetivos, pero no sirve de nada, pues en mi vida creo que no es lo que he demostrado, y aunque el momento de decidirse a tomar la pastilla puede parecer eterno, luego la tomo mil veces, y recuerdo con no mucha gracia, mi fatídica indecisión inicial. ¿Acaso una persona cómoda, perezosa, cobarde, se molestaría siquiera en escribir esto? ¿Para qué molestarse?

Déjenme pues, es que ando ahorita con la pastilla en la mano.


--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

viernes, 20 de septiembre de 2013

Borges y la mecánica cuántica

Fuente


Navegando por las redes sociales, me encontré hace dos días accidentalmente que habría una conferencia de la gente de Parque Explora, de Colombia, cuyo título no pudo llamar más mi atención: "Borges y la mecánica cuántica".

Resulta ser que el profesor Alberto Rojo, que la impartió, publicó un libro en el que relaciona algunos de los conceptos de la física moderna, con los de la literatura borgiana. De un primer vistazo, me pareció que tenía mucho sentido, por el manejo que se ve en Borges de conceptos como el tiempo, el infinito, los sueños, la memoria, las posibilidades, los laberintos...

La manera como me topé con Borges en primer lugar a lo mejor resultará poco creíble. Yo tenía un pequeño escrito en el que describía la vida como un gran río con miles de ramificaciones, y cuya corriente representaría el tiempo, que nos obliga siempre a ir en la misma dirección, y que inevitablemente tengamos un tramo limitado para escoger cada ramificación.

Una metáfora no muy descabellada, y a lo mejor común, de mis años infantiles. En la casa encontré una edición de El Nacional de Ficciones, y fue por el subtítulo El Jardín de los Senderos que se Bifurcan, que me animé a leerlo.

No esperaba encontrarme a las puertas de ese mundo de maravillas y deleites abstractos en el que Borges nos sumerge. Recuerdo siempre con especial sensación Las ruinas circulares, Funes el memorioso, El jardín de los senderos que se bifurcan, Tlön, Uqbar y Orbis Tertius, y el mencionado por el conferencista: La biblioteca de Babel

El señor es genial y se expresa con claridad sobre temas tan profundos. Ya en mis elogios a Capra he mencionado lo importante que me parece la exploración y divulgación de la ciencia moderna.

La conferencia es abordada con un tema sin duda importante: la ciencia como experiencia estética. Me identifico con la visión expuesta, y de hecho casualmente hace poco tuiteaba que tengo ese defecto de ver la ciencia como poesía ya que, aunque no entienda nada, siempre tengo un goce estético con ella.

Luego habla de cómo se ha citado a Borges en trabajos científicos, y como éste se adelantó a muchas ideas que hoy son teorías de la física cuántica. El genio de Borges no tenía límites, a mi parecer, y su estilo que se nos confunde entre literatura, ciencia o filosofía, en verdad me cautiva.

En La biblioteca de Babel, como nos explica el señor Rojo, Borges expone una idea que para la combinatoria y la estadística es interesantísima. Un número enorme de tomos, de determinada cantidad de páginas, que contienen todas las posibles combinaciones de caracteres en dicho número de páginas. La mayoría de los libros son disparates, pero algunos serán joyas de la literatura, algunos nuestras biografías, otros catálogos de la bibliteca misma, etc.

También destaca las analogías entre El jardín de los senderos que se bifurcan, y la teoría de los tiempos paralelos o universos paralelos; o de cómo diferentes bifurcaciones del tiempo pudieran coexistir simultáneamente.

En fin, me gustaría adquirir este libro, y seguir hallando similitudes entre la ciencia y la literatura borgiana. Sin más, les dejo el enlace a la conferencia, y les recomiendo que lean más al maestro Jorge Luis Borges.



--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...