lunes, 6 de agosto de 2012

Nietzsche contra el cristianismo

Todos los caminos llevan a Nietzsche. Al menos para mí. Aparte de ser una de las referencias clásicas del ateísmo filosófico, fue un hombre que sin duda amó el arte musical, y le dedicó bueno parte de su pensamiento y de su obra. Pero el libro que leí de él tiene más que ver con el primer tópico. Es una dupla, con dos textos fundamentales de él: El Anticristo & Ecce Homo, pero además trae otros textos breves del autor. Esta vez he leído El Anticristo, y con gran osadía me atreveré a comentar algo de éste. 

Confieso que leyendo este texto he reconocido aspectos de Nietzsche en los que no me había fijado anteriormente. Al menos no lo suficiente. Uno de ellos es su excesiva masculinidad, masculinidad del discurso, que se expresa a través de la obra como un amor a la actitud soberbia y viril, como afirmación de la vida. Esta masculinidad muchas veces se desborda, y raya en la misantropía, pues el filósofo tenía a la mujer como un ser débil y mediocre intelectualmente. 

Otro aspecto es que en realidad su pensamiento es bastante positivista. Aunque tantas veces se quiera hacer ver lo contrario. Muchas veces se juzga burdamente su filosofía, por su ateísmo (como negación de Dios), y se pretende que con esta negación, así como su cuestionamiento constante de los conceptos de “verdad” y de “moral”, suponen una negación de la vida, o mejor dicho, una negación de las cosas que comúnmente son tenidas por las masas como aquéllas que “le dan sentido a la vida”. Pero el mismo Nietszche niega en todo momento que esto sea así. Es más, para él la negación de Dios y de la vida “del más allá”, supone finalmente una afirmación de la vida misma. Habla de la humanidad como algo grande y de cómo la superación de la cristiandad finalmente llevará al hombre al camino de la ciencia, de la organización y de las más bellas y elevadas artes. Otro síntoma de su positivismo es por supuesto, su gran admiración hacia Grecia y Roma (así como al Renacimiento), que para él fueron las cumbres de la civilización humana organizada y encauzada por el camino de la ciencia, y que fue destruida (Roma) por el levantamiento del movimiento cristiano que elevó la fe por sobre todas las virtudes, y convirtió el conocimiento en el más fundamental de los pecados. 

Otra dimensión de él que me sorprendió es su darwinismo. Considerando que él es prácticamente contemporáneo con Darwin, las ideas de la selección natural afectan profundamente su visión de la naturaleza y del hombre, pecando muchas veces (en mi opinión), de caer en el darwinismo social, considerando que unos hombres están hechos para ser superiores a otros, algunos intelectualmente, otros físicamente, y que éstos “naturalmente” deben constituir una aristocracia que debe ser respetada por el vulgo. Sin embargo recalca que el vulgo, o “los mediocres” son absolutamente necesarios en el progreso de una sociedad, y que es necesario que sean mayoría. De estas ideas se desprende directamente su aversión al socialismo. En cierta forma, compara al cristianismo con el socialismo (nota personal: ¿acaso el caudillo gobernante de por estos lados no está tan equivocado al respecto?), en el sentido de que ambos constituyen un levantamiento contra la aristocracia y la desigualdad, y en cierta forma están fundamentados en la envidia, la decadencia y el sentimiento de venganza contra las clases superiores. Muchos “cristianos” se ofenderían profundamente con esta idea siendo que son en su mayoría grandes conservadores (y anticomunistas); el problema es que el cristiano de hoy en día no es tan cristiano como es católico, y como mencionaré más adelante, Nietzsche pretende demostrar que la Iglesia misma es contradictoria de la doctrina de Jesús. Por otro lado, ni hablar de que Marx era ateo. 

Ahora bien, hasta aquí he expuesto estos aspectos de un modo bastante resumido. A lo largo del texto aparecen con variados matices. Ahora vamos a lo que nos atañe: hablar un poco de su contenido fundamental. 

El Anticristo está atravesado por una premisa fundamental en la que estoy totalmente de acuerdo con el autor (nótese que hasta ahora no había hecho tal afirmación). Y es la idea de que el cristianismo es una negación de la vida. De la vida terrena, la vitalidad absoluta. A través de varias ideas, así se demuestra en esta religión. Una de ellas es la compasión o la misericordia en que está basada. Para Nietzsche, dicha compasión es una adoración de la debilidad, de la enfermedad y de la decadencia. Así mismo, resalta el hecho de que la Iglesia siempre ha sido enemiga de todo aquello que sea bueno para la vida: es enemiga del placer, de la vitalidad, de la belleza, de la soberbia y de la búsqueda del conocimiento. Nos recuerda el mito primigenio de la expulsión del hombre del Edén, por causa de comer el fruto del Árbol del Conocimiento. Muchos asocian este mito también a un comportamiento sexual, por el hecho de que es la mujer quien incita al hombre a pecar. ¿Y es que acaso el sexo es malo para la vida? Ambas metáforas, a mi parecer, son deplorables. Creo que la analogía con el sexo no es totalmente necesaria. La Iglesia, literalmente, ha sido en toda su historia enemiga del conocimiento. Aunque hoy en día se disculpe tantas veces. Aún hoy, hay gente que quiere sacar a sus hijos de las escuelas porque no les enseñan el “creacionismo” o el “diseño inteligente”. Cuán desilusionado estaría Nietzsche. 

Otra idea cristiana fundamental, y la única que el filósofo acredita al mismísimo Jesús de Nazareth, es la idea del amor incondicional. Amar al mal, amar al enemigo, amar a todos por igual. Dice muy lúcidamente: 

“El amor es aquel estado en que el hombre está más propicio a ver las cosas diferentes de lo que son en realidad. La fuerza de la ilusión alcanza entonces un grado superior, y lo mismo la fuerza dulcificante y la fuerza glorificadora. El amor hace soportar mucho, lo sufre todo.” (p. 32)* 

El amor supremo, la tolerancia suprema hacia el otro, constituye una actitud pasiva, que según Nietzsche, fue la actitud que siempre tuvo Jesucristo. Incluso con su muerte en la cruz, sin oponer ningún tipo de resistencia a sus enemigos, así lo demuestra. Cristo presenta pues, un estilo nuevo de vida, en el cual todos los hombres deben ser considerados iguales, “todos somos hijos de Dios”, y con lo que mencioné en los párrafos anteriores, podéis imaginar que esto para él es una perversión. En sí misma, esta idea, no admite la idea de justicia. Así mismo, no admite la idea de resistencia, de lucha, tan importante en la búsqueda del conocimiento y del orden social. Pero para Nietzsche es ahí donde reside la gran contradicción del cristianismo: las ideas de Jesús se oponen totalmente al Dios del Antiguo Testamento, todopoderoso y castigador, y también son contrarias a todo lo que es la estructura de la Iglesia. Según él, las actitudes agresivas de Jesús fueron reescritas más adelante (sobre todo por San Pablo), para poder ejercer control sobre las masas, e incitarlas a rebelarse. Así se funda la Iglesia, se inventa el pecado, y se da a la gente la esperanza del Reino de los Cielos más allá de la vida (según este libro, el autor considera que Jesús predicaba realmente que el Reino de los Cielos está en la Tierra, y que se alcanza mediante el estilo de vida que él mismo ejemplificó); y se toma como símbolo fundamental del cristianismo el sufrimiento y muerte de su profeta: Jesús en la cruz, y se inventa la historia de la Resurrección, pues sin ella, no habría una esperanza histórica que fundamentase su movimiento. 

Así destruye las tres principales virtudes del cristianismo: la fe, la esperanza y la misericorida o caridad; y el principio fundamental del que habló Jesucristo: el amor al prójimo. 

Una idea fundamental de este texto, en la que tengo cierta desconfianza, además viviendo en la época en que vivo, es la premisa de que no todos los hombres tenemos los mismos derechos. Es lógico que exista una idea así en un pensamiento aristocrático como el de él. Pensaba que los derechos son privilegios. Con esto, sumado a su aversión ideológica hacia el judaísmo (que expresa todo el tiempo sin decoro), no me extraña en lo absoluto que algunos nazis le tomaran como referencia. Pero es una mala interpretación. Además, en este mundo ya teñido por la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, a veces se interpreta cualquier tipo de antisemitismo como nazismo, cuando no es necesariamente así. Ahora, no crean que lo estoy justificando. Yo, hasta el sol de hoy al menos, creo en los derechos universales del hombre, y en que todos los hombres son igual de humanos. Sin embargo la igualdad de derechos, es para que podamos convivir con nuestras desigualdades inherentes, y hablo de desigualdades, no de injusticias. Este es un debate que merecería un libro completo: ¿dónde acaba el límite de la desigualdad y comienza el de la injusticia? Porque igualdad y justicia no son lo mismo. 

Por último les dejo dos citas, que me llamaron la atención especialmente, porque responden a dos cuestiones que normalmente se nos atraviesan a los ateos: una de ellas es si el ateísmo está basado en realidad en la falta de pruebas acerca de Dios, y otra si la religión es beneficiosa o no para la humanidad. 

“El hecho de que nosotros no hallemos a Dios ni en la historia ni en la Naturaleza, no es lo que nos separa: es el no experimentar el sentimiento de lo divino hacia aquello que es tenido por Dios, es hallar eso lastimoso, absurdo y perjudicial, y ver en ello, no sólo un error, sino un atentado a la vida. Nosotros negamos a Dios, en cuanto Dios.” (p. 57) 
“La Iglesia cristiana no ha economizado la corrupción en ningún sitio; de cada valor ha hecho un sin valor; de cada verdad, una mentira; de cada integridad, una vileza. ¡Que se atrevan a hablarme todavía de sus beneficios humanitarios! Suprimir una miseria era contrario a su comercio; vive de miserias y ha creado miserias para eternizarse.” (p. 77)*

* Las cursivas son del autor.
* Nietzsche, F. El Anticristo & Ecce Homo. Traducción: Enrique Eldestein. Ediciones Brontes. España, 2009.
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miércoles, 1 de agosto de 2012

Buscando a dios con Carl Sagan

Bien, decidí empezar estas vacaciones con una lectura que sabía de antemano iba a ser agradable, pues conozco al autor, y de hecho he escrito varias entradas respecto a él. Se trata de La diversidad de la ciencia. Este libro es en realidad una transcripción de un ciclo de conferencias que dio Sagan en Escocia, en el ciclo Conferencias Gifford, que buscan la difusión de la teología natural.

No es la primera vez que leo algo donde Sagan relacionase la ciencia con la religión. Pero no sabía que existía una disciplina como la teología natural, que busca evidenciar la existencia de dios sin recurrir a lo sobrenatural, solo basándose en las pruebas tangibles o visibles. Personalmente, y sin ánimos de ofender, creo que es una disciplina un poco difícil, pues el concepto de dios en principio es meramente especulativo. Y fíjense que utilicé la palabra "difícil". No conozco autores de ella, o a lo mejor los conozco y nunca supe que andaba por esos terrenos específicamente.

Como es de esperarse en Sagan, su introducción al tema, la realiza desde la ciencia, específicamente desde la astronomía, familiarizando al público con las escalas del Universo, y llevándonos así a reflexionar sobre nuestro lugar y papel en el mismo como especie, y estudiando nuestras posibilidades de trascendencia. Así mismo nos lleva a descubrir los lugares donde se forman los componentes básicos de la vida, y nos lleva a pensar si somos en realidad especiales. Esta parte sin duda nos lleva a una experiencia conectiva, por no decir "espiritual" o "religiosa". Él mismo indaga luego en la naturaleza del concepto de "dios", y también de las experiencias religiosas. Nos habla de la importancia de definir a dios en el momento en que queremos estar en contra de él o defenderlo, puesto que han habido casi tantas definiciones de él (o de ellos) casi como culturas han existido en la historia de la humanidad, o mejor dicho, desde la prehistoria. Estos conceptos muchas veces tienen similitudes o diferencias marcadas.

Así mismo, se nos aproxima a ciertos aspectos del ser humano. En primer lugar a la tendencia que tenemos a autoengañarnos. Para ello recurre a historias como las de los ovnis, en el caso de la búsqueda de vida extraterrestre, así como de la vieja resistencia cultural a la Teoría heliocéntrica, y la nueva resistencia cultural a la Teoría de la Evolución; y demuestra la facilidad con la que la gente se engaña a sí misma, por lo cual, la filosofía y la ciencia tienen que ser altamente precavidas ante sus planteamientos, hipótesis y demostraciones. También toca el tema de la naturaleza molecular de las percepciones y las emociones, y de cómo éstas pueden influir en la experiencia religiosa, y de cuál puede ser una equiparación emocional de ésta. Incluso habla de las hipótesis freudianas de dios como sustitución del padre.

En este libro toca temas que personalmente he tocado en varias ocasiones en este blog, y dada la antigüedad de las conferencias (1985), me doy cuenta de que ciertas teorías y falacias andan haciendo de las suyas por allí, y aunque se han refutado desde entonces, la gente sigue cayendo en ellas y se siguen difundiendo. Un ejemplo que me sorprendió, y que por cierto, no sabía que tuviera nombre, es el del principio antrópico, así como las teorías del diseño inteligente, y hace refutaciones brillantemente. Hace poco escribí una entrada dedicada a estos puntos. Y es obvia la influencia del autor. Al final, todos tienen derecho de palabra en esta gran red, pero como nos decía, no nos dejemos engañar con tanta facilidad.

En los capítulos finales, habla nuevamente (como en otros textos) de si la humanidad será capaz de sobrevivir a lo que llama su "adolescencia tecnológica". Si no nos mataremos a nosotros mismos, y de hacerlo, cómo sería el acto de mayor irresponsabilidad que jamás hallamos perpetrado, haciendo caso omiso de toda nuestra historia, toda nuestra lucha evolutiva y la del planeta Tierra. En fin, una buena lectura para reflexionar.

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Vacaciones libreras


Bien, ha llegado agosto. Para envidia de muchos, tengo vacaciones. Aunque estas vacaciones no lo serán tanto, hay un gran reto que se avecina, y debo trabajar duro en él. El fin de semana pasado tuve la oportunidad de ir a la FILVEN en el Centro de Arte Lía Bermúdez. Me gustó la variedad de libros, eso sí, de libros usados. Libros nuevos, en su mayoría, había de las editoras del Estado. Y bueno, lo que no me gustó fue la ideologización chavista, bolivariana, pseudo revolucionaria, por doquier; en los libros que regalaban, en los grupos musicales y las representaciones treatrales. Pero todo se soporta entre libros buenos y baratos, pues.

Este fin de semana me recordó que tengo en mi biblioteca al menos tres decenas de libros que compré y no he leído. ¿Me hará eso una compradora compulsiva de libros? Me acuerdo de esa gente que compra ropa y ni la estrena, pero bueno, ahí están los libros esperándome. Así que, en vista de que en agosto tendré mucho tiempo libre, me he propuesto un reto. Quiero reducir ese cerro de libros sin leer que tengo, y me pondré como meta leer entre 10 y 15 libros este mes. De variados temas. Si leo menos, no habré alcanzado la meta, si leo más la habré superado, pero nada que sea mal de morir.


Pero para que este reto tenga algún sentido, y como compensación del meme que nunca terminé, decidí ir reseñando y comentando los libros que vaya leyendo acá en el blog, simplemente por el placer de compartir y de abrir temas de debate. Las entradas estarán agrupadas en el tag "vacaciones libreras", y bueno, es reusable, a lo mejor en diciembre lo retomo, ya saben. No quiere decir que no escribiré más nada, si se me ocurre alguna otra cosa, o si completo un par de borradores que tengo por allí, igual publico.

¡Nos leemos!
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