Todos los caminos llevan a Nietzsche. Al menos para mí. Aparte de ser una de las referencias clásicas del ateísmo filosófico, fue un hombre que sin duda amó el arte musical, y le dedicó bueno parte de su pensamiento y de su obra. Pero el libro que leí de él tiene más que ver con el primer tópico. Es una dupla, con dos textos fundamentales de él: El Anticristo & Ecce Homo, pero además trae otros textos breves del autor. Esta vez he leído El Anticristo, y con gran osadía me atreveré a comentar algo de éste.
Confieso que leyendo este texto he reconocido aspectos de Nietzsche en los que no me había fijado anteriormente. Al menos no lo suficiente. Uno de ellos es su excesiva masculinidad, masculinidad del discurso, que se expresa a través de la obra como un amor a la actitud soberbia y viril, como afirmación de la vida. Esta masculinidad muchas veces se desborda, y raya en la misantropía, pues el filósofo tenía a la mujer como un ser débil y mediocre intelectualmente.
Otro aspecto es que en realidad su pensamiento es bastante positivista. Aunque tantas veces se quiera hacer ver lo contrario. Muchas veces se juzga burdamente su filosofía, por su ateísmo (como negación de Dios), y se pretende que con esta negación, así como su cuestionamiento constante de los conceptos de “verdad” y de “moral”, suponen una negación de la vida, o mejor dicho, una negación de las cosas que comúnmente son tenidas por las masas como aquéllas que “le dan sentido a la vida”. Pero el mismo Nietszche niega en todo momento que esto sea así. Es más, para él la negación de Dios y de la vida “del más allá”, supone finalmente una afirmación de la vida misma. Habla de la humanidad como algo grande y de cómo la superación de la cristiandad finalmente llevará al hombre al camino de la ciencia, de la organización y de las más bellas y elevadas artes. Otro síntoma de su positivismo es por supuesto, su gran admiración hacia Grecia y Roma (así como al Renacimiento), que para él fueron las cumbres de la civilización humana organizada y encauzada por el camino de la ciencia, y que fue destruida (Roma) por el levantamiento del movimiento cristiano que elevó la fe por sobre todas las virtudes, y convirtió el conocimiento en el más fundamental de los pecados.
Otra dimensión de él que me sorprendió es su darwinismo. Considerando que él es prácticamente contemporáneo con Darwin, las ideas de la selección natural afectan profundamente su visión de la naturaleza y del hombre, pecando muchas veces (en mi opinión), de caer en el darwinismo social, considerando que unos hombres están hechos para ser superiores a otros, algunos intelectualmente, otros físicamente, y que éstos “naturalmente” deben constituir una aristocracia que debe ser respetada por el vulgo. Sin embargo recalca que el vulgo, o “los mediocres” son absolutamente necesarios en el progreso de una sociedad, y que es necesario que sean mayoría. De estas ideas se desprende directamente su aversión al socialismo. En cierta forma, compara al cristianismo con el socialismo (nota personal: ¿acaso el caudillo gobernante de por estos lados no está tan equivocado al respecto?), en el sentido de que ambos constituyen un levantamiento contra la aristocracia y la desigualdad, y en cierta forma están fundamentados en la envidia, la decadencia y el sentimiento de venganza contra las clases superiores. Muchos “cristianos” se ofenderían profundamente con esta idea siendo que son en su mayoría grandes conservadores (y anticomunistas); el problema es que el cristiano de hoy en día no es tan cristiano como es católico, y como mencionaré más adelante, Nietzsche pretende demostrar que la Iglesia misma es contradictoria de la doctrina de Jesús. Por otro lado, ni hablar de que Marx era ateo.
Ahora bien, hasta aquí he expuesto estos aspectos de un modo bastante resumido. A lo largo del texto aparecen con variados matices. Ahora vamos a lo que nos atañe: hablar un poco de su contenido fundamental.
El Anticristo está atravesado por una premisa fundamental en la que estoy totalmente de acuerdo con el autor (nótese que hasta ahora no había hecho tal afirmación). Y es la idea de que el cristianismo es una negación de la vida. De la vida terrena, la vitalidad absoluta. A través de varias ideas, así se demuestra en esta religión. Una de ellas es la compasión o la misericordia en que está basada. Para Nietzsche, dicha compasión es una adoración de la debilidad, de la enfermedad y de la decadencia. Así mismo, resalta el hecho de que la Iglesia siempre ha sido enemiga de todo aquello que sea bueno para la vida: es enemiga del placer, de la vitalidad, de la belleza, de la soberbia y de la búsqueda del conocimiento. Nos recuerda el mito primigenio de la expulsión del hombre del Edén, por causa de comer el fruto del Árbol del Conocimiento. Muchos asocian este mito también a un comportamiento sexual, por el hecho de que es la mujer quien incita al hombre a pecar. ¿Y es que acaso el sexo es malo para la vida? Ambas metáforas, a mi parecer, son deplorables. Creo que la analogía con el sexo no es totalmente necesaria. La Iglesia, literalmente, ha sido en toda su historia enemiga del conocimiento. Aunque hoy en día se disculpe tantas veces. Aún hoy, hay gente que quiere sacar a sus hijos de las escuelas porque no les enseñan el “creacionismo” o el “diseño inteligente”. Cuán desilusionado estaría Nietzsche.
Otra idea cristiana fundamental, y la única que el filósofo acredita al mismísimo Jesús de Nazareth, es la idea del amor incondicional. Amar al mal, amar al enemigo, amar a todos por igual. Dice muy lúcidamente:
“El amor es aquel estado en que el hombre está más propicio a ver las cosas diferentes de lo que son en realidad. La fuerza de la ilusión alcanza entonces un grado superior, y lo mismo la fuerza dulcificante y la fuerza glorificadora. El amor hace soportar mucho, lo sufre todo.” (p. 32)*
El amor supremo, la tolerancia suprema hacia el otro, constituye una actitud pasiva, que según Nietzsche, fue la actitud que siempre tuvo Jesucristo. Incluso con su muerte en la cruz, sin oponer ningún tipo de resistencia a sus enemigos, así lo demuestra. Cristo presenta pues, un estilo nuevo de vida, en el cual todos los hombres deben ser considerados iguales, “todos somos hijos de Dios”, y con lo que mencioné en los párrafos anteriores, podéis imaginar que esto para él es una perversión. En sí misma, esta idea, no admite la idea de justicia. Así mismo, no admite la idea de resistencia, de lucha, tan importante en la búsqueda del conocimiento y del orden social. Pero para Nietzsche es ahí donde reside la gran contradicción del cristianismo: las ideas de Jesús se oponen totalmente al Dios del Antiguo Testamento, todopoderoso y castigador, y también son contrarias a todo lo que es la estructura de la Iglesia. Según él, las actitudes agresivas de Jesús fueron reescritas más adelante (sobre todo por San Pablo), para poder ejercer control sobre las masas, e incitarlas a rebelarse. Así se funda la Iglesia, se inventa el pecado, y se da a la gente la esperanza del Reino de los Cielos más allá de la vida (según este libro, el autor considera que Jesús predicaba realmente que el Reino de los Cielos está en la Tierra, y que se alcanza mediante el estilo de vida que él mismo ejemplificó); y se toma como símbolo fundamental del cristianismo el sufrimiento y muerte de su profeta: Jesús en la cruz, y se inventa la historia de la Resurrección, pues sin ella, no habría una esperanza histórica que fundamentase su movimiento.
Así destruye las tres principales virtudes del cristianismo: la fe, la esperanza y la misericorida o caridad; y el principio fundamental del que habló Jesucristo: el amor al prójimo.
Una idea fundamental de este texto, en la que tengo cierta desconfianza, además viviendo en la época en que vivo, es la premisa de que no todos los hombres tenemos los mismos derechos. Es lógico que exista una idea así en un pensamiento aristocrático como el de él. Pensaba que los derechos son privilegios. Con esto, sumado a su aversión ideológica hacia el judaísmo (que expresa todo el tiempo sin decoro), no me extraña en lo absoluto que algunos nazis le tomaran como referencia. Pero es una mala interpretación. Además, en este mundo ya teñido por la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, a veces se interpreta cualquier tipo de antisemitismo como nazismo, cuando no es necesariamente así. Ahora, no crean que lo estoy justificando. Yo, hasta el sol de hoy al menos, creo en los derechos universales del hombre, y en que todos los hombres son igual de humanos. Sin embargo la igualdad de derechos, es para que podamos convivir con nuestras desigualdades inherentes, y hablo de desigualdades, no de injusticias. Este es un debate que merecería un libro completo: ¿dónde acaba el límite de la desigualdad y comienza el de la injusticia? Porque igualdad y justicia no son lo mismo.
Por último les dejo dos citas, que me llamaron la atención especialmente, porque responden a dos cuestiones que normalmente se nos atraviesan a los ateos: una de ellas es si el ateísmo está basado en realidad en la falta de pruebas acerca de Dios, y otra si la religión es beneficiosa o no para la humanidad.
“El hecho de que nosotros no hallemos a Dios ni en la historia ni en la Naturaleza, no es lo que nos separa: es el no experimentar el sentimiento de lo divino hacia aquello que es tenido por Dios, es hallar eso lastimoso, absurdo y perjudicial, y ver en ello, no sólo un error, sino un atentado a la vida. Nosotros negamos a Dios, en cuanto Dios.” (p. 57)
“La Iglesia cristiana no ha economizado la corrupción en ningún sitio; de cada valor ha hecho un sin valor; de cada verdad, una mentira; de cada integridad, una vileza. ¡Que se atrevan a hablarme todavía de sus beneficios humanitarios! Suprimir una miseria era contrario a su comercio; vive de miserias y ha creado miserias para eternizarse.” (p. 77)*
* Las cursivas son del autor.
* Nietzsche, F. El Anticristo & Ecce Homo. Traducción: Enrique Eldestein. Ediciones Brontes. España, 2009.
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