sábado, 31 de enero de 2015

En la parada de Los Robles

Sí, otra anécdota de paradas en Maracaibo. Es que nuestro transporte alcanza para mil crónicas. Me tocaba ir al sur, y sin la posibilidad de carro prestado que a veces tengo por fortuna. No quería gastar la ganancia del día en taxis, así que me lancé al punto de articulación entre el norte y el sur: el Centro, y sus paradas de transporte salvajes.

El sol estaba picante. Como siempre atravesar la calle mirando por los cinco flancos que no sabías que tenías, y allá se veía la cola, no muy larga, unas treinta personas en la parada de Los Robles.

Esta parada es muy particular. Nunca quiero tener que recurrir a esta ruta y menos desde el Centro. Si acaso el diez por ciento de las unidades (carros por puesto), recogen a los pasajeros de la cola. Los restantes, recogen gente antes o después de la parada, cobrando el pasaje al doble del costo.

La situación es sumamente injusta, pero irónicamente, está perfectamente justificada. Una demanda que supera por mucho la oferta de transporte, un sistema por demás ineficiente y un pasaje que a duras penas alcanza a los choferes para una ganancia decente. Por otro lado, unos pasajeros a quienes aún pagando ese pasaje barato, les pesa en el bolsillo. Sino, simplemente no hubiera gente en la cola.

Esta situación es vieja. He presenciado mototaxistas ofreciendo carreras baratas, intervenciones de la policía, pero la cosa ayer se convirtió en protesta. Los pasajeros de la cola se pararon en medio de la calle a no dejar pasar a los carritos que venían ya llenos de pasajeros "dobles". Retuvieron a dos unidades por unos quince minutos, pero los choferes alegaban que estaban trabajando, y los pasajeros llamaban a los otros "bobos" por no pagar sus veinte bolos para irse más rápido.

Una señora alegaba que estaba bien, que ellos pagaban más, que entendían la queja de los choferes, pero que se llegaran a la cola y respetasen el orden de llegada. Por supuesto los pasajeros tomados fuera de cola, agarran los carros en total anarquía, sin respetar si el señor de al lado estaba primero. Porque somos así, los vivitos.

Ayer no tardé mucho en irme porque llegó un pequeño bus ofreciendo la ruta, a precio de pasaje largo. No estaba mal. Cabían todos los pasajeros de la cola, y ellos ganaban porque metían más gente. Eficiencia, aunque "ilegal".

Esta realidad, esta desesperación, se vive día tras día en las paradas de toda la ciudad. Y no a todas llega algún compasivo bus a recoger a los pasajeros. Volvemos a lo mismo. Sistemas ineficientes, economía regulada, todo turbio, pierden los más débiles, en el sistema de transporte público: esa cosa que deberíamos tener todos bien asegurada todos los días.

Es un círculo vicioso, porque las solas molestias del transporte, hacen que a uno se le quiten las ganas de salir a trabajar. Pero como ven, el mercado gana.


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