lunes, 26 de septiembre de 2011

11. Uno que lo haya motivado a visitar algún lugar.

Yo, la verdad, no he viajado mucho. Me he movido dentro de mi país, y ni tanto, más que todo dentro del occidente de mi país, y suelen ser viajes familiares o para presentaciones de algunas de las agrupaciones musicales a las que he pertenecido. Fuera del país solamente he visitado Santiago de Chile y en ese mismo viaje, nada más el aeropuerto de Ciudad de Panamá. Así que si he viajado no ha sido por libros, y en este post más que hablar de un libro que me motivó a visitar un lugar, hablaré de uno que ha provocado que quiera conocer un lugar. Y no se trata de una localidad o de un país, se trata de un continente. 

Se titula Cuadernos Africanos del periodista español Alfonso Armada. Este libro resulta conmovedor y a la vez desgarrador, escrito a manera de diario durante 5 viajes que realizó el autor de 1994 a 1998 a diferentes países del continente, e incluye en él los artículos que escribió especialmente para ser publicados en España. Al leerlo, con sus cruentas imágenes y su afiliada prosa, nos damos cuenta de lo desconocido que resulta para el mundo occidental el infierno que se vive día a día en el continente que viera nacer a nuestra especie: África. Disputas sangrientas entre tribus politizadas, dictaduras despiadadas, tierras sobreexplotadas, países sobrepoblados, hambre, epidemias, etc.; y lo más triste de todo es que fue Occidente, quizás, el principal responsable de esta tragedia. 

Para mi la paz de la humanidad no puede ser concebida hasta que no nos acordemos de África, lugar donde se gestaron genes y memes que ya han pintado a toda la humanidad, con su negrura, con sus tambores y con sus dioses. La África subsahariana es parte de nosotros, y a la vez pareciera no serlo, pues ni nos enteramos muchas veces de lo que allá acontece día a día, y que incluso en algunas de sus tierras, se ha convertido en el basurero de Occidente.

Yo particularmente quisiera vivir en la medida de lo posible a este continente, sea en viajes esporádicos o en un viaje largo en el que pueda conocer varios de los países subsaharianos. Sé de sobra lo difícil que puede llegar a ser precisamente por los problemas políticos que aquejan a muchas de sus regiones, y que puede ser hasta peligroso. 

Les dejo de ñapita este documental: Toxic Somalia.



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lunes, 19 de septiembre de 2011

9. Uno con una excelente versión cinematográfica.

Comienzo este post con una disculpa, por haber estado unos días inactiva, pero bueno, acá vuelvo, retomando el reto 30 libros, y me tocaría recomendar uno con una excelente versión cinematográfica. Por supuesto, el magnífico Carl Sagan no podía faltar en mi enumeración, y vengo a recomendarles su novela Contacto.

Este libro es prácticamente el discurso de Sagan hecho narrativa. Hay una constante vuelta a las ideas que él mismo planteó en sus otros textos. La trama está centrada en el personaje de Eleanor Arroway, quien es una brillante científica que está convencida de que en el espacio hay más vida que sólo la de la Tierra, y que se dedica a buscarla mediante la radioastronomía. Arroway es agnóstica, pues piensa que cualquier creencia debe basarse en los hechos y en las pruebas que se tengan de los fenómenos. Sin embargo, su principal búsqueda es algo que mucho de fe debe tener: la búsqueda de vida inteligente fuera de la Tierra.

En la novela se supone que la humanidad recibe un mensaje en el cual están las instrucciones para construir un medio de transporte para una sola persona. Al final, es ella quien termina viajando y tiene una experiencia más allá de sus expectativas y que mucho tenía que ver con sus vivencias y recuerdos. Sin embargo, no queda prueba física de que ella hubiese viajado, y no le creerían lo que ella contaba que había vivido.

Esta novela es altamente recomendable para todo aquel que esté interesado en el debate ciencia - religión o razón - fe, sea que esté en cualquiera de los bandos. A pesar de lo mucho que Sagan luchaba contra los "demonios" del mundo, en esta historia nos da una visión que hace pensar que las búsquedas espirituales tienen un gran sentido trascendente, y que la ciencia también necesita de una profunda fe para progresar. Léase el término fe como "creencia" o "convicción", no como irracionalidad. 

La película fue hecha en 1997, un año después de que Carl Sagan falleciera. Diría que la película es una gran obra (yo no es que sea una gran crítica del cine ni nada por el estilo), es impecable, y a pesar de las omisiones (mal necesario), el guión es muy bueno. Todo ello con el toque de la magistral Jodie Foster, que como siempre, nos da una genial interpretación del personaje.

En este link pueden ver la película cuando gusten: http://bit.ly/q3VF2D

Para finalizar, los dejo con la introducción de la película. Para mi, tiene profundas implicaciones, ya que soy músico. La doctora Eleanor trataba de escuchar otras civilizaciones. Esta introducción nos da una idea de cómo nos escuchamos los seres humanos desde el espacio, y la (in)trascendencia de esas ondas que emitimos.


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martes, 13 de septiembre de 2011

8. Uno para leer por fragmentos.

El libro del que hablaré esta vez es para leer por fragmentos, porque él mismo parece estar estructurado como una colección de fragmentos. Se trata de Memoria y esperanza de Mario Benedetti. 

Este fue un libro que me conmovió en varios sentidos. En primer lugar, trato en la medida de lo posible de escuchar la voz de la experiencia, aunque tantas veces nos suene anacrónica, siempre tiene algo importante que decir.

Las dos palabras del título tienen un inmenso contenido, y pensar que tantas veces son olvidadas por nosotros los jóvenes de esta generación tan incrédula, y que sintetizan en sí simplemente el pasado y el futuro. La memoria, el origen, la tradición, o como quiera vérsele en estos días es despreciada como nunca, despreciando por lo tanto la causalidad de la que se ha nutrido y estructurado nuestro presente. Todo tiene un origen, y mirar en él no es involucionar, es conocer lo interno, lo profundo, lo estructural de las cosas.  La esperanza es algo que difícilmente se pierde, pero que muchas veces pierde autenticidad en la inercia y el frenesí de la sociedad contemporánea, que nos conlleva a una aceptación de las cosas y que finalmente, nos hace perder la juventud, o algo esencial de ella, la rebeldía, el descontento.

Para finalizar, como esta categoría es de fragmentos, les dejo un par de este libro.

"La juventud es un estado intermedio entre la adolescencia y la adultez. De la adolescencia conserva cierta frescura que la estimula a avanzar, a sondear en su alrededor, a reconocer cuál es el prójimo afín, el que es capaz de recibir y brindar una amistad leal y enriquecedora. De la adultez le llega (o al menos tendría que llegarle) un equilibrio que es mesura y una madurez que ajusta ambiciones y evalúa las posibilidades que aún tiene la esperanza."

"Hay un flagelo que, a través de las siglas y los siglos, ha infectado el género humano. Me refiero a la hipocresía. Por lo general, ese colmo de dobleces, esa falsedad profesional, no logra afectar a la infancia. Gracias a su inocencia, el niño la desenmascara, casi diría que con alegría. (...) La hipocresía se ha convertido en un estilo internacional. (...) Lo curioso es que tanto los vencedores como los vencidos participan de esa falsedad. Por razones obvias, los jóvenes no integran ninguno de ambos bandos y son meros testigos de esa doblez." 

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domingo, 11 de septiembre de 2011

7. Uno muy divertido.

El título de esta imagen dentro
del libro es De cuatro cuatro
Si usted es oriundo de la Tierra del sol amada y no tiene este libro en su biblioteca, pues... ¡qué mal por usted! No se ofenda, lo digo en tono de chiste. El libro que traigo a colación es de Humberto Chacín Fuenmayor, y se titula Maracaibo al pie de la letra. Y es que yo amo mi tierra natal, y este libro nos corrobora que Maracaibo, además de lago, china y puente, tiene un mollejero de horrores ortográficos escritos por doquier en los avisos y carteles de la ciudad.

El libro es mitad fotografías, mitad críticas chistosas/irónicas del autor, todo un letrado que nos hará reír, y mucho. Y pensar que lo hace recordándonos lo que ya vemos todos los días cuando andamos por la calle, y a nosotros mismos nos hace decepcionar/reír, y quizás en alguna oportunidad nos ha hecho agarrar el celular y tomar una foto.

¿Se imagina usted de cuántas formas diferentes se puede escribir la palabra "HAMBURGUESA"? Cuando le eche un ojo a este libro, entonces tendrá una idea.

El ejemplar lo compré en una Feria del Libro, allá en el Lía Bermúdez, y los todos volaron. No he podido conseguirlo en ninguna otra librería, lamentablemente. Dicho sea de paso, en Internet hay tan pocas referencias al libro, que la portada la tuve que escanear yo misma.

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6. Uno de un nobel.

Confieso que para esta categoría tuve que consultar la lista de premios Nobel de Literatura en Wikipedia. Resultó que he leído a tres o cuatro, pero otros de ellos los tengo reservados para otras categorías de esta cadena de posts.

El libro del que hablaré en esta oportunidad fue profundamente impresionante, a la vez que totalmente impredecible. Se trata de El extranjero de Albert Camus. Debo confesar que nunca terminé de entender de dónde sale el título de la obra. Bueno, el tipo como que no era nativo del lugar donde se desenvuelven la mayor parte de los hechos, pero no me resultó un aspecto tan importante.

Este libro lo leí apresuradamente y en dos partes, de una versión digital de esas de dudosa procedencia, pero algunos errores en el texto me dieron a entender que se trataba de un escaneo en OCR, lo que hizo que me inspirara mucha más confianza.

Si tengo que resumir este libro en una frase diría que es un relato de cómo un ser humano común, corriente e indiferente, puede acabar siendo juzgado precisamente por lo que menos esperaba: su indiferencia.

El principio de la obra me gustó por su narración tan acertada de un hecho que todos hemos llegado a vivir: la muerte de otro; pero no es tanto su muerte, es lo que nos toca hacer alrededor de ella, y lo agotador y sin sentido que puede resultar este ritual. Resulta que el protagonista continúa con su vida como si nada, la vida continúa al fin y al cabo, y todo es narrado como una absurda, pero normal cotidianidad. Pero por un enredo con un enemigo que no es suyo, termina asesinando a un hombre.

Lo más tortuoso vendría a ser el proceso, en el cual, al tipo se le juzga más por su indiferencia hacia la muerte de su madre, que por el asesinato mismo, reduciendo todo a un inmenso absurdo, en el que la justicia como institución, más parece un espectáculo moralista que alguna cosa verdadera o auténtica.

Al final, mientras aguarda su muerte en la celda, tiene un encuentro con un cura, que, como todos en la historia (el juez, el abogado) no podía creer que el criminal no creyese en Dios o en una vida ulterior. Creo que la frase que más me impresionó del libro está en esa escena justamente, cuando el sacerdote le pregunta si de verdad puede vivir con la idea de que morirá para siempre:

«¡No, no puedo creerle! ¡Estoy seguro de que ha llegado usted a desear otra vida!» Le contesté que naturalmente era así, pero no tenía más importancia que desear ser rico, nadar muy rápido, o tener una boca mejor hecha. Era del mismo orden. Me interrumpió y quiso saber cómo veía yo esa otra vida. Entonces, le grité: «¡Una vida en la que pudiera recordar ésta!», e inmediatamente le dije que era suficiente.

Creo que una de las cosas que más me aterroriza personalmente, es no poder recordar esta vida.

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viernes, 9 de septiembre de 2011

5. Uno de viajes.

Cuando vi esta categoría, solo me vinieron a la mente dos libros, y el que más me ha gustado, lo tengo reservado para otra.

El libro que del que hablaré en esta lo mencioné casualmente hace poco en una entrada. Se trata de Corsarios de Levante, de Arturo Pérez-Reverte. 

Quizás el encanto principal de esta obra (que es parte de una colección, por cierto), es el hecho de que transcurre principalmente en un lugar de transición: el mar. El mar es un motivo recurrente en la literatura, y siempre grato. Y más aún para los nacidos en una ciudad costera como esta, que aunque no está mirando al mar, mira a un lago inmenso, cuyas riberas necesariamente condicionan numerosos recuerdos y experiencias de nuestra vida. Y por supuesto, al menos en lancha habremos montado.

El protagonista de este libro es un joven soldado, servidor de los reyes católicos de la España de los 1.500 o 1.600, quien a la sombra del Capitán Alatriste, y en compañía de otros tantos interesantes personajes de navío, viaja por todo el mar Mediterráneo, peleando constantemente contra moros y enemigos de la corona. Pasan por diversos lugares como España, Italia y algunos de la costa norte africana, teniendo varias peleas y borracheras, y encontrando viejos amigos del Capitán en algunos de ellos, con cada uno de los cuales, surge una interesante historia. Otro de sus encantos es el hecho de que sus personajes son esencialmente guerreros, y a lo largo de la narración surgen innumerables batallas, en las que el autor ilustra brillantemente esa realidad que es la guerra, donde el tiempo pareciera tener un ritmo distinto, dilatado e intenso.

Lo más interesante que hallo en esta historia es el cómo tantas culturas, tan diversas y a veces, tan enemigas, surcaban al mismo tiempo el Mediterráneo en aquella época, dándose toda clase de situaciones y enfrentamientos. Como mencionó una gran maestra mía en clase, todo latinoamericano debiera conocer esta parte de la historia española, pues usualmente se ve al español como el europeo, el blanco, el católico que nos conquistó; y la realidad es que el español que llegó a América era tan mestizo como lo somos nosotros ahora, y los elementos que formaron parte de ese mestizaje, surgen repentinamente, y para muchos, sorprendentemente en nuestra cultura.

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4. Uno que le gusta a todos menos a usted.

Siguiendo el estilo de muchos por ahí, y como no hallo qué poner en esta categoría, decidiré dejarla en blanco.

Sólo les diré que por lo general cuando un libro gusta a mucha gente (dependiendo también de qué medio sea esa "mucha gente"), y a mi no me llama la atención, no leo el libro. Hasta ahora, afortunadamente, cuando mucha gente me ha recomendado un libro específico y decido leerlo, no me he llevado decepciones.

A lo mejor del autor del que puedo hablar con más propiedad es de Paulo Coelho, que a mucha gente gusta, porque seguí mucho tiempo su columna publicada en la revista Todo en Domingo del diario El Nacional. Me gustaron algunos escritos, otros no tanto, y por lo que me comentaban algunas personas cercanas sobre su literatura, no me llamaba la atención, sobre todo por sus tantas alusiones espirituales y por su visión digamos tan "positiva" de la existencia. Pero como les dije, nunca agarré un libro de él.

Sólo me limitaré a exponer eso.

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miércoles, 7 de septiembre de 2011

3. Uno que sea un placer culposo.


En realidad mi placer culposo no es Tótem y tabú, es quizás toda la obra de Sigmund Freud.

El primer libro que leí de este tipo (considerado por mi persona un genio) fue El malestar en la cultura, y de ahí en adelante exploré en otros de sus textos, incluyendo este; y además me inmiscuí en un área que no he visto nombrar a muchos, el psicoanálisis marxista. Pero ya eso es harina de otro costal.

Pero si me gusta tanto, ¿por qué es culposo? Freud para mi (y para mucha gente) era un tipo muy inteligente, pero muy poco objetivo a la hora de hacer sus estudios de la mente humana. Tampoco es que en esa época se dispusiera de muchos recursos. Pero con sus teorías revolucionó las visiones de la mente, sobre todo el estudio de las obsesiones, las neurosis, el análisis de los sueños y la inclusión del fenómeno del inconsciente. El psicoanálisis no se puede obviar en la historicidad de la psicología moderna, aunque muchos pretendan hoy en día tildarlo hasta de fraude o de seudociencia.

Pero en este libro sobre todo, Freud comete uno de sus errores más garrafales: contraponer el comportamiento de la mente al comportamiento de las sociedades. Jugó a ser antropólogo, y a intentar explicar el origen de las religiones (tótem) y de la moral (tabú) por medio de los comportamientos neuróticos, el terror a la endogamia, el complejo de Edipo y toda una gama de pulsiones psicológicas-sexuales. Sin embargo, sus postulaciones son tan geniales que su lectura no puede menos que ser exquisita, aunque finalmente no pueda demostrarse que sus teorías sean ciertas. Sin embargo, recuérdese que en la época en que vivió Freud, la antropología no era una ciencia bien establecida, apenas empezaban a surgir sus primeros esbozos.

Quizás la idea que considero más alocada de este libro es la de la "horda fundamental", por medio de la cual Freud sitúa el origen de la ambivalencia hacia el tótem, en la ambivalencia hacia el padre. Según él, existió una horda originaria en la cual todos los machos aniquilaron al padre porque le odiaban por su poder, y se lo comieron; pero luego se sintieron culpables, pues al mismo tiempo, lo amaban. De ahí se originarían todos los ritos de sacrificios animales (en los cuales se mata, y a la vez se festeja y se llora la muerte del animal), e incluso dice que ese es el origen inconsciente de rituales más modernos y sofisticados como la comunión cristiana.

Yo me leo este libro como un gran ensayo de antropología filosófica. Y vaya que es bueno.

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martes, 6 de septiembre de 2011

2. Uno que se haya demorado mucho en leer.

Alrededor de los 20 años tuve mi época marxista, y compraba o bajaba prácticamente cualquier cosa que sonara a "muerte al capitalismo salvaje". Este libro del sociólogo brasileño Theotonio dos Santos, titulado Del terror a la esperanza. Auge y decadencia del neoliberalismo, no es un compendio doctrinario, por mucho que su título lo pueda sugerir.

Es un libro gordo y repleto de datos, que a pesar de su aparente objetividad nunca me ha terminado de enamorar, y aún hoy me falta un capítulo por leer. Creo que comencé con él hace como dos años. No es que me cueste leerlo, es que así como lo tomo, al rato lo vuelvo a dejar y así.

Sin embargo, es un libro recomendable, en el sentido de que constituye una buena y detallada descripción de los ciclos económicos del siglo XX, y por supuesto, constituye una crítica cabal a la economía neoliberal. El autor no es ningún defensor del comunismo ni de los totalitarismos, más bien, a veces parece asomársenos como uno de esos defensores de la soñada Tercera Vía.

Una de las cosas que aclara con mucha lucidez es el hecho de que la libertad económica en el neoliberalismo es una falacia, y cómo el Estado se dedica a socorrer a las grandes corporaciones en situaciones de crisis. Describe también diversas culturas en cuanto a lo laboral se refiere, y explica cómo ha cambiado la calidad y más que todo la cualificación del trabajador después de la Segunda Guerra Mundial. Habla de las crisis que muchas veces ha acabado induciendo el Fondo Monetario Internacional en muchos países en vías de desarrollo. Y en fin, habla de cómo el "crecimiento económico" que muchos pintan está plagado de desigualdades y se basa en focos de poder económico, más que en bienestar general, todo esto acompañado de una gran cantidad de datos, números e índices; es por eso que acaba siendo un buen libro, más que como propuesta, como una crítica bien fundamentada al orden mundial.

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lunes, 5 de septiembre de 2011

1. Uno que leyó de una sentada

Comienzo con el reto.

Así es, este libro de Dan Brown, tan grande y tan famoso, fue el que leí más rápido en mi vida, debido a circunstancias muy particulares.

No fue literalmente de una sentada (me hubiese dado una embolia), pero durante 2 días y 3 noches, lo que hice con mi vida fue leer este libro, comer y NO dormir. 

¿Las circunstancias? Primero, el ejemplar era prestado. Segundo, estaba de vacaciones. Tercero, tenía una gripe de esas que te tumban en la cama aunque ya estaba pasando, pero estaba tomando un expectorante que sin saberlo desde un principio, me produjo el peor episodio de insomnio que he tenido en toda mi vida, y pasé 3 noches sin dormir o, a lo sumo, dormiría 2 horas.

Es un libro en general de muy fácil lectura y de una trama apasionante, cosa que también me mantuvo atrapada. Aunque después de tantas informaciones secretas, códigos ocultos en pinturas y obras arquitectónicas y grupos que controlan el mundo desde el anonimato, al final quedé un poco frustrada, al comprobar que en la novela nunca se llegaron a separar la realidad de la ficción, y para qué me sirvió tanto cuento, si no pude terminar de tragármelo.

30 libros: http://treintalibros.blogspot.com/

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Este blog asume el reto #30libros

Parte de mi pequeña biblioteca, donde hay libros
 y otras tonterías
Pocos memes han llamado mi atención en la web 2.0. Pero hace algunos días me topé con este, y me pareció bien interesante, aunque contando con escasos 25 años de vida me pregunto si podré nombrar dignamente 30 de estos ejemplares. Pero asumo el reto, como un reto para compartir y para repasar mis influencias. Nada más revisándolo y pensándolo un poco, me acordé de unos pocos títulos que olvidé que había leído. Pienso que para saber escribir hay que saber leer, y aquí donde me ven ustedes intentando escribir, he intentado leer bastante. 

Así que, desde hoy hasta los próximos 30 días desempolvaré mi biblioteca personal.

Para más información sobre el reto visita: http://treintalibros.blogspot.com/


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jueves, 1 de septiembre de 2011

Lo que yo veía en clases de religión

Este agosto el libro que me ha acompañado y sacado del aburrimiento por buena cantidad de tiempo es Corsarios de Levante de Arturo Pérez-Reverte. El tipo me produjo bastante curiosidad luego de que leyera algunos de sus textos cortos y columnas publicados en Internet, y decidí adquirir este libro, pues aparte de todo estaba bastante barato. No es una de las mejores lecturas que he tenido en la vida, pero de por sí me entretiene bastante, y complementa las cosas que he estado viendo en Historia de la Música Latinoamericana y Venezolana, dentro de cuyas clases la profesora ha sido muy insistente en que conozcamos así sea de superficie la historia de España de por aquellos siglos, cuya cultura, bastante mestiza, acabó por teñir la nuestra de múltiples matices.

Casualmente en estos días que ha andado de furor el tema de la religión y del laicismo, y mi blog no es la excepción a ello, un usuario en un foro publicó un texto de Pérez-Reverte alusivo a las clases de religión en la escuela. Copio textualmente:

Sobre guillotinas y catedrales 



Acabo de enterarme de que entre siete y ocho de cada diez alumnos de los colegios españoles cursan la asignatura optativa de Religión: en Primaria por decisión de sus padres, y en Secundaria por iniciativa propia. Y no saben ustedes cómo me alegro. Pero ojo. Mi gozo no estriba en el aspecto espiritual del asunto. Cualquiera que se haya asomado a esta página pecadora en los últimos diecisiete años, sabe que no es con un cardenal o un obispo con quien yo me iría de copas. Y que, los días que se me va la pinza y me levanto jacobino y cabreado, lamento que una cuchilla afilada y oportuna no aligerase un poco el paisaje de sotanas a finales del siglo XVIII, cuando el ingenioso invento del doctor Guillotín no tenía la mala prensa que tiene ahora. Sé de qué hablo. Tengo uso de razón, he viajado y leído libros. Soy, además, natural de una tierra históricamente enferma, con un alto porcentaje de hijos de puta por metro cuadrado. Sé que aquí, en los últimos diecisiete o dieciocho siglos, siempre hubo un confesor diciéndole a una señora lo que podía hacer con su marido, y a un rey lo que debía hacer con sus súbditos. Señalando a quién premiar y a quién dar garrote. Eso no descarta, naturalmente, a infinidad de hombres y mujeres justos: sacerdotes y monjas empeñados en dignísimas obras sociales, misioneros que se dejan la piel. Pero la existencia de esa fiel infantería, tan alejada de palacios arzobispales y despachos vaticanos, no borra el estrago secular, la manipulación de conciencias, la resistencia a la modernidad alentada desde los púlpitos, el sabotaje –sangriento, en ocasiones– de cuantos intentos hubo por airear la oscura sacristía en la que, durante tanto tiempo, estuvimos recluidos. Sigo creyendo que en el concilio de Trento España se equivocó de camino: mientras la Europa moderna apostaba por un Dios práctico, emprendedor, aquí fuimos rehenes de otro Dios reaccionario y siniestro, que nos hizo caminar en dirección opuesta al futuro mientras sus ministros proponían quemar, fusilar, prohibir, desterrar costumbres, libros, ideas y hombres. Mientras saboteaban constituciones, bendecían a generales carlistas o levantaban el brazo junto a caudillos paseados bajo palio. Y ahí siguen. Mezclando a Dios con las cosas de comer. Disputando arrogantes y pertinaces, a estas alturas de España, cualquier conquista del sentido común, la libertad y la vida. Sin embargo, todo eso también nos hizo. Para bien y para mal, la Europa que aún responde a ese nombre no puede explicarse sin la historia del Cristianismo y la Iglesia Católica. Para comprendernos, para concluir que somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos, es preciso conocer la historia de tanto daño causado; pero también la historia de lo grande y lo luminoso, la base intelectual de una civilización largamente construida sobre Grecia y Roma, la Biblia y los Evangelios, el Islam mediterráneo, San Isidoro, la latinidad medieval, los monjes copistas y los monasterios, las bibliotecas, el Renacimiento, el apasionante camino recorrido y el papel fundamental, sólo discutible por los sectarios y los imbéciles, que la Iglesia tuvo en todo ello. Independientes de las creencias de quien camine bajo sus bóvedas, las catedrales europeas son museos vivos, libros de piedra con la memoria genética de lo que –algunos, todavía– llamamos Occidente. Sobre todo, en esta España que se cuajó a sí misma, imperfecta y violenta, precisamente en una guerra civil de ocho centurias contra el Islam, con una cruz como bandera, y que se arruinó en los siglos XVI y XVII a causa, entre otras muchas, de esa misma cruz. Por eso el símbolo que corona nuestras iglesias y tumbas nos explica y justifica. Sobre todo en tiempos revueltos, confusos como éstos, de estupidez política y orfandad cultural. Conocerlo todo, familiarizarse desde niños con la memoria de esa vieja y rezurcida Europa a la que, pese a la globalización, la barbarie y el olvido, seguimos perteneciendo, y a la que nuevas generaciones llegan en busca de una nueva y mejor vida, es bueno para todos. Permite que un chico se eduque sabiendo quién es, de dónde viene y a dónde llega. Amuebla y explica el mundo a su alrededor. Así que llámenla como quieran: Religión, Historia de la Religión, Historia religiosa de España, o de Europa. No sólo me alegro de que la estudien en los colegios, sino que, en mi opinión, debería ser obligatoria en todo plan escolar. Pero no como asignatura relacionada con la moral católica, ni la espiritualidad. El pecado, la salvación del alma y otros territorios adyacentes son cosa de cada familia, o del chico mismo, si tiene edad para elegir. Del interesado en el asunto. Allá cada cual con sus dioses y sus cíclopes. Yo hablo de equipaje lúcido. De cultura. 

XLSemanal, 20 de Junio de 2010 


Diré de entrada que estoy de acuerdo y a la vez no con el autor ¿Por qué? Está muy bien, es verdad que la religión y todas sus instituciones han sido parte fundamental de la cultura y por lo tanto de la historia, no sólo Europea, de la historia humana en general. Su estudio y la comprensión de sus influencias es indispensable para comprender muchísimos procesos históricos, si no es que todos, y por supuesto que tenemos que tenerla en cuenta. Es verdad que en nombre de la religión se han hecho obras artísticas inimaginables, maestras: arquitectura, pintura, escultura, música, etc. No por ser atea, yo voy a refutar o a pretender olvidar que los grandes compositores universales escribieron increíbles obras de carácter sacro, cuando formé parte de agrupaciones corales, hasta interpreté muchas de ellas sin el menor orgullo ¿cuál es el problema? A la final, no creo en dioses, pero creo en la humanidad y en sus grandes obras, sin importar qué las haya inspirado.

Pero pienso que el señor Pérez-Reverte está deformando un poco el contenido de lo que se ve en las cátedras de religión en las escuelas. Yo estudié en tres y puedo hablar desde mi experiencia personal, obviamente, y desde la realidad de mi país en particular, no sé cómo serán las cosas en el suyo.

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Lo que yo vi en la asignatura "religión" nada tenía que ver con el cómo la religión influyó en la historia universal, o con las grandes obras arquitectónicas que edificó la Iglesia Católica. Nada que ver. Mis clases de religión consistían en conocer la Biblia como libro sagrado, no como libro de la literatura universal. Estudiábamos los relatos, los leíamos y sacábamos conclusiones de ellos. Aprendíamos la lectura de su nomenclatura y las abreviaturas de los libros. Estudiábamos la vida de Jesús, con todos sus detalles históricamente poco probados, y veíamos múltiples filmes relacionados con ella. Aprendíamos canciones para alabar a Dios (debo decir que esto era lo que más me divertía, siempre me ha gustado cantar). Aprendíamos las virtudes cristianas y los pecados capitales, y componíamos historias basadas en ellos, hacíamos dibujitos, etc. A veces preparábamos pequeñas dramatizaciones que se hacían en fechas especiales como Navidad o Semana Santa. Hacíamos carteleras alusivas a las fiestas católicas. Y pare usted de contar. Además de esto, la cátedra en muchos casos era impartida por monjas no licenciadas en educación. Que yo sepa, no es nada parecido a lo que usted plantea. Dicho sea de paso, siempre que tuve una cátedra de "Música" en un plantel católico, lo que hacíamos en ella era aprender canciones con un profesor que manejara el piano o la guitarra, muchísimas de ellas a Jesús, a la Virgen o a Dios. Además, en uno de los institutos, teníamos una Eucaristía semanal obligatoria que ocupaba una hora de nuestro pénsum de estudio, y de paso nos preguntaban todos los lunes sin falta si habíamos ido a misa, y después que hicimos la primera Comunión, si habíamos comulgado y cuándo había sido la última vez que nos habíamos confesado.

Yo admito que gracias a esto, y gracias a ciertas personas influyentes en mí dentro de mi círculo familiar (no el inmediato, menos mal), yo tuve una etapa de fanatismo religioso alrededor de los 10 años. Me frustraba cuando no podía ir a misa ¡Imagínese! Hasta tenía un libro de esos ilustrados, tipo "la Biblia para niños" y adoraba leerlo. Me sabía hasta las 7 palabras que dijo Jesús en la cruz antes de morir. Pero yo era una infante, y afortunadamente salí inteligente. No más hice alejarme de ese entorno y de ciertas personas de mi entorno familiar, y llegar un libro de Carl Sagan a mis manos, y cuestioné absolutamente todo lo relacionado con Dios. A los 13 años decía abiertamente que era atea.

La cátedra de religión a mi parecer no es necesaria ¿Por qué? Voy a poner un par de ejemplos sencillos. En el programa educativo venezolano (que no es que se acerque a lo ideal en lo absoluto), en el cuarto año de bachillerato vemos Literatura, y leemos unas pocas obras de la Literatura Universal, sobre todo de la Latinoamericana, también leemos unos cuantos fragmentos. Una de las obras obligatorias que todos hemos visto en ese año es el Popol Vuh (texto religioso de los Mayas). Pero lo vemos como literatura, muy diferente a verlo como dogma ¿Por qué no podemos estudiar la Biblia de la misma manera? No, tenemos que estudiarla 11 años de nuestra vida, y creyéndonos los cuentos que allí están escritos ¡No me parece! Igualmente, por ahí por el segundo año de bachillerato vemos Historia del Arte, y vemos los períodos del arte (sobre todo occidental) y estudiamos la arquitectura, la escultura y la pintura, sea sacra o sea lo que sea. Vemos catedrales y palacios. Vemos Cristos, vemos Vírgenes y también vemos héroes de Guerra pintados en los cuadros de los grandes. Nunca nos pasamos por alto nada porque fuera religioso. Así es como debe ser.

La cátedra de religión es una cátedra de dogma católico y nada más. Por lo menos como hasta ahora existe. Si queremos conocer la arquitectura católica, pues que se vea dentro de la arquitectura general. Si queremos ver música sacra, pues que se aprenda dentro de la historia de la música universal. Si queremos ver cómo la religión afectó la política, la economía, las relaciones, las guerras, etc, pues lo vemos dentro de la Historia Universal, y cuál es el problema. Nadie va a obviar a la Iglesia Católica en la historia de Europa o de América, sencillamente porque sus instituciones eran y son de muchísimo poder e influencia y porque la religión siempre ha sido parte fundamental de la cultura humana. Pero lo que se quiere con la educación realmente laica, es que su estudio sea objetivo, y que en la medida posible, no se impartan dogmas en estas instituciones.

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