miércoles, 20 de marzo de 2019

El trabajo musical: imaginación y diversión

Haciendo el trabajo que uno hace, se reciben muchos comentarios, algunos desagradables, algunos locos e inesperados, y otros muy agradables. Por el mes de noviembre del año pasado, recibí dos comentarios de personas diferentes, que a mi parecer fueron dichos por ellas de un modo no muy positivo, pero para mi fueron absolutamente halagadores, y me hicieron tener uno de esos momentos en que uno siente que ha elegido el camino correcto.
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Una tarde estaba en la universidad luego de la clase que tenía con los alumnos de cuarto semestre. Me quedé sentada en uno de los Clavinovas, mientras uno de los estudiantes me pedía consejos sobre unas progresiones armónicas para un tema, que ya ni recuerdo cuál era, y le estaba recomendando que se valiera de recursos del blues. 

En eso entran unos estudiantes de alguna otra carrera, conocidos de él, un hombre y una mujer, y se quedan mirando lo que estábamos tocando. La muchacha empieza a manifestar su interés por cantar, y a pedir información, pero sin una intención más allá de una mera asesoría, y le digo, como suelo hacer, que la formación musical no es cuestión de un día ni de un mes, que solo la constancia y trabajo dan buenos resultados.

En esto, y como andábamos en esta onda bluesera, me acuerdo de un tema que cantaba mi amiga Ana Sofía, Oh darling, de Los Beatles, y me animo a cantarlo. A la muchacha le encantó, y mi estudiante se pone a imitar algunas cosas que había hecho en el piano, y es cuando ella cae en cuenta de que yo era la profesora de él. Él tiene más o menos mi edad y es muy formal en el trato, entonces la chica comenta que ella hubiera jurado que él era mi profesor, le pregunto por qué, y ella responde con cara de extrañeza: "porque parece que usted se divierte."

Ese comentario me tuvo el resto del día pensando. ¡Pues claro! ¿Qué sentido tiene haber elegido un camino si no me estuviera divirtiendo? De pronto hay gente con otro carácter, que no necesita sentir esto mientras trabaja, pero definitivamente yo sí. Es más, no sólo es mientras estoy tocando, sea montando, ensayando o en escena, sino también cuando estoy dando clase. Créanme, para mi ver a mis estudiantes aprender, ver cómo se superan, cómo los reto y su cara de satisfacción cuando algo les sale, es absolutamente divertido.
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Para esos días me contactó una muchacha de 17 años que quería aprovechar sus vacaciones para poner a sonar un teclado que tenía agarrando polvo. Ella, muy bonita, estudia otra carrera y no tiene más intenciones que tocar algunos temas por placer. Tiene buen oído, pero a veces se estanca mucho en lo técnico.

Hablábamos mucho, como suelo hacer con mis alumnos particulares, y una vez que estaba montando un cifrado para una balada, me habla de la carrera que estaba estudiando, si mal no recuerdo, ingeniería médica. Me comenta que aunque a ella le gustaba mucho la música, nunca hubiera pensado dedicarse por completo a ella, porque le parecía agotadora: "es como que uno tiene que imaginarse todo el tiempo muchas cosas" (mientras está tocando o cantando).

Inmediatamente me acordé de mi maestra Vivian, que a veces criticaba a ciertos estudiantes de música "porque no tenían mucha imaginación". Se refería a que tocaban las notas y ya, pero tal como dijo esta muchacha, hace falta mucho más que eso para poder "decir algo" cuando se está ejecutando un instrumento.

Imaginarme cosas no es algo que a mi me cueste, de hecho soy tan imaginativa que soy dispersa, siempre me estoy imaginando cosas sobre lo que sea, fantaseo mucho, y más bien tengo que obligarme normalmente a aterrizar, a concretar lo que es posible, y a no dejarme llevar mucho por los mundos y situaciones a donde me lleva mi imaginación. 

Cuando uno está dando clases de instrumento, más allá de decirle al estudiante "siéntate así", "baja la muñeca", "toca esta nota con el tercer dedo", hay que estar permanentemente en busca de metáforas para formar las nociones de la articulación, el sonido, el estilo y la interpretación. Y cuando uno mismo ejecuta se buscan recursos metafóricos para lo que uno quiere decir, cómo uno se debería oír, y para entrar en sincronía con el que está tocando con uno. Para componer o arreglar ni hablar.

Pero sí, la imaginación es un tema clave en la ejecución musical, y la muchacha tiene razón, y ella se percata porque a lo mejor la imaginación también se entrena.


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