lunes, 4 de marzo de 2013

El machismo al revés

Normalmente cuando se habla de machismo se ve éste desde la perspectiva de la superioridad del hombre sobre la mujer, teniéndose a ella como la principal víctima de la sociedad paternalista. Esto es cierto, y sabemos que, aunque las brechas de género en Occidente cada vez están más cerradas, aún hoy ocurren  atropellos a la mujer y se cometen crímenes claramente sexistas.

Pero mi intención es resaltar una dimensión del machismo que pocas veces se aborda: el hecho de que éste reparte los roles sociales de hombres y mujeres por igual, resultando en una limitación de la vida del hombre también. Como dije, en Occidente podría decirse que, al menos en el marco formal, legal y jurídico, el machismo ha sido erradicado. Pero culturalmente está lejos de no existir y, particularmente en Latinoamérica, sigue estando muy arraigado en el pensamiento general y aún más gravemente, afecta muchísimas veces la crianza de los hijos. 

El machismo no solamente constituye la prevalencia del hombre sobre la mujer, sino la prevalencia de los valores masculinos en la construcción de la sociedad, y un desequilibrio general en la expectativa de qué es un hombre y qué una mujer. Se espera pues que el hombre sea excesivamente masculino y dominante, y que la mujer sea femenina y sumisa, cuando las características asociadas a "masculinidad" y "femineidad" son realmente una convención, que no siempre encaja con la personalidad de quien es de un sexo (biológico) u otro, y que pudieran estar presentes al mismo tiempo en el carácter de un mismo individuo.

Los roles que juega cada sexo no son del todo artificiales, y algunos tienen profundas raíces biológicas y culturales. Por ejemplo, el hecho de que la mujer sea quien porte a la descendencia durante nueve meses en su seno, y tenga que alimentar a los hijos durante el período de lactancia, hace que inevitablemente ella tenga un vínculo mayor con ellos y que se vea afectada físicamente en este período particular de su vida; así mismo, el hecho de que un macho pueda reproducirse al mismo tiempo con muchas hembras, pero no al revés, marca profundamente el comportamiento no solo del hombre, sino de muchas especies en cuanto a la organización social. También durante las primeras etapas de la civilización sedentaria humana, se daba en muchos casos la repartición de roles del tipo el hombre es quien provee - la mujer es quien cría, por razones prácticas, pero no sé si se pueda hablar de un determinismo biológico o social, puesto que han existido en la humanidad muchos tipos de sociedades y de conformaciones matrimoniales y familiares.

Lo cierto es que en la sociedad occidental (esa cosa extensa, antigua y heterogénea que a veces no parece poder tener un solo nombre) hay una larga tradición de paternalismo, que se refleja tanto en lo material (el hombre provee, el hombre crea, el hombre es quien trabaja y quien es capaz de grandes ideas; la mujer es inferior en todo sentido y debe ocuparse de los hijos, de la casa y del cuidado emocional del hombre), como en lo espiritual (Dios es hombre).

La democratización progresiva de la sociedad y del conocimiento, así como el avance de la tecnología y los logros en el facilitamiento de la vida cotidiana, ha llevado a la mujer a querer formar parte, cada vez más y más, de los asuntos importantes de la sociedad. La mujer quiso ejercer sus derechos civiles, tomar sus propias decisiones económicas, tener la posibilidad de estudiar, tener la posibilidad de divorciarse, crear, exponerse, pasar de ser una mujer a ser un humano integral, teniendo la misma autoridad y visibilidad que cualquier ser humano (hombre) en el mundo. Aún así se sigue esperando de ellas cierto apego al hogar, cierta sumisión, mucha fidelidad sexual y cuando demuestra demasiada agresividad intelectual, física o de actitud, se la considera "intimidante".

Pero ¿qué es lo que se espera del hombre? Porque es el problema que quiero tratar especialmente. Del hombre también se esperan ciertas características. Un hombre tiene que ser fuerte, independiente, promiscuo (aunque no se diga públicamente), y no debe mostrar actitudes de sumisión, o de extrema sensibilidad, cualidades que se tienen como especialmente "femeninas": "los hombres no lloran". Ciertamente la fuerza y la sensibilidad parecen actitudes contrarias, el error está en asociarlas a algún sexo. Esas actitudes están en cualquier ser humano en diferentes medidas.

¿Afecta esto la vida de los hombres? ¡Por supuesto que sí! Los afecta todos los días, puesto que la expectativa sobre ellos es también sumamente desequilibrada. Por esta razón es que por ejemplo, los hombres tienen tantas dificultades a la hora de querer dedicarse a una carrera artística. No se espera de ellos esa sensibilidad, y peor, se asocia la actitud sensible con homosexualidad. Lo irónico es que tradicionalmente en Occidente, tanto el quehacer laboral y científico como el quehacer artístico siempre fue "competencia de los hombres". No se conocen científicas y artistas femeninas de épocas antiguas por la misma razón. Muchas de ellas, las más valientes, obraron desde la clandestinidad. Sin embargo, hoy en día, como fenómeno residual (y ridículo) del pensamiento paternalista, vivimos estos juicios dados al hombre artista.

Tantos hombres hay que quieren ser chefs, cantantes o bailarines, y tantos padres hay que no aceptan el gusto de sus hijos por el arte, por considerarle "femenino" e "improductivo" (esta última parte no solo está asociada al machismo sino también al pragmatismo de nuestra época). Así mismo se condenan muchas veces las actitudes románticas o idealistas en el sexo masculino: "no seas poco hombre".

Otro error, que se comete más frecuentemente con respecto al hombre, es asociar la homosexualidad con pérdida de la masculinidad. La orientación sexual y el sexo son cosas diferentes. Y por extensión, las actitudes "poco masculinas" se asocian a homosexualidad, cuando no necesariamente es así. Igualmente, dentro del colectivo homosexual masculino (y femenino también) hay una gran heterogeneidad de actitudes y normalmente el hombre homosexual no aspira a ser mujer (eso es transexualidad), sino que acepta demostrar actitudes que socialmente son tenidas como "femeninas", gustan de practicar más bien cierta "androginia social" (cosa que también gusta a algunos heterosexuales, y no es tan mal vista en la mujer).

El uso del cuerpo también ha sido deformado por esta división arbitraria de lo masculino - femenino. Usar el cuerpo como medio de seducción, exhibirlo, y cuidarlo estéticamente es normalmente asociado a una actitud femenina. Quizás solo quienes son más "tradicionalistas" mantengan este pensamiento, pero se refleja en el discurso cotidiano. Actitudes dedicadas a la exhibición, como el modelaje o el fisicoculturismo, no son tenidas como algo "muy masculino", sino al contrario.

Estas actitudes no solamente son reforzadas por los hombres (padres, amigos...) sino también por las mujeres. Muchas mujeres comentan que un hombre bailarín es poco masculino, o que un hombre que se saque las cejas es horrible. Y muchas veces se excusan en que "es una cuestión de gustos". Pero estos valores (lo que realmente son) se los inculcan a sus hijos varones en su crianza. En un mismo hogar en el que hay hijos de ambos sexos muchas veces se observan marcadas diferencias en cuanto a lo que se permite a uno u otro, y en cuanto a lo que se espera psicológica, social, sexual, económica y profesionalmente de uno o de otro.

La sociedad machista es pues algo que debe ser superado, no por el bien de las mujeres, sino de los hombres también.


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3 comentarios:

  1. Excelente artículo, es un tema que da para ser discutido un rato largo. Siempre me ha parecido que la irresponsabilidad paternal es fomentada por las mismas mujeres y la sociedad, "madre solo hay una", ¿y el padre qué? Hace poco un amigo tuvo su primer hijo, fue a vacunarlo con su novia y no lo dejaron entrar, "solamente puede pasar la mamá" fue la razón. Él expresó su descontento por Twitter y tuvo respuestas con un argumento parecido al que te estoy dando y al que das en tu artículo. Tanta condescendencia melosa hacia la mujer lo que hace es jugar en nuestra contra, esta victimización cursi y chimba ya no da para más y es increíble cómo la mayoría de las mujeres la sigue fomentando. En fin, espero tus próximos posts de la semana de la mujer, una de las festividades más ridículas y sin sentido del mundo, quieren tapar tanta injusticia con una rosa de silicón, empezaré a celebrarla cuando nos paguen igual que a los hombres en cargos de gerencia y demás, pero ese es otro tema xD ¡Saludos!

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    Respuestas
    1. Confieso que no entendí lo de la rosa de silicón xD

      Ahora, en cuanto a la diferencia de pago, te juro que no he visto un caso de primera mano, a lo mejor por el mundo en el que me muevo yo, que a pesar de todo lo que digan de los hombres artistas, está dominado por hombres (aunque los músicos no son muy tildados de "maricas", es uno de los oficios artísticos más respetados en el hombre).

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  2. Morí un poquito con "una rosa de silicón"... Me pregunto si la rosa viene con gotitas de silicón también, sino no es digna.

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