El fenómeno del contrabando de alimentos en Venezuela (del que ya hablé hace algún tiempo) va empeorando cada día, y no puedo evitar reírme de las medidas que día tras día anuncia el gobierno: en resumidas cuentas, más control policial y militar, evitando admitir la raíz del problema.
Ya la cosa es tan visible que no les queda más que admitir lo que ocurre. Ya el hambre comienza a acechar y las guerras entre mafias o entre los mismos ciudadanos en las zonas populares comienzan a estallar.
Pero no se ataca la verdadera causa del problema: el control de precios. Sería admitir el fracaso de una política que se supone era la solución para que el pueblo no pasase más hambre, y ya ven, ocurre justo lo contrario.
La producción y venta de productos de la cesta básica en Venezuela se ha vuelto algo nada rentable, si no es que imposible. Los precios impuestos están totalmente fuera de la realidad, y a ello se suman todas las políticas que aquejan hoy a nuestra empresa privada.
Liberación de precios, sincerar el cambio de nuestra moneda, producción nacional rentable, más empleos y mejor remunerados, es lo que realmente necesitamos. No más militares en los centros de las ciudades o en la frontera.
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