No sé por qué, la mayoría de la gente siente una extraña repulsión hacia la teoría, hacia el mundo de lo teórico, de lo explicado y demostrado con palabras. Hay quienes incluso lo miran con despectividad, como si la vida sólo pudiera tratarse de lo práctico, y lo teórico constituyera una creación inútil de la mente humana.
Pero cómo alguien como yo, con un inusual talento para el entendimiento y la creación de teorías, podría pensar de esta manera. Es que hasta las cosas prácticas son más fáciles de entender y detallar para mí, si vienen acompañadas de una teoría. Y ahora pretendo expresar mi particular punto de vista sobre ello.
La teoría es un arte. Un arte expresado con una semiótica compleja y precisa, y está cargada de metalenguajes; pero aún así, un arte. Una teoría para ser buena debe ser elegante, lógica, abarcadora, y expresar genuinamente el objeto teorizado. La teoría es la praxis de las palabras, la praxis de los metalenguajes. Una buena teoría es capaz de conmover y de cambiar maneras de pensar y de actuar, debe ser capaz de estremecer el espíritu.
Hacer teoría es un trabajo minucioso, delicado y requiere tanta práctica como cualquier otro trabajo que consideremos del área de las praxis. Y, muy importante, una buena teoría no debe ser dogmática, y muchas veces la gente piensa, erróneamente a mi parecer, que el mundo teórico es naturalmente dogmático. Una buena teoría no puede ser dogmática, porque no puede pretender contener en ella la verdad última, y esto refuerza su carácter dialéctico, su carácter libre y creativo, y su carácter artístico. Una teoría siempre es sobre algo y fue escrita por alguien en un espacio y tiempo determinados, y eso la hace abierta, y también perecedera.
La teoría es otra obra, como el retrato, como la música, como las estructuras arquitectónicas. Al fin y al cabo, la teoría es humana, y por eso es hermosa, admirable y efímera, y por eso me divierte. Me parece que a través de ella puedo quizás al menos tener la intención de retratar la realidad, a los fenómenos, al tiempo, al pensamiento y a la emoción, y creer por un instante que los he poseído y comprendido ¿Y es que acaso no tiene el arte las mismas intenciones grotescas?
Texto escrito originalmente el 16/05/2010
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