viernes, 9 de enero de 2015

Una posición con respecto al islam (o más bien al fundamentalismo religioso)

En estos días el tema del terrorismo y el islam ha saltado a la palestra de la opinión pública, por los sucesos acaecidos en Francia, el lamentable atentado a la revista satírica Charlie Hebdo.

Con respecto a este hecho mi posición es clara: ninguna opinión merece que se atente contra la vida de alguien. ¿Fue un golpe a la libertad de expresión? Sí que lo fue.

Pero en medio de este vaivén de opiniones y posiciones hay unas tantas que parecen querer decir que este hecho no tiene nada que ver con religión o con el islam, queriendo hacer ver a todo aquel que lo condena como xenófobo.

Víctimas hay en todos los credos, culturas y civilizaciones, y también en el islam, y por supuesto, también en sus tierras. El islam es una religión que contiene en sí premisas bastante violentas, pero vale destacar, premisas violentas hay también por montones en el Antiguo Testamento, libro que llevan por credo también judíos y cristianos en todo el mundo, con la diferencia de que estas dos últimas religiones parecen haber aprendido a (mas o menos) separar credo de Estado.

Decir que el islam no influye en la doctrina de numerosos movimientos terroristas que levantan su estandarte es pecar de ingenuo. Pero meter a todos los musulmanes en el mismo saco no está bien. Hay que aclararlo con contundencia: una cosa es criticar el islam, otra los movimientos políticos que pretenden imponer la sharia (ley islámica), y otra muy diferente condenar a cualquier ser humano solo por practicar dicho credo.

La primera es válida, como es válido criticar cualquier religión. Yo soy atea, y crítica a todas las religiones y al pensamiento religioso, y secundando a divulgadores como Dawkins y Hitchens, no solo no creo que la religión es moral (como cree la mayoría) o amoral, sino que en su nombre se justifican montones de inmoralidades.

En cuanto a los movimientos políticos que pretenden imponer la sharia, o gobernar al mundo tal como se gobierna en los Estados islámicos que atropellan toda clase de Derechos Humanos, y sí, en nombre de la religión, hay que condenarlos. No creo ni remotamente que el islam sea como religión la única amenaza política. Le tengo bastante repulsión a la Iglesia Católica y sus narices en asuntos políticos, y sobre todo sus proyectos educativos. Igualmente me parece amenazante el movimiento cristiano protestante de hoy, bastante reaccionario, y que en muchos países, sobre todo en América, ganan seguidores y poder, y tienen potestades de frenar leyes, por ejemplo, que tienen que ver con derechos reproductivos y diversidad sexual.

La religión en general es criticable desde mi punto de vista, por la manera cómo impone dogmas y creencia ciega en entes sobrenaturales, que pueden afectar nuestra vida pública. Por supuesto, creo que cada quien es libre de creer en lo que quiera, y de defenderlo, y tiene la misma libertad de criticar en lo que cree el otro. De ahí desprendo que cualquier intento de condenar a alguien solo por ser musulmán sí es xenofobia.

Hoy en día han surgido movimientos que se oponen al islam, pero, aunque tienen su razón de ser (la amenaza real de grupos radicales islámicos), creo que deben andar con cuidado y aclarar muy bien sus premisas. Aunque tengo muy clara la diferencia, puede haber para mucha gente una delgada línea entre "no a la islamización", o "no al islam", y "no a quien practica el islam". La última es claramente una premisa xenófoba, y de ahí a pretensiones genocidas hay pocos pasos. Creo firmemente que todo aquél que tome como causa ésta de la "no islamización", debería oponerse a la intromisión de religiones en política en general, no vaya a ser que salgan con que repudian la intromisión del islam pero apoyen la del catolicismo, por ejemplo, sería una posición totalmente hipócrita (y sé que tiene muchos defensores reales).

Me parece que es peligroso el hecho de que la religión sea tabú en el discurso social. "Respeta mis creencias", "hay que tolerar todas las culturas", son algunas premisas posmo comunes en contra de quien pretende criticar la religión. Y esto no puede seguir ocurriendo. Quien es creyente, tiene todo el derecho de creer y defender su credo; pero quien quiera criticarlo o satirizarlo (como se puede satirizar cualquier cosa), también debe ser libre de hacerlo. Criticar un credo no es ofender a sus creyentes ni es apología del odio (aunque ellos así lo quieran hacer ver), porque de ser así, yo sería xenófoba de casi toda la humanidad.

Como dijo uno de los caricaturistas vilmente asesinado hace dos ocasos: "Hay que seguir hasta que el Islam quede tan banalizado como el catolicismo".

Caricatura de David Pope.

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