lunes, 20 de febrero de 2012

Hablando de piratería

El tema de la piratería ha saltado a la palestra en lo que va de año por dos hechos importantes: la intención de aprobar en los Estados Unidos la Ley SOPA, y el encarcelamiento del dueño de la gigante Megaupload. Son muchas las opiniones que se han suscitado, algunas a mi parecer muy buenas, otras dejando mucho que desear.

De antemano diré que, como muchos ya saben, yo soy artista. No famosa, ni menos millonaria. Es más, soy una mantenida todavía. Pero de uno u otro modo soy creadora. Y produzco tanto textos (como este blog), como música (aún sin publicación, ni discográfica, ni impresa). Mi trabajo, aunque aún de escasa proyección y poca trascendencia, vale mucho para mí, personalmente. Mi sueño, si se da el caso, es vivir de lo que escribo. A fin de cuentas, escribe esto una artista.

En la cadena de producción del arte hay varios involucrados, y supongo que muchos lo saben de sobra. Este artículo lo expone muy bien. Hay una larga cadena de interesados en que una obra se reproduzca y se venda, y que ellos sean los únicos responsables y beneficiarios económicos de esa cadena de producción.

Pero resulta que en el mundo de hoy, la era de la Internet, la información es muy difícil de contener. Hay artistas o empresas de producción que creen que todo el material que corre por la red sin su permiso, es una pérdida, porque, según ellos, de no haber bajado el usuario esa información de forma gratuita, la hubiese buscado en una tienda, pagando el costo que corresponde (según ellos, también). Pero la realidad creo que es otra. Creo que hay muchísimo contenido al que la gente no buscaría acceder si no estuviera gratuito en Internet, esa es la realidad. Y muchos artistas se están dando cuenta de ello. Muchos independientes hasta lo consideran una ventaja, pues ya no se ven en la obligación de firmar un contrato con una gran empresa, que les puede anteponer muchas exigencias, y pueden publicar su trabajo de manera gratuita en la red y darse a conocer, dependiendo únicamente de ellos y de las estrategias de marketing que utilicen.

Pero ¿significa esto que los artistas debemos dejar de cobrar por el trabajo que hacemos? Absolutamente no. Solamente significa que el negocio tiene que cambiar, tiene que evolucionar, no hay remedio. Y esto depende por supuesto de cada sector particular del arte.

Hablando por ejemplo, de los artistas plásticos, citaré un ejemplo interesante. Un amigo de la familia, que es diseñador gráfico, cierta vez envió un correo electrónico a sus contactos allegados con una obra de arte digital, hecha por él. Venía con instrucciones de cómo debía imprimirse. Es obvio que la mayoría de la gente no la habrá imprimido, solo la habrá guardado con cariño, pero mira, ¡nos regalaron una obra de arte! ¿No es esto una revolución en la manera de hacer arte? En el caso de la pintura y la escultura, la cosa es diferente, pues el arte digital y las fotografías impresas, no sustituyen de ninguna manera la obra original, así que los artistas plásticos pueden aprovechar la web como una especie de museo a gran escala, en el cual la gente pueda visualizar sus obras y comprarlas.

El caso de la música, el cine y la literatura es diferente, porque los datos en la red vuelan. Creo personalmente que los artistas son los menos afectados por la "piratería" de Internet, puesto que ellos, sobre todo cuando son famosos, siguen ganando una gran cantidad de dinero por sus obras, y tienen otras opciones: la radio, la venta de material POP y los conciertos en vivo. El disco ha pasado a ser un lujo. Por esto es que creo que las compañías discográficas y cinematográficas deberían cambiar su modelo de negocio. Tienen que empezar a pensar como un usuario regular de Internet, y hacer conciencia de que mucho del material que se descarga, jamás hubiera sido vendido en las tiendas convencionales (que es, aparentemente, lo que ellos piensan). Yo me pregunto: existiendo tantas y tantas páginas de videos y de música, gratuitos y de pago, donde el contenido se disfruta directamente en la nube ¿por qué estas compañías no han aprendido y ofrecen de una vez por todas ellas mismas el contenido en la web? Pueden ganar millones, y no solo cobrando por el contenido, sino en publicidad. Incluso en las películas pueden incluir un minuto, dos minutos de publicidad al inicio, que el usuario no se va a molestar por ello. Imaginemos que las páginas de las grandes compañías ofrecieran todo su contenido en la nube, y tuvieran la opción de descarga por módicos precios, o por el mecanismo de cuenta paga. ¿Cuánta gente no pagó a Megaupload por poder subir y bajar mucha información?

El autor, el artista, también debe empezar a ver las cosas de otra manera: debe sumar las compras a las descargas, en vez de restarlas. Debe saber que con cada descarga, su proyección aumenta, y su obra gana más trascendencia.

Para lo que sí creo conveniente la existencia de las sociedades de derechos de autor, es para evitar otra cosa, muy diferente de la piratería, que es el plagio. Plagiar es publicar contenido que no ha sido creado por ti, atribuyéndote su creación. Esto sí es grave. Pero es mucho más fácil de controlar. Incluso los mismos usuarios son muy sensibles a este problema, y cuando ocurre incluso a niveles bajos (en blogs, por ejemplo), ellos se suman a la campaña del autor de denunciar al sitio que lo está comentiendo. Internet es un lugar muy anárquico, pero por tanto, tiene muchísimos mecanismos de autorregulación. Han surgido licencias genéricas, muy útiles para autores que no se lucran de su contenido, como lo son las Creative Commons. A mi parecer, son ideas extraordinarias, nuevas formas de ver el contenido.

Fuente: http://www.megaleecher.net 


Al fin y al cabo ¿para qué sirven las regalías? Para que el autor pueda vivir, pueda comer. Y si ya el artista puede vivir bien, a pesar de la piratería ¿cuál es el problema? Además, como he dicho, si las compañías cambian de una vez por todas su modelo de negocio, tanto ellas como los autores, pueden sacarle mucho provecho monetario a la red.

Yo siempre he pensado que cuando se publica una obra, deja de ser de uno. Lleva el nombre de uno, porque uno es el creador, pero una vez publicada es entregada al mundo, ya ha pasado a ser parte de la cultura. Y si uno mismo no la deja trascender, por mera avaricia, entonces no la ama de verdad. La creación es libre. Y solo puede trascender por un mecanismo de desapropiación. Pero de eso podríamos hablar después.

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