domingo, 26 de octubre de 2014

Revender no es malo


Bienvenidos a Venezuela, el país de los vivos-bobos, el país donde el gobierno nos tiene ahogados en controles económicos, parece que no nos deja hacer nada, pero a la hora de la verdad, deja hacer a todo el mundo lo que le da la gana, eso sí, menos hablar mal de ellos.

Una economía viciada

En el desastre económico que vivimos, nos han hecho creer una serie de cosas, que la gente repite y repite, haciendo que nos olvidemos de las causas de los problemas. Así, es normal que todo el mundo hable de que especular, acaparar, revender, remarcar, son cosas malas; pero la realidad es, que en un país con una inflación oficial de más del 60% todo el mundo hace y se ve en la obligación de hacer.

El bolívar se nos diluye entre las manos, y todo el mundo con la presión inflacionaria aumenta los precios, no ahorra en moneda sino en bienes o en divisas (cuya tenencia es ilegal), compra para vender luego (no es que las cosas se "revaloricen", es que es el único modo de medio ganarle la carrera a la inflación).

A esto se suma el hecho de que el gobierno todo quiere controlarlo. Entre esas cosas que pretende "controlar" artificialmente, están los precios de los productos de la canasta básica, algo como para "salvaguardarlos de la inflación" (que es culpa de ellos y nada más que de ellos y su administración), y "proteger el alimento del pueblo".

Pero no entienden, o no dicen, que crean un círculo vicioso. Para las empresas no es rentable vender a precios artificialmente baratos, mientras toda la materia prima aumenta, los sueldos aumentan, los alquileres aumentan, todo aumenta. Así, la producción baja. Cuando no, el gobierno expropia, y a fuerza de subsidio, vende los productos baratos. ¿Y qué es el subsidio? Pues que con nuestra plata están pagando ese "excedente" de precio que no pagamos nosotros, o sea, lo pagamos nosotros igual.

Pero la escasez abunda, y como dije al principio, aquí todos hacen lo que les da la gana. ¿Entonces? Quien tiene tiempo de cazar los pocos productos que hay, va y los revende a un precio muchísimo mayor, o pasan los productos por la frontera para venderlos en moneda mucho más valiosa. Por supuesto, el gobierno quiere criminalizar esta práctica. Pero no se confunda: revender no es criminal.

Revender

En cualquier economía normal, la reventa es un proceso necesario, es parte de las fases por las que atraviesa un producto antes de llegar a manos del consumidor final. Es lo que hace cualquier comerciante: comprar para luego vender, así sean productos ya acabados. La idea para que sea rentable es que compre al mayor y venda al detal, sino no tendrá una buena oferta para el comprador.

Pero, ¿qué pasa cuándo el producto no lo hay, y de paso, es un producto de primera necesidad? Muy sencillo, el vendedor no tendrá mucho que ofrecer e intentará sacar el mayor provecho posible de todo lo que tiene, más aún sabiendo que todo el mundo lo quiere comprar. Venderá al precio que a él le parezca, o al menos a uno que lo mantenga bien cómodo a costa de ello.

Lo único que he hecho es una explicación de esas vainas que llaman oferta y demanda, y que nuestro gobierno aparentemente ignora que existen.

¡Claro!, esta práctica de vender al "precio que mi me da la gana" también puede verse como estafa o usura, pero ¿qué tal si quienes lo hacen trabajan al margen de la ley, y de paso nadie hace nada?

El comercio informal

En nuestro país el comercio informal y especialmente su subcategoría, el buhonerismo, han llegado a niveles intolerables. Basta ir a un lugar como el centro de Maracaibo. En el casco central de nuestra ciudad, hay tantos "tarantines" (techo y mesa improvisados para vender), que las aceras, el canal alterno de las avenidas donde lo hay, y la acera entre el canal alterno y el canal derecho (a veces hasta el canal derecho), están tomados por los buhoneros.

Tanto es así, que a los locales comerciales (que supongo pagan un impuesto por derecho de frente, derecho de aviso, etc.), no se les ve desde la avenida. En todo este caos, nadie reclama, pues los comerciantes informales ya son mayoría, y muchas veces la misma persona maneja locales y tarantines a la vez.

Así mismo, en cualquier acera de una avenida concurrida, en el frente de su casa, o en cualquier semáforo hay comerciantes vendiendo toda clase de productos, desde chucherías hasta ofreciendo llamadas telefónicas, y por supuesto, muchos vendiendo también productos de la cesta básica.

En un caos como éste, ¿qué se puede controlar? Al principio, los buhoneros vendían a la luz del día los productos de la cesta básica. Con las primeras prohibiciones y advertencias, los guardaron, pero igual los productos en los supermercados siguen sin cubrir la demanda de la población, por lo que han optado por tenerlos escondidos, pero ¡oh!, todo el mundo sabe que ahí están, solo pregunte discretamente qué es lo que quiere.

El gobierno con sus shows de que va a luchar contra el contrabando, el acaparamiento y la especulación en productos de la cesta básica; ha aplicado toda clase de políticas fallidas. Hace un par de días decretaron que nadie podía revender productos de la cesta básica (excepto establecimientos como supermercados, farmacias, panaderías). Quieren tener cada venta controlada y esto es en la práctica imposible. Lo peor es que en realidad se frena el comercio de los productos.

¿Y por qué los productos se van por la frontera? Porque sus precios regulados son tan irrisoriamente baratos, y el bolívar es tan barato, que pasarlos al otro lado, y venderlos a un precio de mercado en pesos colombianos o dólares es tan lucrativo, que hasta se toman el riesgo, y (creo que no hace falta decirlo), por supuesto tiene que haber autoridades implicadas en un negocio que ha adquirido dimensiones monstruosas. Entonces, sumemos a la escasez normal, todo lo que se nos va por la frontera.

El origen del mal

Entonces pretenden que con "¡mano dura a la especulación!, ¡mano dura al contrabando!" esto se va a acabar. Pues no. Ya incluso las empresas privadas están pretendiendo poner restricciones al consumo.

Aquí los males son dos: el control de precios y el comercio informal (que incluye el comercio binacional o contrabando).

Si se manejaran precios de mercado, si se respetara a la empresa privada, la producción sería suficiente para cubrir las necesidades de la población. ¿No quieren que los precios aumenten todos los meses? Pues, señores del gobierno, dejen de botar las divisas, disminuyan el gasto público innecesario, dejen de imprimir dinero inorgánico, que son algunas de las principales causas de nuestra inflación.

Y lamentablemente, aunque hoy sea una medida impopular, hay que poner freno al comercio informal. Claro, esto no se hace metiendo preso a cuanto buhonero haya en la calle, ni más faltaba. Tienen que haber planes para que estos comerciantes se registren formalmente y ejerzan su actividad comercial en lugares destinados a ello, ¿pagando un alquiler? Pues sí, ¿qué pretenden, lucro y ya? Venezuela tiene que dejar de ser el lugar del "pongo una mesita en la acera y vendo lo que sea".

Claro, todo esto suena a utopía, en un país en el que las trabas al comercio formal, y a la empresa (así sea pequeña o mediana), son cada día mayores; y donde los salarios no alcanzan para nada.

Lo importante es reclamar a quien es, por lo que es. Ya estoy harta de que la población haga el juego al discurso del gobierno, culpando al "acaparamiento", a la "especulación", llegando incluso a la xenofobia; mientras encuestas demuestran que muchos siguen apoyando el origen del mal: el control de precios, y los otros dicen que les dejen su tarantín en paz.


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1 comentario:

  1. Tuve una discusión con alguien sobre ese tema. Esa persona (alguien radical en todos los aspectos, feminista radical, animalista radical, etc. etc.) apoyaba la moción de "desnaturalizar" a quien venda con ususra porque "no van a venir a mi país a joder". Le comenté que para eso hay el código penal y que hay vainas más graves que ameriten revocar nacionalidades que vender una harina pan en 3000% su precio, pero obviamente fue hablarle a una pared. Así estamos pues, protestando los síntomas, no la causa.

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