jueves, 29 de mayo de 2014

Caraqueando

La semana pasada apenas, conocí la capital de Venezuela. Debo reconocer que como una primera vista, algo superficial, es una ciudad de contrastes que sobrepasó las expectativas que tenía de ella. Por aquí de echan muchos cuentos de los cerros, del tráfico insufrible, del smog de Caracas, pero con todo y eso me pareció una ciudad bonita.

Las montañas hacen su trabajo por el paisaje, y la temperatura, aunque hacía algo de calor, es mucho más tolerable que la de mi ciudad/infierno. No pude evitar todo el tiempo tomar a Maracaibo como punto de comparación, y en líneas generales, Caracas está mucho mejor en cuanto a urbanismo, transporte público y arborización.

Fue un viaje muy ajetreado e imprevisto. Por razones ajenas a mí, cambiamos de hospedaje a diario, lo cual hizo aún más tortuoso el viaje. Sin embargo, conocí lugares nuevos y gente nueva, lo cual siempre me llena de entusiasmo.

Al llegar en el sistema de buses que trasladan del aeropuerto de Maiquetía a la ciudad, lo primero que apareció ante mis ojos fue el majestuoso Teatro Teresa Carreño, un complejo cultural como no he visto otro, ni en Maracaibo ni en otros lugares que he visitado. Uno de los días tuvimos la fortuna de entrar a sus salas, y ver de cerca semejantes espacios inmensos.

Anduve sobre todo por las zonas de Parque Central, Chacaito, Sabana Grande, Las Mercedes. Me gustó la comida que probé, aunque en general mucho más cara que en Maracaibo. Me gustaron las aceras y plazas en general, y debo decir que el problema de los buhoneros no está ni remotamente cerca de la gravedad que tiene acá, a menos que no haya estado en las zonas peores.

Me decepcioné un poco de ver todo el dinero que mueve el gobierno en cultura allá, mientras en Maracaibo andamos arañando presupuesto todo el tiempo. Conocí el Centro de Acción Social por la Música de la Fundamusical Bolívar, un lugar excelente, bien dotado, con varias salas y pianos, y morí al recordar la precariedad de las casi inexistentes instalaciones marabinas. Vi cómo son los pendones, afiches y programas de mano de los eventos en Caracas, mientras aquí son prácticamente nulos.

El metro, a pesar de todas las quejas que veo de los usuarios en las redes sociales, es un metro y funciona. Así decimos los venezolanos, "al menos", y más aún recordando los incompetentes y anticuados carros por puesto, reyes del transporte colectivo de Maracaibo. Además, irónicamente, las tarifas son más económicas en Caracas.

Conocí el Guaire, y una señora en un bus me echó el cuento de un ladrón al que habían agarrado y tirado al río sin compasión la noche anterior. Esa señora por cierto, me habló de la escasez en Caracas, y según noté, no tenía ni idea de dónde queda Maracaibo.

Hubo también cosas tristes, aparte del centralismo evidente, por ejemplo, la vista de los cerros cuando uno va saliendo de la ciudad. Una noche nos animamos a conocer el Hard Rock Café, pero nos echaron temprano, por trabajos eléctricos en el Sambil, toda una venezolanada.

En fin, conocer, admirar, comparar, compartir. Todo siempre vale la pena. Los dejo con dos vistas contrastantes de Caracas:




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