Ayer nos dieron la buena noticia de que esta película venezolana de Miguel Ferrari se llevó el premio a Mejor Película Iberoamericana. Una buena noticia, aunque estemos rodeados de desgracias. Y nuestro orgullo debe ser así: azul y no tan rosa.
No me considero crítica de cine. En lo particular la película me gustó mucho. Me gustó el enfoque familiar del drama de la intolerancia por la diversidad sexual, que el tema se haya puesto en la palestra a través de una buena historia, me gustaron las actuaciones, y el toque de humor que caracterizó al film. Hilda Abrahamz como trans fue lo mejor, tengo que admitirlo.
Da la casualidad de que la vi hace poco en una proyección gratuita en el Teatro Baralt, y en medio de la función el proyector tuvo problemas técnicos que tardaron como media hora en solventarse. Quién sabe el poco mantenimiento que han tenido estos equipos en medio de nuestra crisis. Así que cuando la vi también tuve mi "dosis de Patria".
¿Lecturas desde una perspectiva de país? Por un lado puedo decir que a pesar de todo, el venezolano tiene ganas de estar en la onda de los tiempos, y sigue de cerca las luchas actuales, aunque sí, desgraciadamente un pueblo que tiene que pelear todos los días el pan, y que vive en una paranoia constante por falta de seguridad, poco le queda para pensar en asuntos "trascendentales". Pero en este caso, apuntamos en buena dirección.
Por otro lado, aunque sea motivo de orgullo, aún debemos lamentar que en nuestro cine estos casos sean la excepción y no la regla, así como en muchos otras artes (por ejemplo, que tengamos a Dudamel, no nos hace una gran escuela de directores de orquesta, porque no lo somos). Así que alegrémonos, pero hay que seguir trabajando en ello.
Agregaré que el trabajo creativo en este entorno es una especie de acto heroico, y eso hay que recalcarlo.
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