viernes, 29 de noviembre de 2013

Venezuela en notas: del flashmob al piano de protesta

Venezuela se debate entre perspectivas diferentes. "Debate" es una palabra muy suave. Las tensiones parecen aumentar cada día entre los distintos enunciados, entre la versión oficial y la versión "opositora". Creo que más que tratarse de ver quién tiene razón, el solo hecho de las fuertes disonancias de todos los días es un síntoma preocupante.

El arte también puede ser un síntoma, y entre lo atribulado de este mes, y una incidental falta de internet en casa, he logrado ver a los trancazos dos videos que se han reproducido viralmente en mis redes personales: en primer lugar, el flashmob hecho por los muchachos del Sistema Zulia, y el otro, una improvisación de la venezolana Gabriela Montero.

Uno muy cercano, uno muy lejano. La idea de hacer el flashmob no sé de dónde ni por qué surgió. Creo que como flashmob, se queda en la categoría de esos que se hacen por publicidad, y no posee el mismo valor del fenómeno flashmob que se da de manera espontánea, aunque la intención es bien clara y ya.

El video comienza en un lugar que me produce sentimientos encontrados: el casco central de Maracaibo, más específicamente, en la Avenida Libertador con el malecón a un frente, y el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez al otro. Un lugar que me encanta y está lleno de recuerdos, pero donde he pasado momentos sumamente incómodos, exasperantes esperando transporte público, y lidiando con la falta de planificación urbana.

Los niños y jóvenes se aglutinan en la plaza, simulando ser de una manera casual y tocan una pieza que a muchos conmueve, y no ahondaré en el hecho de que a mi me parece un cliché musical, que poco representa a la música venezolana. El Sistema muchas veces me parece un síntoma de esperanza, con todos sus problemas, y porque conozco al monstruo desde las entrañas, también conozco el trabajo del día a día de quienes salen en el video, y hasta sé sus nombres. Algo de ese patriotismo que ya poco provoca tener, se salva, a través de eso bonito que aún parece existir.


Por otro lado, Gabriela Montero vuelve a sorprenderme. Esta mujer es de mi admiración, no solo porque toca y por como toca, sino por como improvisa. Me parece absolutamente genial. Y me parece genial también que siempre levante la voz en nombre de Venezuela, aunque lejos está, y la justifico completamente.

Esta vez nos sorprende con un himno nacional moribundo, a modo casi de marcha fúnebre, siendo totalmente irreverente ante el fervor de los símbolos patrios, ella irónicamente me hace recuperar un poco también ese patriotismo perdido. Antes con su Himno a lo cacerolazo ya había hecho variaciones sobre el tema, a ritmo de 5 por 8, ese merengue que la gran mayoría de los venezolanos desconoce.

Son pocos los músicos y artistas que en este momento hacen frente al gobierno, por temor, por comodidad, por dificultad, o quién sabe (hasta me incluyo), y Montero nos recuerda el carácter contestatario del arte, uno de sus pilares fundamentales a mi parecer: la rebelión, pero la rebelión con causa.

A veces siento que como venezolana arrastro a la "patria" en este momento. Esa que muchos proclaman en nombre de ideales (y de necedades), esa que muchos declaran inexistente. Cuando me preguntan si me quiero ir, no sé qué responder, y tal vez, como muchos diagnostican, es que no quiero irme en realidad.

A lo mejor solo queda el arte para expresar el sentimiento.



--
Recibe las entradas en tu correo electrónico:
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...