El día de ayer finalmente nos fue dada la noticia que desde hacía semanas esperábamos: el presidente Hugo Chávez falleció. Ante un acontecimiento de tal magnitud es difícil decir algo nuevo o importante. Creo que lo más sensato es hablar de lo que representó semejante personalidad en la propia vida, aprovechando que los hechos están fresquitos.
Chávez va a constituir una marca en mi generación. Al día de hoy estuvo gobernando la mitad de mi vida. Habiendo tantas vivencias tan lejanas y en edades de tanta inmadurez, se hace difícil entrar en demasiado detalle.
Las elecciones presidenciales de 1998 transcurrieron dentro de los escasos tres años que mi familia y yo vivimos en el campo. Yo tenía 12 años y una conciencia política casi nula. Mis padres eran de los grandes desilusionados de las tres décadas anteriores de la democracia adeca-copeyana y sin duda votaron por el comandante. En el colegio donde estudiaba la directora era una monja que en todas las izadas de bandera no hacía sino hablar de Chávez, siempre le hacíamos burla.
Nunca voy a olvidar esa noche, cuando se anunció su victoria, ellos saltaban eufóricamente, cosa que no pasaría ya nunca más en una elección presidencial.
Los años 99 y 2000 fueron relativamente tranquilos, recuerdo el tema de la constituyente y las megaelecciones, pero ya en ese entonces la gente de mi alrededor se había desencantado (misteriosamente para mí) del presidente Chávez, y desde ese momento dieron su voto al candidato opositor, en ese momento, irónicamente, Francisco Arias Cárdenas, quien había sido gobernador del Zulia.
Los recuerdos de los años 2001 y 2002 se tornan un poco difusos para mí. Volvimos a Maracaibo, y en medio de un momento terrible para los de casa, ocurrieron sucesos como la caída del World Trade Center, que me llevaría a investigar un poco, entre libros, foros y una internet de dial up, sobre política internacional.
Luego sobrevino el paro petrolero, ese momento tenso y bizarro, muy dramático para mis pareceres de aquellos días. Colas interminables en las bombas de gasolina y recuerdo que a muchos les encantaba hacerlas. El día en que Carmona Estanga usurpó el poder sentí un asco profundo, y una desilusión de aquel proceso. Todo muy intuitivo. Todo lo veíamos en la televisión, pues en Maracaibo los sucesos son mucho más suaves.
Entre finales de 2002 y el 2003 comencé a trabajar e ingresé a la universidad. Sacando copias de libros, y conociendo gente nueva y fascinante, tuve mis primeros encantos con el marxismo. Hasta ese momento sentía un desprecio por la oposición en general, y me consideraba chavista. Decía que era la oveja roja de la familia.
En ese entonces las políticas del gobierno me parecían positivas. Recuerdo especialmente los días en que se discutía la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, una de las más polémicas y en nombre de la cual, se cometerían abusos contra los medios. Pero mientras fue proyecto y recién aprobada, yo era partidaria de ella. Recuerdo el Plan Venezuela Móvil, recuerdo la Ley de Política Habitacional.
En 2004 cumplí la mayoría de edad, y me estrené con el primer referendo revocarorio que se le hizo a Chávez, logrado por El Firmazo organizado por la entonces Coordinadora Democrática. De más está decir que lo apoyé. Luego de esto, cuando la famosa Lista Tascón y sus aires fascistoides, comenzaron las decepciones con respecto al régimen. Sin embargo en 2006, aún lo apoyaba.
A principios de 2007, en casa sufriríamos un duro golpe con la inseguridad, lo que llevó aún más al desencanto, y recuerdo cómo los líderes chavistas en ese entonces decían que la inseguridad no era más que una "construcción mediática". La burla era inaceptable, y las historias de atracos y secuestros cada día más frecuentes y espeluznantes.
El cierre de Radio Caracas Televisión fue otra de las arbitrariedades decepcionantes. No tanto, la salida del aire, sino el robo descarado de la planta televisiva y los equipos para hacer otra televisora. Hoy por hoy, la hegemonía mediática viene de parte del gobierno, y los canales públicos, financiados con dinero público, son una constante campaña política.
Parecía que en el segundo período, Chávez se había radicalizado, y con todo el camino libre, teniendo a toda la Asamblea Nacional a su favor. También por esos años intentó lanzar el paquetazo de leyes al cual el pueblo dijo "no", y sin embargo, se aprobaron via habilitante, y una de las más temidas, la reelección indefinida, fue sometida nuevamente a votación popular, ganando esta vez.
En este período las medidas económicas comenzarían a tornarse en un matiz radical y autoritario. Comenzaron las expropiaciones, la regulación de precios, todo esto sin que se admitiera el problema de la inseguridad, mientras las mafias y el contrabando andaban campantes, y el gobierno gastaba millones en armamento.
Las misiones que en principio sonaban muy bonitas, se convirtieron en regaladera y en focos de sub-empleo. Me preguntaba yo entonces dónde era que estaba el "socialismo" de esta gente. La formación del Partido Socialista Unido de Venezuela, y la moda por hacer marchas confrontadas, hizo que se perdiera todo el sentido de cualquier protesta, y los bandos políticos se radicalizaron más y más.
Cosas de la vida, terminé trabajando en una de las que consideraba aún gran obra del gobierno, el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. Sin embargo, conociendo la institución desde adentro, pude ver que a pesar del gran trabajo social, el centralismo y la ideologización corroe todas nuestras instituciones culturales.
En el año 2010 vivimos la peor de las crisis energéticas. Aún recuerdo el primer apagón, de cuatro interminables horas de duración. Luego se reducirían a dos. Recuerdo que todas nuestras actividades domésticas, académicas y laborales giraban en torno a los horarios de racionamiento. Había semanas que se suspendían determinadas clases y actividades por el racionamiento. Y ni hablar de los semáforos. Había que estar al tanto más o menos de los horarios de toda la ciudad. Y uno se seguía haciendo la misma pregunta estúpida cada día: ¿cómo es que, viviendo en un país petrolero, pasan estas cosas?
Tardíamente, más o menos entre 2009 y 2010, y después de muchísimas muertes, el gobierno admitiría el tema de la inseguridad. Esto es algo que no olvidaré. Además el tema del contrabando de la gasolina comenzarían a admitirlo y atacarlo en 2011 o 2012, pretendiendo imponer un racionamiento general, y el tema del contrabando de alimentos, aún hoy no lo terminan de admitir.
Todo eso con un discurso paralelo de odio y confrontación, y con una inflación y la existencia de un mercado negro de divisas que hace imposible tener ambiciones de una vida digna siquiera para el ciudadano de a pie. La división política de las masas en este período no tiene precedentes en nuestra historia.
En estos largos catorce años, que aunque democráticamente ganados, fueron demasiados, vi irse a varios de mis familiares, reduciéndose visiblemente la gente en cada reunión. Así mismo, la mayoría de mis primos segundos han nacido fuera del país, y no conozco a ninguno.
Recuerdo la frustración que me embargó el 7 de octubre de 2012. Increíblemente, estaba pensando en emigrar, lo pensaba con seriedad. La desilusión no solo por el gobierno, sino por la gente del país fue grande.
Los días siguientes serían poco más que el circo habitual, solo que Chávez se ausentaría prematuramente. Y entre la zozobra, el engaño y muchas violaciones a la Ley, muchos afirmaban que era inminente lo que hoy se informó: el presidente falleció. Al mediodía de hoy todos escuchamos la cadena bizarra y amenazante de Maduro. A las 5:30 mas o menos estaba dando una clase, y una alumna que fuera de las reglas tenía el celular en la mano, dijo la noticia: se murió.
Confieso que el sentimiento fue de tranquilidad y esperanza. Esperanza porque al menos ahora hay la oportunidad de un cambio. Ver las imágenes de Chávez cuando asumía la presidencia aquel 1999 me resulta profundamente conmovedor, porque vivimos este largo gobierno que tanto influirá en nuestra historia como país.
A pesar de admitir su importancia, espero no olvidar nunca todas las decepciones, rabias, desesperanzas y frustraciones que se nos presentaron en este gobierno. Tampoco voy a olvidar que a pesar de que soy profesional y trabajo, y a pesar de todas las propagandas y todas las promesas, aún no he podido independizarme. Un gobierno que comenzó con aires de esperanza, y de buenos programas que muchos de los de mi alrededor aprovecharon bien, acabó convirtiendo al país en un lugar lleno de odio, violencia y escasez.
Tuve la suerte de no estar en un atraco por parte de locos, de no estar en un fuego cruzado, de no estar en el camino de una bala perdida, donde miles, sobre todo gente de las clases bajas, sí estuvieron y perecieron, y por eso digo, sobreviví al gobierno de Hugo Chávez.
Y al que se pare ahí, igual le tenemos a exigir. Ya basta de estar adorando presidentes, como si fueran mesías, cuando son en realidad empleados públicos, que manejan lo que a usted y yo nos pertenece supuestamente. Chávez tuvo una oportunidad de oro, pero más bien resultó ser más de lo mismo, duélale a quien le duela, y deja atrás muchos fanáticos, muchas mafias, mucha burocracia, y un país altamente endeudado.
No será fácil, pero al menos hoy, tengo esperanza.
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