sábado, 6 de septiembre de 2014

Líbranos del "Chavez Nuestro"

Hace unos días, una representante del PSUV pronunció una versión del Padre Nuestro católico, pero haciendo alusión al comandante "eterno". Estos delirios de religiosidad alrededor de la figura de Hugo Chávez ya se han visto con anterioridad, de múltiples maneras: la mención de supuesta eternidad de vida del líder, capillas, altares, rezos, etc.

Yo misma hablaba hace poco de una misa a la que asistí en un hospital público, en la que el culto a los seres supremos parecía mezclarse, y aunque el cura no dio claras señales de ser chavista, cualquier pequeña participación de la feligresía incluía la figura de Chávez y su doctrina.

Una oración como el Chavenuestro es algo de suma gravedad, pero no por las razones que muchos opositores intentan aducir. Es más, incidentes como éste sacan a relucir lo peor de nuestra oposición y lo peor de nuestra política. A veces pienso que desde las cúpulas chavistas se hace esto a propósito, para distraer la atención de los problemas reales, pero no lo sé: con la actuación frenética y casi religiosa de sus fieles que he visto ya en el mundo real nada me extraña.

En primer lugar los mismos chavistas se ven reducidos de su condición de ciudadanos, a condición de feligreses. Una cosa es seguir una doctrina política y defenderla (por más inverosímil que ésta sea), y otra muy diferente es pasar a la adoración de un ser humano que se ha pretendido sea elevado a algo más que eso. Si yo fuera aún seguidora de Chávez, me sentiría al menos ofendida por la barbaridad de tener que arrodillarme perennemente ante la imagen de un difunto. Esto no es admiración, esto es deificación, y no se justifica.

Por otro lado, el Chavenuestro saca a relucir el peor lado conservador y reaccionario de la oposición. El grito de ¡blasfemia! no se ha hecho esperar de la boca de muchos. Primero he de decir que en cualquier cultura con un mínimo de libertad de expresión y de progreso, la blasfemia no es un escándalo. Es más, la blasfemia es un derecho. Cuando la burla a la religión no se la tolera, nos encontramos en una sociedad peligrosamente retrógrada.

Esto ha generado por supuesto el pronunciamiento de los jerarcas de la Iglesia católica, y del lado del chavismo (y de ciertos sectores opositores), les hacen ver como parte de la representación de la oposición política. Nada peor que creerse representado por la Iglesia políticamente hablando, y esto lo he criticado con antelación. Yo particularmente, soy opositora al régimen de Maduro, y no me siento en lo mínimo representada por la Iglesia, es más, casi siempre estoy en su contra.

Aparte de sacar lo peor de la oposición y del chavismo, se distrae la opinión pública y se la vuelca a un debate religioso: un debate de nunca acabar. Hablar de dios, de la adoración, de la creencia en él y de las oraciones que nos pertenecen o no, es un hilo demasiado viejo, y que poco tiene que ver con nuestros problemas cotidianos (o no es que poco tenga que ver, porque mucho dice de nuestra racionalidad como pueblo, pero hablar de ello no es lo que urge).

Líbrennos del Chavenuestro.



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