miércoles, 30 de abril de 2014

La experiencia religiosa como experiencia estética


El ritual religioso tiene muchísimos matices. Casi tantos como culturas existen. La experiencia religiosa puede marcar a la persona, debido a las experiencias psicológicas y emocionales que se tienen en dichos rituales. Pero, ¿quiere decir que estamos ante el poder de dios? A veces a mi solo me parece que estamos ante el poder del goce estético.

No conozco muchos rituales religiosos. Puedo hablar con propiedad quizás solo de los rituales cristianos. Y cómo se alimentan ellos de este goce estético del que hablo.

No soy quién para aventurarme a deducir de qué maneras se fueron ligando las artes y la religión, y hablaríamos de tiempos antiquísimos de nuestra especie. La adoración de deidades siempre se ha valido de nuestras más diversas expresiones orales, sonoras, corporales, pictóricas... El sentimiento de lo divino, como cualquier otro, nos ha inspirado llevándonos a querer decir lo indecible. Y con nuestra evolución como civilización, estas expresiones han cambiado y se han "refinado".

Pero en este proceso de creación hay también comunicación entre seres humanos, como en cualquier manifestación artística, lo que lleva al reforzamiento de cualquier sentimiento. Si un ser humano, al sentir dicha inspiración, se expresa, moverá con su expresión al otro, reforzando las sensaciones que se comunican y construyendo sensaciones y experiencias colectivas. La euforia de la compañía pues, se hace presente.

Yendo a ejemplos más concretos, la religión católica (o cualquier vertiente del cristianismo), se han valido de la experiencia estética para mover y conmover. Esto puede verse como natural en el compartir de grupos, pero en la Iglesia como gran institución, pudiera hablarse de construcciones premeditadas, hechas con este fin.

Así, la arquitectura de una Iglesia no es casual. Todo está hecho para adorar al altísimo, teniéndole como centro y dirección de la estructura, y siendo dichas estructuras de tal magnificencia, que cualquiera que se adentre en ellas no podría evitar sentirla. También las obras pictóricas, esculturas y vitrales que hay en estos lugares producen una experiencia estética. Cómo no conmoverse ante la sonrisa, el dolor, el drama o la complacencia de sus expresiones; ante el juego de la luz en el recinto.

La oración misma, la palabra, hablada o leída, tiene una sonoridad, una poesía subyacente, que en forma y en contenido atrapan a quien recita o escucha, llevando a una experiencia meditativa, individualmente, o conectiva cuando se trata de colectivos.

Otra de las artes inteligentemente utilizada es la música. Una de las cosas más placenteras de la misa son los cantos, que entona un grupo de músicos junto a la multitud. Bien dicen "quien canta, ora dos veces". El sentimiento de la oración se multiplica, y se cree que entregando tan sublime arte a la deidad, se le adora aún más. Miles de obras sacras han sido escritas, populares o académicas de altísimo nivel, induciéndonos a una experiencia estética maravillosa, que por muchos es tenida como ese sentimiento de "lo divino", o como grandes hazañas movidas por la "inspiración divina".

La realidad es que todas estas cosas son hechas por el ser humano. El ser humano es capaz de una magia impresionante, y con dicha magia como excusa pretende convencerse de cosas que en realidad no están allí. La magia, la conmoción y el sentimiento "divino", son emociones internas, compartibles, pero propias de nosotros, y no debemos confundir el goce estético profundo con alguna conexión con el más allá. Yo prefiero dar todo el crédito a los artistas.

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sábado, 26 de abril de 2014

Un momento orwelliano en la Unefa

Ayer por la tarde, como es costumbre desde hace algunos años, uno de los coros infantiles con los que trabajo fue invitado a un acto cultural en la Universidad Nacional Experimental Politécnica de las Fuerzas Armadas (Unefa). Esta institución es pública (como muchísimas universidades que existen en el país desde el siglo pasado, y hasta antepasado), pero esta ha sido una de las fundadas en el gobierno de Hugo Chávez, y ha tenido una importante parcialización política hacia su gobierno e ideología.

Llegué un poco apurada, porque no conseguía taxi y estábamos ya retrasados. Mientras yo armaba el aparataje, una mujer, trabajadora de la universidad, presentaba el evento. Se trataba al parecer del marco del Aniversario de la institución. Lo primero que me sorprendió, fue que al hacer referencia a la figura de Chávez, dijo literalmente "nuestro Comandante supremo". Así, fuera de broma. Y con solemnidad agradecía que él hubiese dado a todos esos estudiantes la posibilidad de llevar sus carreras y graduarse. Nunca había visto eso en persona.

Luego, como en todo acto institucional, se anunció el Himno Nacional. Cuál no fue mi sorpresa cuando, en lugar de la versión oficial (bien especificada en las leyes, con tonalidad y versión para cada caso), se colocó una grabación de Hugo Chávez cantando el himno, mientras una masa de gente atrás cantaba con él, y además, las tres estrofas. Yo me quedé de pie, pero no me atreví a entonar una sola nota. Acababan de arrastrar mi patria (si es que algo parecido llevo todavía en el pecho), por el suelo.

Luego continuó el acto normal, cantó la coral infantil, hubo una pequeña actuación teatral que enaltecía al Libertador, interpretada por el personaje de su amante Manuela Saenz; y después un par de números de danzas típicas, hechas hermosamente por niñas y jóvenes.

Al salir del auditorio, en el pasillo pude apreciar una de las ventanas de las oficinas, con fotografías de Chávez, un afiche de su última campaña política, y otro afiche del afín gobernador del estado Zulia, Francisco Arias Cárdenas. Al fondo, en una puerta que daba a una terraza, había un afiche de la anterior campaña presidencial de Nicolás Maduro.

Así, presencié la adoración del líder máximo, de nuestro propio "gran hermano", que sí estamos seguro de que está bien muerto, aunque los eslóganes digan lo contrario. Así vi una institución académica decorada con afiches de campaña política por doquier. Así vi como muchos venezolanos han perdido el sentido de país, de colectivo, en pro de un sentido pseudo religioso, de enaltecer a un ser humano hasta la adoración. Así me sentí de pronto en Oceanía, un día cualquiera de 1984. Ojalá no me hayan atrapado las telepantallas.

Fotografía de la ventana de una de las oficinas de la Unefa
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viernes, 25 de abril de 2014

Cuentos de sermón IV: dios para discernir el bien y el mal

Este es un argumento bien conocido en defensa de la religión: dios es un medio para discernir el bien del mal. Fue pronunciado en un sermón que presencié, pero en una versión educativa: ¿cómo sería posible educar bien a un niño sin mostrarle a dios, cómo podría distinguir lo bueno de lo malo?

El sermón además formó parte de un ritual de bautismo. La criatura, como es de la usanza católica, tenía escasos meses de edad, así que no recordaría nada. Por supuesto, el mensaje iba dirigido a padres y padrinos.

La ética sin dios es perfectamente posible. La bondad, la maldad, el actuar respecto de los otros, respetando sus derechos no requiere de autoridad divina alguna (autoridad que por cierto, nadie ha conocido en persona, y nadie ha sido reprendido por dicha autoridad). Sólo el uso de la lógica, y de la empatía, son suficientes para el buen actuar. Estar consciente del otro, de su espacio, y de su rango como ser humano igual a mí, es suficiente para el buen actuar. Un niño podría aprender a ser ético, aprendiendo a ponerse en el lugar del otro.

No sólo eso, la ética religiosa puede ser vista como una inmadurez. La necesidad de sentir que hay un ser superior que observa nuestros actos, y que algún día nos reprenderá por aquellos que no le agradaron, es una actitud ciega, irracional e infantil. No hay cuestionamiento, y siempre se tiene la actitud del niño dependiente de que le digan qué hacer y qué no, sin reparar mucho en el por qué, y actuando por la posible recompensa o castigo luego de esta vida.

Ya muchos han hablado de dios como una proyección del padre. Ese padre tanto amenazador, como protector.

La ética religiosa es además, en líneas generales, anticuada. La religión institucionalizada ha sobrevivido y sigue  buscando sobrevivir gracias a la  perpetuación de dogmas, que no resisten la evolución de los tiempos, pero que siguen convenciendo a muchos de ser correctos e incuestionables. Por lo tanto, la ética religiosa puede constituir fácilmente un atraso, inducir al pensamiento retrógrado.

A ello sumemos la relatividad de los valores cuando comparamos las religiones entre sí. Es necesaria la construcción de una ética laica, es decir una ética real que no distinga credos, y que no actúe en base a supuestos no comprobados por nadie.

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Más cuentos de sermón.

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martes, 15 de abril de 2014

Luna roja, no nos mires con tanto desdén


"La luna me está mirando, yo no sé lo que me ve..."

Sí, a veces parece que los astros nos miraran a nosotros. A veces parece que la Luna nos sonríe. Anoche asistimos a un espectáculo astronómico, que ocurre cuando la Tierra se interpone justo entre el Sol y la Luna, tapando a ésta con su sombra, fenómeno conocido como Eclipse Lunar. Se habla de la "luna roja", porque en la fase de totalidad, la Luna en lugar de invisibilizarse totalmente, se torna de un color rojizo. Ayer tuve la oportunidad de observar toda la totalidad, y afortunadamente Maracaibo tuvo un cielo despejado para ese momento.

Hasta ahí todo bien. Todo el espectáculo, las fotos que pude hacer con el modesto equipo con que cuento, una cámara digital no profesional y un trípode. La Luna "posó" ayer pegadita de la estrella Spica, muy cerca de Marte, y con Saturno a una distancia mediana. Pero el despliegue aquí en la Tierra con respecto a este fenómeno fue lo lamentable. Sobre todo hablaré de Venezuela, porque es donde habito, y porque no pasamos por momentos fáciles, y parece que nuestra cordura está siendo afectada (estoy por pensar eso).

Aparte de las conjeturas astrológicas, ya algo de "tradición" en todos los fenómenos celestes, me topé con un artículo que relacionaba el evento con la Semana Santa. Casualmente ha caído este eclipse en la celebración cristiana que conmemora la pasión y muerte de su Mesías, y hubo astrólogos que llegaron al colmo de relacionarlo con ello: la "luna de sangre" y la "sangre de Cristo" derramada por los hombres. Aunque ya es bastante ridícula la metáfora, el astrólogo se las trae mezclando cosas supuestamente incompatibles (el cristianismo no acepta a la astrología, o cualquier clase de "brujería"), pero esas son las síntesis eclécticas charlatanas de nuestros tiempos.

De paso en nuestro país, ayer hace un año que tomó el poder el actual Presidente, por lo que el bando oficialista estaba de fiesta (no sé por qué, habiendo sido hasta ahora tan nefasta administración). Entonces hablaron por las redes de la "luna roja, la luna chavista". El mismísmo Presidente de la Asamblea Nacional pareció apoyar la idea, con retuit en su cuenta @dcabellor. Pero por si fuera poco lamentable el espectáculo, algunos opositores no se conformaron con ridiculizar la metáfora, y se inventaron la suya: la luna roja por la sangre derramada por las víctimas mortales de estos meses de protesta nacional.

Tanto despliegue de estupidez en verdad fue sofocante. Además consíderese el hecho de que los Eclipses Lunares son de los eventos estelares importantes más comunes, dándose en promedio dos veces al año, y con un amplio avistamiento en la geografía terrestre (al contrario de los Eclipses Solares). El hecho de que éste cayó en Semana Santa, en el aniversario de la toma del poder de quien ni nombraré, y en plena crisis política venezolana es mera casualidad.

De paso había algunos intensos por allí indignados por la atención que recibía la Luna Roja, distrayéndonos de la agenda de protestas. Les diré: señores, la ciencia es una de las claves del progreso. Difundir e informar correctamente de estos eventos, educa a la población, nos acerca como humanos, y nos acerca al pensamiento racional, tan escaso por estos días en mi país.

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viernes, 11 de abril de 2014

Mañana ruidosa

Levantarse. El ruido del aire acondicionado, el ruido de los televisores, el ruido de la remodelación de al lado.

Salir a la calle. Corneteos sin sentido, bullicio, gente gritando, ruedas, el sonido latoso del carro por puesto.

Te montas en un taxi. ¿Y qué es lo que hay? Un reggaeton repetitivo, estridente, simple hasta el hartazgo, con una letra malditamente carente de contenido, carente de gusto, carente de todo.

Pensé que es irónico que siendo músico, amo el silencio. Detesto las mañanas ruidosas.

De pronto se me ocurrió que quienes alguna vez hemos compuesto música, sólo soñábamos un ideal, perseguíamos una utopía: un mundo auditivamente mejor.


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miércoles, 9 de abril de 2014

¿Mediación de la Iglesia?

En estos días nos atañe el intento de diálogo político que está siendo llevado a cabo por el alto gobierno y representantes de la MUD. Más allá de si estos actores nos representan o no, más allá de si es posible un diálogo frente a violaciones de derechos humanos, más allá de si se puede dialogar con quien desconoce al otro; creo que este ejercicio de diplomacia (sin adelantar que llegaría a ser efectivo) es inevitable (y deseable) que ocurriera de alguna manera.

Quisiera extenderme aquí (aunque no demasiado, no creo que lo merezca), en este punto de los pedidos "mediadores" de dicho diálogo. Las partes están tan polarizadas, que muchos vemos la necesidad de que intervenga algún tercero en el debate político venezolano. Lo que no entiendo es por qué, de parte de ciudadanos, y de parte de actores políticos (como el caso expreso de Voluntad Popular), insisten en pedir que sea la Iglesia o el Vaticano quien medie en el conflicto nuestro.

Aunque la Conferencia Episcopal Venezolana ha dicho que no se ha recibido la solicitud formal de dicha mediación, diré brevemente lo que pienso de ello. En primer lugar, ya he expuesto que nuestro país es (supuestamente) laico, y que el laicismo de las políticas y de los políticos, es fundamental para la garantía de los derechos humanos, la moral y la ley objetiva (al menos libre de doctrinas religiosas), y el verdadero cumplimiento de la libertad de culto, consagrada en la CRBV.

En segundo lugar, no creo que la Iglesia sea un mediador ideal, porque dicho en una sola frase: la Iglesia es una institución poco ética. No es más ético quien predica moral y quien habla de pecados por aquí y por allá. Sí es menos ético, y menos moral, quien tiene un rabo de doble moral que atraviesa los siglos de la historia de Occidente. No solo los miembros del clérigo son poderosos y cometen crímenes bajo el cobijo del monstruo institucional al que pertenecen, sino que a través de la historia, la Iglesia ha avalado de una forma u otra, regímenes autoritarios, violaciones de derechos humanos, etc.

Así que no es solo que la Iglesia Católica no me represente (y menos la venezolana, que por tenerla cerquita, le sé muchos cuentos), sino que como dije, no creo que debamos confiar en ella como representante político.

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lunes, 7 de abril de 2014

Odiseas en el supermercado

Foto: La Patilla

Hacer compra en Venezuela se ha convertido desde hace tiempo en algo tortuoso. Menos mal en mi casa no nos ha faltado nada hasta ahora. Para empezar, somos muchos, y uno por aquí, otro por allá, nos tropezamos o estamos pendientes de los productos de la cesta básica que mucha gente tiene semanas sin consumir, como la harina de maíz, la leche, el café o el pollo.

Así, hemos logrado mantener la despensa, y ni hablar de que ocasionalmente quienes viajan al exterior traen regalitos: los regalitos ya no son souvenir con el nombre de la ciudad de visita, sino por ejemplo, un kilito de azúcar. Lo que nos ha tocado vivir.

Pero las últimas dos veces que hemos ido a hacer compra, ha sido una odisea en algún sentido. Sabemos ya que si hay algún producto de la cesta básica en el supermercado, al menos media hora de cola en la caja te tocará hacer. Aquel día había galletas de soda. Nosotros mismos teníamos meses sin probar una galleta de estas, que no es que son absolutamente necesarias en el régimen, pero son buenas y no muy altas en calorías.
Por supuesto, dos paquetes por persona. Afortunadamente, habíamos ido los 5 miembros de mi grupo familiar casualmente, y esta vez sí íbamos a aprovechar. Sacaríamos los 10 paquetes que podíamos, no solo para nosotros, sino para llevar a nuestras abuelas dos respectivamente también. Hay que brindarse apoyo en esta realidad bizarra.

Pueden pensar que somos unos acaparadores o que se yo, pero de hecho hacerlo no es nada agradable. Consideren que en mi grupo familiar ya no hay niños, todos somos laboralmente activos, así que podríamos hacer compras separadas, aunque la situación venezolana no ha ayudado a que ni mis hermanas ni yo hayamos decidido dejar el nido. Es sumamente irritante estar en la caja y pasar una compra en 5 facturas. Y te preguntas 'por qué', 'por qué tengo que comportarme de esta manera, agarrando tanto producto que consumiré a mediano plazo, pero si no lo hago, puede que en meses no vuelva a verlo'; 'por qué, yo no soy así'.

Así fue que esa noche nos dimos el 'lujo' de comer galletas de soda con ensalada de atún.
A la siguiente compra había aceite, atún en agua (¡aleluya!), harina de trigo y papel higiénico. No teníamos urgencia de ninguna de esas cosas, compramos un poco de cada una y ya. Pero ¡oh tortura! la cola y ciertas situaciones en la caja.

Dejaban sacar 4 botellas de aceite por persona. Nosotros solo llevábamos 2 porque no necesitábamos más, teníamos en casa. Pero mucha gente que iba en grupo usaba la misma estrategia de las galletas de soda en la compra anterior nuestra (estrategia que usa todo el mundo mientras pueda en este país). Y ya no quedaba aceite en los anaqueles, sino en unas cajas que tenían los cajeros y las iban repartiendo al que llegara a facturar y no hubiera agarrado del producto.

Pero había gente que aún no tenía, estaba en la eterna cola de alguna de las cajas, y optó por que alguno de los miembros fuera a estar 'cuidando' que nadie se llevara demasiada mercancía para que alcanzara para todos. Por supuesto, muchas situaciones incómodas se desencadenaron con la presencia de los ciudadanos en la caja, que juzgaban quién según ellos llevaba demasiado aceite, y de paso tenían la osadía de reclamar a los clientes, a la cajera que ya estaba bastante atribulada, y veían lo que facturaba todo el mundo. La seguridad del supermercado no estaba evitando que esto sucediera.

Nosotros pasamos normalmente, pero los clientes que estaban más adelante se tardaron más por esta situación, lo cual nos afectó también. ¿Por qué algo tan cotidiano como ir a comprar comida tiene que ser tan engorroso? Y eso que ninguno de nosotros ha estado dispuesto a hacer una cola bajo el sol por ningún producto, cosa que mucha gente se ve obligada a hacer ya. Es tan humillante, tan indigno, y además vergonzoso ver a la gente día tras día peleando, discutiendo por comida.

Eso estamos haciendo ya, peleando por comida, y mucha gente no acaba de caer en cuenta. ¿A dónde iremos a llegar?


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domingo, 6 de abril de 2014

Paranoias


1.
Iba en un bus de esos tipo van reconstruida. Gente normal sentada, unos pocos de pie.


En una parada, se bajaron varios pasajeros, y se montaron cuatro tipos bromeando, hablándose entre ellos. A pesar de la disponibilidad de asientos, se sentaron todos separados, regados en la unidad.

Qué tramaban? Si andaban juntos, por qué se sentaban así? No aguanté una cuadra. Me bajé y esperé algún carro por puesto que me llevara a mi destino.


2.
Iba caminando unas pocas cuadras hacia la casa de dos pequeños alumnos de piano. Mi tía iba pasando y me ofreció llevarme.


"Y tú te vas a pie?" Me miró con cara de "estás loca".

Llegamos al frente de la casa. La calle está cerrada, tipo villa improvisada de esas que abundan hoy. Tardarían dos minutos en abrir la puerta, y mi tía no paraba de reclamar el por qué no habían salido aún.

No sabe que igual llego muchas veces a pie, y que a veces tardan más en salir.


3.
Salía de dar clases. Una zona acomodada, por la que poco miedo me da andar. Esperaba que me buscaran tras la cerca de ciclón.


La coordinadora necesitaba irse y me explica toda una maroma para salir por otra puerta y dejar cerrado el candado. Le digo que prefiero esperar en la acera, total ya venían llegando.
Me dijo que no le parecía prudente, aunque es la acera por la que entro todos los días, y en la que espero que me abran cuando llego.

En medio de la indecisión, me buscaron igual.


4.
Un bus pequeño. Unos metros adelante en el camino, dos hombres en una moto despojan de su cartera a una mujer que venía caminando. La halan tan fuerte que cae en medio de la avenida. Menos mal no venían carros.


Los hombres cruzan rápidamente a la derecha en el primer escape. Pienso que podrían dar la vuelta a la cuadra y venir a por el bus. Saco mi celular del bolso y me lo pongo en el bolsillo trasero, llevaba una blusa larga. Si me piden el bolso, al menos el celular no se lo llevan.

Igual no pasó nada.


5.
Me monto en el carro por puesto. Era la única pasajera. Unos metros adelante se montan dos jóvenes, de aspecto malandrín, con muchas prendas baratas.


Dije al chofer que disculpara, había olvidado algo. Me bajé apenas pude.


6.
Estaba al oeste de la ciudad. Al fin llegó un taxi a la línea. "Señor, necesito llegar a Los Haticos". "Bueno pero llevaré a este otro primero". Un tipo con unas flores. Llevaba tanto tiempo esperando que accedí.


Nos fuimos. Qué avenida es esta? A dónde vamos? Esa es la Circunvalación 3, la conozco. Vaya que es larga y fea la Circunvalación 3. Y sigue. Cruza como alejándose más de la civilización. Casitas, ranchos, fotos de Chávez por doquier. Deja al hombre en un lugar donde había más tierra que carretera.

No debo perderme, debo estar pediente del camino. Al menos la puerta tiene manilla por dentro. Puedo tomar un por puesto en cualquier caso. Parece que volvemos a la Circunvalación 3. Será que quiere reventar en Sabaneta? Sí, eso. Haticos es lejos. Finalmente me hallé en Sabaneta.

"Tomaré un atajo, sabes exactamente a donde vas, verdad?" "Sí" (eso creo). Miraba atentamente, creo que vamos bien. "Mire, mire! Por ahí estaba la vía de Los Robles! Allí a la derecha". Llegué. Me cobró duro. Pero llegué y suspiré.

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