jueves, 25 de abril de 2013

Mis amigos cubanos

Más separa una montaña que un mar, dicen. Más separa una selva que un mar, por extensión. El mar se navega, es más fácil. Los venezolanos, como gentilicio, en nuestra personalidad y cultura, somos más parecidos a los gentilicios de los países del Mar Caribe, que a los compañeros de América del Sur. Bueno, a lo mejor con los colombianos podemos tener bastantes cosas en común. Pero ellos están ahí al ladito, sin que haya más separación que una línea arbitraria.

En mi vida hay varios cubanos. Los cubanos son grandes músicos, son increíbles. Ninguno de los que interactúa conmigo llegó después de 1998. Llegaron antes. Cuba es esa isla condenada políticamente, de la cual la mayoría de nosotros sólo oye cuentos. Qué bueno es tener cuentos de primera mano. De esa gente que nació allá, que creció allá, que se formó allá, y personas que incluso afirman que en su momento no querían irse, más por una cuestión de apego al terruño. Yo soy así, no me gusta para nada la situación de Venezuela, pero no me quiero ir.

Debido al gobierno en transcurso, muchos cubanos han llegado a nuestro suelo, y se les ha dado trabajo. Trabajo en la mayoría de los casos subpagado, pero trabajo. Puestos que pudieran ser ocupados por venezolanos calificados para ello, en un país en el cual hay muchos jóvenes desempleados, y donde el empleo paga mal. Esto ha generado una aversión hacia el gentilicio cubano por parte de mucha gente. A veces, cuando hablo de algún cubano, y más con un sentido afectuoso, me he ganado miradas raras.

El sentir de la gente hacia ese pueblo va desde una lástima por el estado en que viven, pasando por una admiración extrema por aquellos que lograron escapar, hasta la actitud de muchos venezolanos que los sienten como invasores. Siento que al cubano se lo juzga tanto como si defiende a su gobierno, como si lo rechaza y está en otro país. Supongo que muchos venezolanos estamos cayendo en ese extraño espectro, cuando nos ven en otros países, a los que han migrado unos cuantos ya.

Juzgar a alguien como "otro" siempre trae esas extrañezas. No hay forma de que exista un trato natural. Mientras tanto, personas cubanas hacen una obra increíble en mi ciudad, más que muchos venezolanos, y sin la ayuda de ninguna de esas revoluciones de mentira. A ellos debemos mucho. A ellos les debo mucho. Y espero reciban la suficiente gratitud.

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