martes, 2 de agosto de 2011

Verde agua

Son aproximadamente las siete de la noche, pero como los días se acercan ya al solsticio de verano, la noche parece rendirse ante el día y éste, rotundamente se impone durante una época, que más tarde será vengada... el día es más largo y aún a las siete digamos post meridium (porque ni tan de noche era) el cielo conservaba mucho aún de su normalmente despiadada claridad.  En estos días por aquí llueve raramente, y esa tarde ya se venía venir la tempestad, azotando a la ciudad de este a oeste... pero en ese momento, justo en ese momento, contemplé el cielo, que por esas horas suele intentar cautivarnos con los ricos y únicos matices de sus más efímeras escenas visuales... así de hermosas y fugaces son, y se manifiestan en las gamas cálidas del sol de los vena'os, en el inquietante azul violeta en el que brotan las primeras estrellas, en el profundo azul que indica el fatal devenir de la noche y en los reflejos rosa pálido de las nubes.  Pero en ese momento el cielo cobró un matiz bastante inusual, o mejor dicho, lo poco que aquella manta nubosa dejaba exhibir del cielo.  Aquel color aún se parecía más al día que a la noche, digamos, un pulcro celeste que se dejaba llevar hacia los verdes, como se quiera llamar, un turquesa pastel, pero yo prefiero "verde agua", y es que era más verde que azul.

Me concentré en un punto del horizonte, se veía un área reducida de aquel verdiacuoso cielo, ofuscada por una capa gruesa y espesa de nubes gris pizarra, y aquel cielo servía de fondo a una palmera, que más bien se veía reducida a una silueta de palmera, de anónimo color negro.  Hacía ya viento de agua, aquel olor exquisito a tierra húmeda traído por la corriente de una inusual brisa fría, y ya empezaban a caer gotitas bastante esparcidas.

Creo que mi inconsciente se parecía mucho a aquella escena, que sabía moriría en cuestión de segundos... vestido de aquel hermoso matiz verde agua, que inspiraba vitalidad y relajación, ofuscado por una tempestad gris, y de la cual ya empezaban a condensarse las gotas saladas que brotan de mis ojos... escena infinitamente hermosa, exacerbadamente deprimente... uno de esos momentos en que se comtempla la belleza de la melancolía, el potencial artístico del dolor, la profunda conmoción ante la impotencia y la frustración, que se precipita acuosamente hasta el suelo, donde sus marcas húmedas se confunden con las de la llovizna.



Esa noche vi una pared verde agua, una bolsa verde agua, y los dígitos del microondas que eran verde agua... mi tristeza se contagió y se tornó color verde agua.

Atardecer marabino. Foto tomada con el móvil, un poco subida de contraste.

Texto escrito originalmente el 10/06/2006

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2 comentarios:

  1. Siempre he creído que soy un ser gris debido a que bailo muy poco y porque la música que escucho nadie en mi familia la escucha, eso en ocasiones me hace experimentar vestigios de melancolía, pero debo confesar que mis niveles melancólicos aumentaron significativamente cuando leí verde agua de solo imaginar ese verdiacuoso cielo me siento desafortunado por no poder verlo con mis propios ojos, en octubre de 2015 pude observar el fenómeno del desfile de planetas el cual disfruté mucho de hecho compartí en twitter una foto de mi autoría del evento cósmico, desde ese día no había experimentado tanta melancolía hasta ahora que leí verde agua, cada palabra de este artículo la visualicé en mi mente y por un momento imaginé esa capa gruesa y espesa de nubes gris pizarra con la palmera negra haciendo una especia de relieve, disfruté mucho el artículo, de hecho me tomaré el atrevimiento de compartirlo en el twitter. Saludos piano girl..

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, Rolando por este y tus otros comentarios. Me sorprendió sobre todo que te gustara este post. Más allá de mis escritos de opinión, esto se parece mucho más a mi arte.

      Saludos.

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