martes, 3 de diciembre de 2013

El apagón y la ironía

Lo de los apagones es bien viejo. Este tema nos ha estado persiguiendo desde el año 2010, cuando el gobierno comenzó la práctica de los racionamientos. Ya este tema lo toqué en el blog hace un año y medio más o menos, y en ese entonces, ya la situación tenía tiempo. El gobierno ha hecho mil promesas, que en un año, que en 100 días, se han creado organismos, se han designado cargos, se ha militarizado el sistema, y nada que hay solución final.

El apagón de anoche fue excepcional sólo por la magnitud, pero el hecho de que se vaya la luz en sectores de la ciudad ocasionalmente no es para nada excepcional, aún hoy.

Cuando ocurrió, yo estaba entrenando con algunos de mis compañeros marciales, primero hubo un bajón bastante fuerte, y no faltaron los comentarios del tipo "ojalá se les hayan quemado todos los electrodomésticos a los saqueadores" (caso Daka y demás), y al rato se fue definitivamente la energía. No nos extrañó en lo absoluto, pues en el sector esto ocurre con relativa frecuencia, al menos una vez al mes por lo que calculo, y eso que yo no vivo allá. Continuamos con la práctica una media hora al aire libre y bajo unas estrellas de extraña nitidez para ser Maracaibo, y luego con un poco de miedo por la oscuridad de la calle, nos fuimos.

Al tomar la via me percaté de que la oscuridad llegaba lejos, y al poco tiempo recibí un mensaje que me confirmó lo que temía: aparentemente toda la ciudad estaba sin luz. Al llegar a la intersección de la Circunvalación 2 con la via principal de Amparo, me encontré con una tranca descomunal (el semáforo apagado), y ¡oh! la ironía, ese lugar donde está una de las principales sedes de la antigua Enelven, actualmente centralizada y convertida en Corpoelec. No había luz, ni siquiera se diferenciaba el Angelito de Amparo en la penumbra.

Encendí la radio a ver qué se decía, pero ¡sorpresa!, la mayoría de las emisoras transmitían a funcionarios gubernamentales diciendo que ya se estaba restableciendo el servicio en el Metro de Caracas (nada malo pasa, todo bien, trabajamos para ustedes), sin que faltaran frases de campaña política ridícula, y por supuesto entonces me percaté de que el apagón era nacional. En medio de la cola, que ni pa'trás ni pa'lante, aproveché de mirar el único medio más o menos democrático que nos queda: las redes sociales.

Tuve que rescatar a mi hermana y un par de sus amigas, y me causó gracia que los alrededores de la Plaza Indio Mara estaban a reventar: todo el mundo salió a comer en la calle; y aún más gracia que hubiese planta en el Mc Donalds de 5 de julio, que lucía como el portentoso símbolo del imperio en medio de aquella oscuridad, sacando a relucir otra ironía: en este gobierno los menos jodidos siguen siendo los que tienen real, los de la plebe seguimos pasándola bien mal. Y, claro, no se conseguía un solo taxi en todo la ciudad...

En mi casa esperamos hasta pasadas las 11 para que se restableciera el servicio. Pero hubo sectores donde volvió casi a las 3 de la madrugada.

Cuentos de sabotaje siguen siendo mencionados, con cada día menos credibilidad. Últimas Noticias nos ilustró un poco al respecto. La disfuncionalidad e irresponsabilidad del gobierno actual sale a relucir cada día más, en todos los sentidos. La carencia en los servicios públicos, la inflación desmedida, la inseguridad, la brecha entre clases, cada día parecen tornarse peores. A pesar de mi opinión no compartida por muchos sobre las elecciones regionales, no lo duden, saldré a votar.

Mientras tanto, nos queda decir como Rubencito: ¡Qué viva el subdesarrollo!


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