miércoles, 18 de diciembre de 2013

La ilusión del calendario

Una de las anédotas más divertidas en estos días, y que compartí en las redes sociales, fue la de una pequeña alumna de música, que curioseaba sobre mi fecha de cumpleaños. En realidad yo pregunté primero, y resultó que la niña cumple dos días después de mi, claro está, muchos años menos.

Cuando le dije, ella sorprendida preguntó: "Profe, pero ¿tú naciste el 2 de mayo del dos mil qué?". Por supuesto, tuve uno de esos momentos de "qué vieja soy", y entre risas le digo "ningún dos mil nada, yo nací en 1986". Ella quedó sorprendida, cómo si el número no le cupiera en la cabeza. Si ella nació en los 00's, nunca vivió un año mil nada, ni mil novecientos nada, no vivió el drama del Y2K ni de Hercolubus ni nada de eso.

Es que nosotros, los que vivimos y tenemos 14 años o más actualmente, no sólo tenemos la dicha de decir que nacimos "el siglo pasado", ¡somos del milenio pasado, que es peor! El cambio de milenio, todos sabíamos desde 1999, o antes, que sería algo que estadísticamente pocos seres humanos tienen la dicha de ver.

Lo extraño del asunto es que es una cosa arbitraria e irreal, eso de contar los años y marcar hitos en la cuenta, que solo se deben a la arbitrariedad de nuestro sistema decimal. Dos mil años no es lo que tiene la humanidad, muchas más vueltas ha visto nuestra especie y civilización alrededor del Sol. Solo es un hito porque tiene tres ceros, porque cambian todos los numeritos, porque en algunos puntos nos toca celebrar que hemos sobrevivido.

Dentro de esa ilusoria medición estamos los que vivimos entre dos siglos, que han sido muchos, pero entre dos milenios, no tantos. Una hermana de uno de mis abuelos nació en 1899 y murió en 2001. Aunque ella no lo recordara, vio tres siglos en vida. Vivió muchos años, porque aún 101 son muchos, pero entre tres siglos (y dos milenios, de paso).

El calendario es otro invento de nosotros, muy útil por supuesto, con el que nos gusta jugar. Así, cuando aparece un 11/12/13 como hace 6 días, nos ponemos a resaltarlo. Es la magia de los números, más nada. Pero a veces nos dejamos llevar tanto por esa ilusión, que creemos que a través de hitos numéricos podríamos predecir hitos históricos, ustedes saben, como en el 2012.

Se avecina el año nuevo. Este ha sido uno particularmente difícil para mi. Con la ilusión de que una vaina termina y otra empieza uno tiene una excusa para la esperanza. Los ciclos son reales, pero los límites entre ellos son arbitrarios. Las redes sociales hoy nos invitan a que hagamos un recuento, una revisión, de esta vuelta alrededor del Sol. Todos hacemos rituales simpáticos sobre "el año que viene y aquel otro que se va".

Luego que pase el equinoccio, que cambiemos los números del calendario, y que haya tenido unos días de descanso con pretextos pseudo-religiosos, espero recobrar un poco el entusiasmo.


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