miércoles, 30 de octubre de 2013

Sobre la prohibición del Halloween...


Hace un par de días se anunció que el Halloween estará prohibido en las escuelas públicas de Venezuela. El gobierno hace esto con el argumento de que es una fiesta extranjera, además según ellos originaria del imperio (estadounidense), y que a través de la transculturación, atenta contra los "valores tradicionales venezolanos".

El Halloween, siempre ha sido una fiesta mal vista por los sectores conservadores en general, en especial aquellos asociados a las religiones cristianas, por tratarse de una celebración "pagana", de origen celta (no de Norteamérica). Además de ello, está directamente ligada al mundo de los muertos y los espíritus y a brujas, duendes y otros seres fantásticos. Sin duda, la fama y difusión de esta fiesta en la actualidad se ha debido a su uso comercial, y su difusión por parte del cine y la televisión estadounidense.

En general, comparto que en las escuelas no se haga creer a los niños en nada "mágico", ni supersticioso. Lo que me molesta del decreto, es como siempre la doble moral, el doble discurso, y la lógica ilógica subyacente en él y que hay cosas más importantes que atender. Por ejemplo, ¿no es acaso la Navidad una fiesta importada desde el imperio europeo hace algunos siglos? ¿Por qué la Navidad sí es bien vista, es bonita, es "tradicional", y debe ser celebrada como "navidad venezolana"?

Los procesos de influencias de una cultura sobre otra, son inevitables. Lo que está claro hoy en día, o lo que se tiene como "ideal" es que este proceso no sea agresivo, que no exista una imposición directa o indirecta de las prácticas culturales. Pero la cultura es dinámica, y a menos que las culturas fuesen completamente cerradas, que se influencien es inevitable, y es hasta bueno. No sólo las costumbres, los conocimientos, la tecnología, todo eso se comparte en el proceso, y se va depurando y evolucionando.

Parece que a los nuevos socialistas "revolucionarios", no les molestan las prácticas culturales impuestas de hace siglos (como las inherentes a la religión católica en general), sino los procesos de transculturación nuevos. Qué manera tan interesante de ser tan conservador, tan reaccionario, bajo el nombre de "revolucionario".

Contradictoriamente, nuestro presidente ha emitido bonos para que se compren juguetes para los niños en Navidad, para que sean "supremamente felices", reforzando no sólo una fiesta "imperial", sino también la bonita Navidad capitalista.

La gran diferencia del Halloween con la Navidad, por ejemplo, es que han pasado tantos años, que ya se han originado costumbres, manifestaciones y celebraciones propias de estas tierras y han sobrevivido a lo largo de los años. ¿Quién decide que hay que execrar lo demás, pudiendo ser que se generen otras manifestaciones mestizas interesantes? Ellos creen que tienen el poder de decisión.

Por supuesto, una declaración como esta, despierta a todos los sectores conservadores de la población. Basta ver los comentarios en las redes sociales, para dar cuenta de que la gente defiende la medida aludiendo a "la moral y los valores cristianos", y repentinamente se les olvida que el cristianismo es la religión que nos impuso el otro imperio (y de una manera mucho más violenta que como hoy en día se asimila el Halloween en Latinoamérica).

Si ellos son revolucionarios en verdad, que empiecen por sacar la religión de las aulas de clase.

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