En estos días nos atañe el intento de diálogo político que está siendo llevado a cabo por el alto gobierno y representantes de la MUD. Más allá de si estos actores nos representan o no, más allá de si es posible un diálogo frente a violaciones de derechos humanos, más allá de si se puede dialogar con quien desconoce al otro; creo que este ejercicio de diplomacia (sin adelantar que llegaría a ser efectivo) es inevitable (y deseable) que ocurriera de alguna manera.
Quisiera extenderme aquí (aunque no demasiado, no creo que lo merezca), en este punto de los pedidos "mediadores" de dicho diálogo. Las partes están tan polarizadas, que muchos vemos la necesidad de que intervenga algún tercero en el debate político venezolano. Lo que no entiendo es por qué, de parte de ciudadanos, y de parte de actores políticos (como el caso expreso de Voluntad Popular), insisten en pedir que sea la Iglesia o el Vaticano quien medie en el conflicto nuestro.
Aunque la Conferencia Episcopal Venezolana ha dicho que no se ha recibido la solicitud formal de dicha mediación, diré brevemente lo que pienso de ello. En primer lugar, ya he expuesto que nuestro país es (supuestamente) laico, y que el laicismo de las políticas y de los políticos, es fundamental para la garantía de los derechos humanos, la moral y la ley objetiva (al menos libre de doctrinas religiosas), y el verdadero cumplimiento de la libertad de culto, consagrada en la CRBV.
En segundo lugar, no creo que la Iglesia sea un mediador ideal, porque dicho en una sola frase: la Iglesia es una institución poco ética. No es más ético quien predica moral y quien habla de pecados por aquí y por allá. Sí es menos ético, y menos moral, quien tiene un rabo de doble moral que atraviesa los siglos de la historia de Occidente. No solo los miembros del clérigo son poderosos y cometen crímenes bajo el cobijo del monstruo institucional al que pertenecen, sino que a través de la historia, la Iglesia ha avalado de una forma u otra, regímenes autoritarios, violaciones de derechos humanos, etc.
Así que no es solo que la Iglesia Católica no me represente (y menos la venezolana, que por tenerla cerquita, le sé muchos cuentos), sino que como dije, no creo que debamos confiar en ella como representante político.
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