lunes, 17 de noviembre de 2014

¿Cuál clase media?

Muchos lo han dicho, en medio del desastre económico que vive Venezuela, somos una generación aplastada, una generación que ha tenido que pasar doble trabajo para si acaso surgir o independizarse. Son muchas las variables que nos afectan, y el futuro solo se ve peor. 

Me hace gracia que desde el gobierno se haga burla de la clase media venezolana, o que para muchos se considere ilegítima su queja por la decadencia a la que ha sido sometida, hasta el punto en que no sabemos realmente si la clase media venezolana sigue existiendo en muchos estratos que, por ejemplo, en los 90's, lo eran sin duda. La generación de relevo nos hemos visto en la imposibilidad de hacer una vida como la de nuestros padres y abuelos.

Me pregunto si soy de la clase media, cuando, siendo una profesional, con título universitario, y ejerciendo mi profesión, empleada y hoy iniciándome como profesora universitaria, no me redondeo los 100 dólares al mes*.

Me pregunto si soy de la clase media, cuando en mi casa, aunque de muchos metros cuadrados (pero considerablemente vieja), convivimos tres generaciones, sin esperanzas de independencia a menos que sea saliendo por la frontera. Y cuidado un resbalón, hasta podríamos terminar siendo cuatro generaciones en un mismo lugar.

Qué clase media si casas, carros, terrenos, parecen cosas inalcanzables, y que el banco me dé créditos para ello, ni soñar. Mi patrimonio llega apenas a ciertos equipos para ejercer mi profesión, una computadora, un smartphone y un montón de libros. Los ahorros, mejor que no existan, mejor comprar artilugios tecnológicos, hacer unos cursitos, o llevar adelante proyectos personales, porque el dinero venezolano se diluye a ritmo vertiginoso.

Mis padres empezaron a trabajar alrededor de los veinte, y a los dos o tres años se casaron, con carro y casa propia. Mis abuelos igual, o aún más rápido. Uno de ellos incluso salió de la pobreza extrema, y solo con estudiar, hacer su carrera y trabajar en ello ("solo", lo que todos hemos hecho, y se suponía que hacíamos lo correcto), y edificó una casa y una familia bien acomodada.

¿Qué rayos pasa? ¿Hasta qué punto han destruido el país? Y eso que yo soy de la clase media. No me quiero imaginar los estratos más pobres. O sí, me lo imagino. Nada más en estos días escuché relatos escalofriantes de armas y drogas en los liceos públicos, y hay gente que no tiene más remedio que enviar a sus hijos allá y recibirlos entre cuatro paredes a medio construir por la noche, sin certeza de que haya algo de comer.

A todo esto, se suma una diáspora sin precedentes. Quienes más o menos tienen estudios (pregrado, posgrado, y hasta bachilleres) están estudiando seriamente sus opciones en el exterior. En un país sin meritocracia alguna, donde no hay acceso a puestos de trabajo que garanticen un mínimo nivel de vida, el capital humano, lo más valioso quizás, se está fugando y produciendo riquezas en otros lugares del mundo. Si eres pobre, esto es casi imposible, si eres rico, a lo mejor vives bien acomodado y no te pega tanto: la clase media es la que se nos va.

Somos un país pobre.

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* Según el Banco Mundial, el umbral de pobreza se ubica por debajo del ingreso de 2 dólares al día (http://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%ADnea_de_pobreza). El salario mínimo venezolano actual es de 4.251,78 VEF, al cambio en dólares en el mercado libre, 41,3 USD. Hay otras tasas de cambio reguladas por el gobierno, pero el acceso a estas divisas está restringido, y los precios de bienes y servicios se calculan al precio del mercado libre o negro.

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